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Iniciando - por JLCarrillo

Son las siete de la noche del martes, y la visibilidad de la ciudad se consigue ya sólo con luces artificiales. Joaquín tiene las manos sudorosas, está parado frente al acceso vehicular del centro comercial, como le fue indicado; con nerviosismo ve pasar los carros esperando que alguno pare por él.

Vestido con traje negro, se pregunta si en verdad quiere continuar; apenas pocas horas atrás estaba seguro de su decisión, pero ahora se pregunta si es lo correcto.

-¿Me harán daño a donde voy?, ¿Qué tal si me secuestran y mi familia no vuelve a saber de mí?.

Ante las dudas, por unos instantes se abstrae del mundo que lo rodea, hasta que la vibración de su teléfono celular lo hace sobresaltarse. Con la mano temblorosa toma el aparato, pero el número que aparece en la pantalla le es desconocido, titubea, pero decide contestar; le responde una voz serena que le indica ubicar un automóvil negro a las orillas del estacionamiento, debe subirse en el asiento trasero y colocarse la venda negra que encontrará allí mismo; su interlocutor cuelga la llamada sin esperar respuesta alguna.

Indeciso, se dirige hace al lugar indicado; en una esquina obscura del estacionamiento, apenas iluminada por los coches que transitan por la calle, encuentra el auto descrito. No hay nadie en él, con nerviosismo jala la manija de la puerta y se percata que esta abierto; su sentido común le sugiere retirarse, pero la curiosidad lo motiva a continuar. Decide ingresar al automóvil, se apresura a hacerlo, con torpeza accede en el asiento trasero y encuentra la venda negra que se le indicó, la toma entre sus manos y vacila por un segundo antes de colocarla en sus ojos; piensa en dejar algo de visibilidad para espiar su entorno, pero imaginando que alguien lo esta observando decide colocarla con firmeza; con su corazón acelerado prefiere recostarse, no vaya a ser que alguien pase y levante sospechas al verlo con los ojos vendados.

Esta desconcertado y no sabe qué hacer, toda clase de dudas llegan a su mente, pero sobre todo piensa si no habrá perdido la cordura al colocarse voluntariamente en esa situación.

Han pasado sólo un par de minutos, cuando otra puerta se abre y siente como alguien ingresa, escucha como la llave se coloca para encender el automóvil, pero entonces una pausa se hace y la misma voz del teléfono se hace presente y ahora le pregunta:

-¿Estas seguro de continuar?, aún puedes arrepentirte.

Después de tartamudear, y teniendo ánimos de retractarse, finalmente Joaquín acierta a contestar.

-Sí, estoy seguro.

Sin recibir respuesta, el automóvil enciende, y junto con él la radio donde se escucha música clásica.

Joaquín percibe como el automóvil empieza a moverse; sus dudas son más intensas que nunca, pero sabiendo que ahora hay alguien más que lo observa hace un gran esfuerzo por ocultar su nerviosismo. Tiene ganas de hacer plática con su acompañante, quizá de esa manera puede obtener alguna respuesta a sus inquietudes, pero el volumen de la música le hace pensar que su voz ni siquiera será percibida, decide entonces enfocarse en la música que emana del radio. Ahora le parece reconfortante, y aunque no conoce mucho de ese genero, se da cuenta que es Mozart, curiosamente identifica la melodía: “La Flauta Mágica”.

Prestando atención en ella, con los ojos vendados cambia su estado anímico del nerviosismo total, a cierto momento de paz interior. Nunca antes había prestado tanta atención a la pieza, y encuentra un placer hasta ahora desconocido en sus notas.

Después de un rato, sin saber cuánto tiempo ha pasado ni la distancia recorrida, siente como el automóvil suaviza su marcha, la tan agradable música cesa y es sustituida por el ruido impetuoso del automóvil ingresando a un reducido estacionamiento.

El carro frena completamente, el nerviosismo regresa súbitamente al cuerpo; y escucha como el conductor sale, a la vez que alguien abre la puerta del asiento trasero donde Joaquín se encuentra recostado, una mano lo toma con firmeza del brazo e impetuosamente lo saca del automóvil y sin mediar palabra lo conduce por un estrecho pasillo donde los pasos retumban, y pronto es detenido para abrir una rechinante puerta de madera; la mano lo guía al interior y Joaquín se percata que ahora esta en un reducido cuarto sin eco, cuyas paredes pueden tocar sus manos extendidas.

Una voz retumba tras de él:

-Aquí comienza tu viaje…

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1 comentario

  1. 1. Leonardo Ossa dice:

    JLCarrillo, has logrado generar expectativa y suspenso. Así que estaré atento por si en la próxima “Móntame una escena” das continuidad al relato que tienes acá.
    Un saludo.

    Escrito el 1 abril 2015 a las 04:30

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