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La Abuela - por Kenoa Gessle

La abuela había fallecido hacía un par de meses y luego del duelo, lo que restaba era ordenar aquel caserón atiborrado de cosas que había tenido en la calle Pampa.
Elsa y Romina decidieron tomarse el día en el trabajo y empezar juntas la ardua tarea de desempolvar recuerdos y clasificarlos según se pudieran usar o alguna lo quisiera; sirviera para beneficencia o simplemente fueran trastos viejos que poner en la basura.
Empezaron por la cocina y con sólo mover algunas cacerolas los recuerdos de meriendas y olor a galletitas de miel recién horneadas aparecieron en sus mentes.
—Las cacerolas de flores las regalamos, ¿te parece? —dijo Elsa.
—Sí, por mí regala todo lo de cocina menos las tazas de porcelana con los dragones. Esas las quiero si no tenes problema —contesto Romina.
—Quédatelas vos, si siempre te gustaron.
De pronto desde el living les llego música. La radio Spika color beige sonaba con un volumen considerable.
“♪♫ La medallita que creíste perder, era mentira, yo la guarde.♪♫”
Las dos se sobresaltaron, pero cuando llegaron al living la radio había cesado. Se miraron incrédulas y concluyeron que seguramente la radio estaba en corto. Quizás la abuela no la había apagado y ahora las pilas sulfatadas hacían de pronto contacto.
Volvieron a lo suyo tomando coraje y dirigiéndose a la habitación. La cama estaba impecable. El tocador ordenado y repleto de cajas y alhajeros. Elsa abrió el más grande, rojo y dorado, y comenzó a revisar el contenido. Anillos de fantasía, cadenitas de plata y… Sus ojos se abrieron por el asombro e inmediatamente después se llenaron de lágrimas mientras trataba de separar de entre la maraña de cadenitas una dorada con la medallita de la virgencita. La había creído perdida desde los doce años. Había sido un regalo del nono y cuando la perdió se había puesto muy triste.
Nuevamente les llego el sonido de la radio
“♪♫ Al viejo hospital de los muñecos llego el pobre Pinocho mal herido.♪♫”
Las chicas saltaron de la cama en donde se habían sentado. Romina fue directo a la biblioteca donde estaba la radio, pero otra vez estaba en silencio. Unos cuantos libros más a la derecha vio el lomo azul del libro de cuentos que la abuela les contaba.
—Elsa, me estoy asustando.—dijo Romina —.Estoy viendo el libro de cuentos de la abuela, ¿te acordas qué cuento le gustaba contarnos?
— Pinocho —la voz temblorosa y aguda de Elsa llego desde la pieza—. No, no inventes por favor. Tiene que ser pura casualidad Romi. Vení, ayudame, saquemos de la pieza la ropa de la abuela para regalar y vayámonos por hoy.
La idea de marcharse animo a Romina e inmediatamente después de darle la espalda a la biblioteca la radio volvió a encenderse.
“♪♫ Eh, tú tristeza, un llanto. Eh, no ser Dios y cuidarlos.♪♫”
Romina de un salto alcanzó la radio y trató de sacarle las pilas, pero para su sorpresa y espanto la radio no las tenía.
—¡Nos vamos Elsa!— Gritó— la abuela aún no se fue.
Sólo dos segundos más tarde la puerta del caserón se cerraba y Elsa y Romina pálidas y agitadas respiraban de nuevo.

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5 comentarios

  1. 1. M T Andrade dice:

    Me gusta el relato. Las personas que uno quiere no se van nunca.

    Escrito el 28 marzo 2015 a las 22:43
  2. 2. beba dice:

    Hola: Creo que es un argumento muy bonito.El relato es sencillo, y manejas bien el lenguaje.
    Veo que las transiciones de uno a otro objeto de la abuela son muy bruscas y reiterativas; y que el desenlace, con la radio sin pilas, es predecible.
    Es un buen cuento que puedes desarrollar para hacer un relato excelente.

    Escrito el 29 marzo 2015 a las 03:38
  3. 3. Luis Ponce dice:

    Kenoa: Está bien expresado y no tiene muchas vueltas. Pero me parece que la calle Pampa sale sobrando como la marca del radio. Cuando lo escribías, trataste de ponerte en el papel de las hermanas y autosugestionarte de que algo raro iba a a pasar, por eso son los saltos bruscos que trasmites, pero que podrían tener otro tratamiento para que la imagen de la abuela sea más grata y no les cause temor.
    Por lo demás siempre usas los términos adecuados y lo tuyo es fácil de leer.
    Te felicito.

    Escrito el 29 marzo 2015 a las 19:59
  4. Concuerdo con Luis. Me parece que es un relato fácil de leer, con muy buen vocabulario pero esas menciones de Pampa y la marca del radio son palabras que sobran. No es que estén mal, pero ocupan ese espacio.
    Por lo demás, excelente relato.
    Felicitaciones y saludos.

    Escrito el 30 marzo 2015 a las 14:43
  5. 5. ILLARGUIA dice:

    A mí no me sobra ni falta nada, está muy bien escrito, la mención de la calle y de la clase de radio son aciertos. Sin esos pequeños detalles se pierde algo sustancial, imagina los crímenes de la calle Morgue sin Morgue, o el atraco al tren de Glasgow sin ciudad, y así infinidad de ejemplos. Yo cuidaría los diminutivos, por poner un pequeño defecto, hay tres seguidos en una frase y pesa un poco.
    De todos modos a mí me ha encantado el relato.
    Nos vemos en la maldición del próximo reto.
    Abrazos.

    Escrito el 2 abril 2015 a las 14:24

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