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Una Ausencia Trascendente - por Anver Moba

El autor/a de este texto es menor de edad

Hace 6 días exactos que te marchaste dejándome solo con tu olor y miles de besos furtivos pendientes. Unos largos días en los que me he olvidado de mis obligaciones, no he salido a recorrer las calles, pedí unos días libres en el trabajo, e incluso, aquella planta de begonias que había comprado hace unos meses ha comenzado a reclamarme mis cuidados. No hago más que pensar en tu silueta bajo las luces tenues de esta habitación en la que me encuentro.

Eternos días sin ti en los que levito por los espacios de mi apartamento, sin siquiera preocuparme por ordenarlo, días huyendo de unos ojos ajenos que impregnaron mi mente, días en los que volví a escribir y a poetizar cada parte de tu cuerpo. Te rehíce, una y otra vez, en las hojas de mi libreta; te llene los labios de metáforas y plasme tus gestos como hipérboles, que tenían más de hermosas que de exageradas. Retome mi pasión por el piano, y allí, entre nota y nota; represente tu voz en una melodía que estuvo en mi mente todas las noches y partes de las mañanas asemejándose a una intensa melancolía vibrante.

De fondo solo se escuchan las gotas de lluvia y aquella vieja radio encendida, aquella que presumías a todos con orgullo, la misma que nos acompaño tantas tardes y que sería testsadxzvigo de miles de miradas cómplices entre nosotros y de la unión de nuestras voces entusiastas al cantar cada tema.

Como se ha desgastado su sonido, es como si ese pequeño aparato conspirara contra mí, lanzándome infinidades de notas lúgubres que solo realzan tu recuerdo. Soy víctima de todas las canciones que suenan y que, dado mi masoquismo, retumbaran en mi cabeza el resto de la noche. El sonar continuo de ese jazz me impregna y me devuelve a esos instantes en los que solía mirarte cantar inspirado y esperanzado. Tenías tus ojos siempre bien abiertos, mostrando orgulloso ese color verdoso y esa mirada aduladora, capaz de convencer a cualquiera.

Alimentando este pensamiento se vuelven insaciables, consumantes, desgastante y hasta exigentes mis ganas de mirarte, de trazar con mis ojos cada ilusión caída y prendada en tu ropa, de palpar con mis mejillas ese aroma tuyo a humedad y brisa, de abrazarte, más que por necesidad por mis ganas de querer volver al cielo; tocar lo intangible de ti, saber que necesitas algo que yo tengo y que estaría dispuesta a darte si te hubieras quedado.

Hacerte entender que una fusión entre tu espíritu y el mío seria la salvación para nuestros males, claro está que, tendrías que tener el mismo deseo, casi ensordecedor, de querer compartir, de querer dar.

Me interrogo y por primera vez me siento. No se describir la razón exacta de esta agonía que me produce no saber el lugar donde te encuentras o si algún día te veré llegar de nuevo, sol o puedo decir que cuando te vi en aquella librería, y era de esperarse que fuera en un sitio tan mágico como ese, conocí al mayor de mis miedos, y bastó sólo unas palabras para que traspasaras hasta lo más profundo de mi cuerpo. Llegaste y me descubriste, allí en ese lugar dentro de mí, en donde incluso yo jamás había buscado.

Y volvemos al presente, aquí me encuentro, con todo el peso de mi cuerpo sobre este desgastado sillón, sintiendo como mis lágrimas caen en proporción a la lluvia que inoportuna se hace escuchar. Un té, tu fotografía, el insomnio y una carta de intención desganada, portadora de tu letra y escrita por tu amargura, son mis únicos acompañantes ahora. Y siendo simples cosas debería sentirse el silencio pero no, no es así, cada uno de ellos me recriminan la impuntualidad de mis lágrimas, la utopía en mis ojos, la credibilidad de mi amor.

Yo deseaba sacar de ti aquello que ni tú mismo sabes que posees, deseaba, más que cualquier otra cosa hacerte saber que la mejor parte de nosotros sale en medio de un abrazo. Lástima que serán solo deseos que se quedarán en mi caja de recuerdos.

A estas alturas de la noche me he resignado a tu ausencia, dudando de todo lo que pasará a partir de hoy, sin embargo, solo estaba segura de una cosa: nunca había visto el cielo tan inmenso, nunca había conocido la esperanza y la añoranza en cantidades tan exorbitantes y jamás creí que un simple mortal pudiera ser la razón, a momentos, de mi propia muerte.

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5 comentarios

  1. 1. Loic dice:

    Tu relato ha sido una mezcla de admiración y de rabia, me explico, esta es una de esas historias que mientras lo lees piensas “Joder, yo nunca podré escribir así de bien”.
    En definitiva, no sé si darte la enhorabuena o tirarte un barril de cerveza a la cara y robarte el cerebro.

    Escrito el 30 marzo 2015 a las 19:52
  2. 2. Anoide dice:

    Me has impresionado, la verdad. Está escrito de tal manera que suena a poesía; describes de forma muy bella los sentimientos de la protagonista, y las metáforas referentes a la poesía me han parecido preciosas.

    Viendo la manera en que escribes, no puedes pasar por alto la revisión del texto. Es algo muy importante para corregir fallos que cometemos inconscientemente al escribir y que se nos pasan por alto en el proceso. A algunas palabras les faltan sus tildes, pero lo que más evidencia que no lo has revisado es ese “testsadxzvigo” que aparece por ahí 😛

    Aun con esos pequeños errores, te felicito por la calidad del texto y por la forma tan bonita que tienes de escribir. Ha sido un placer leerte 🙂

    Escrito el 31 marzo 2015 a las 11:26
  3. 3. Macu Joan dice:

    Bellísimo, sin duda. Prosa poética de alto nivel. Te felicito. Te seguiré en futuros escritos.

    Escrito el 3 abril 2015 a las 18:25
  4. 4. Leonardo Ossa dice:

    Anver Moba, leer tu texto me ha dado una idea de lo que debe ser escuchar el pensamiento de alguien. Leyendo tu escrito no tuve la impresión de que leía, sino de que estaba escuchando tus pensamientos mientras yo te miraba absorto, sin la intención de interrumpir, desde algún rincón de tu habitación.
    Saludos.

    Escrito el 3 abril 2015 a las 23:12
  5. 5. Andrea Moreno dice:

    Ante todo muchísimas gracias por sus comentarios positivos y por sus críticas constructivas. Leer sus opiniones incrementa mi motivación para continuar compartiendo mis escritos. Me disculpo sinceramente por los errores en el texto y me aseguraré de corregir minuciosamente el próximo. De nuevo, mi más sincero agradecimiento a todos.
    Andrea Moreno o Anver Moba (como prefieran jaja).

    Escrito el 7 abril 2015 a las 23:37

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