La radio de mi yaya - por Almduena

Recuerdo los veranos que pasaba con mi yaya, siempre entre cuadernos de recuperación de matemáticas Bruño y con el ruido de fondo de la radio.
Mientras yo iba rellenando, uno tras otro, los problemas interminables que se presentaban ante mis ojos, mi yaya ponía Radio Olé y se pasaba la tarde escuchando coplas de Isabel Pantoja, María del Monte o lo que fuera desgranando la emisora, mientras cosía o limpiaba sus figuritas de plata.
Una vez terminaba mi tarea, me sentaba en el sofá junto a ella y ahí es donde aprendí a apreciar a Juan Pardo, Mocedades y Mari Trini, que a día de hoy sigo escuchando. Donde en una silenciosa comunión, mi yaya me enseño a hacer punto de cruz y ojales, y me ayudaba a hacer los vestidos para mis muñecas.
Es curioso, quizás en esos silencios, con la radio de fondo, fue cuando más cerca estuve de ella y donde me pudo enseñar algo.
Aún recuerdo la radio, era gris y había que moverle constantemente la antena para poder escuchar con claridad la emisora, en el mueble donde la guardaba, había cajas de zapatos repletas de casetes.
Cuando murió y fuimos a recoger su casa, abrí el mueble donde estaba la radio y las cintas: sentí una cierta exclusividad que me unía a ella. Nadie más sabía cuantas tardes nos habíamos pasado escuchando la radio juntas, ni cuanto influirían en el resto de mi vida.