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La radio de mis recuerdos - por Lobita

Por fin había llegado el viernes, la hora tan ansiada para mí, todas las semanas para escuchar la radionovela infantil que pasaba por la XEZ a las ocho de la noche, un tiempo en el que mi familia se reunía alrededor de la radio encendida para adentrarnos en ese mundo de aventuras que a mí y a mis dos hermanitos nos encantaba.
Mi mamá se ponía a hacer la merienda a eso de las siete y nosotros nos poníamos a ayudarle en lo que podíamos para poder disfrutar del espectáculo que ocurriría en la sala de nuestra casa, eran de los únicos momentos en que ella nos permitía llevar alimentos a esa área.
-Vamos niños, no sean tan impacientes- nos decía de manera cariñosa y sonriente
-Pero si ya va a comenzar cuando lleguemos ya habrá comenzado- decía mi hermana pequeña con desesperación típica de una niña de 6 años.
-Es cierto, mamá, por favor de prisa- yo y mi hermano nos uníamos al clamor.
El evento se volvía todo un acontecimiento lleno de actividad y alegría, sacábamos los trastes, mama calentaba la leche, cortábamos en pedacitos lindos los sándwiches con formas diversas de animales o de objetos.
Íbamos a la sala y colocábamos una mesa en el centro de la sala para los alimentos, de manera curiosa nosotros siempre hacíamos un desorden en el comedor a la hora de las comidas, pero era una verdadera sorpresa que mantuviéramos la calma cuando escuchábamos nuestro programa favorito.
La radio era de color café oscuro, de forma semiovalada, que a mis escasos 9 años me parecía gigante, contaba con dos botones en la base de cada lado, dos en medio y arriba de estos una aguja que indicaba en donde estaban las estaciones detrás de un pequeño vidrio, mi papá lo había conseguido a un buen precio en una tienda donde empeñaban cosas y como el dueño no había regresado por él, lo habían puesto a la venta.
La radionovela se llamaba “Las Aventuras de Pepín, el tlacuache”, historia que se desarrollaba en México y donde este animal a través de la historia enseñaba a los niños que había valores universales como el amor, la tolerancia, la empatía, la ayuda al prójimo, además de representar a una cultura tan diversa y rica.
El capítulo que más pronto viene a mi memoria fue aquel en donde el protagonista debía llevar a cabo una misión en las montañas cercanas al Valle de México, donde un jaguar policía le había encargado a la agencia de detectives de Pepín que investigara acerca del contrabando de huevos que era llevado a cabo por unos ladrones mofetas, se mostraba que sin violencia y utilizando la inteligencia podrían obtenerse resultados, las mofetas recibían un castigo pero en proporción a su delito, el tlacuache salía airoso y mostraba una moraleja en la aventura.
Mis hermanos y yo jugábamos a ser parte de la agencia de investigación e inventábamos un sinfín de correrías en la que éramos compañeros de ese animalito inteligente, valiente y fuerte. Lo cual nos ayudaría para sobrevivir en los tiempos venideros.
Tan hermosos recuerdos que yo seguiré atesorando mientras tenga vida, llenos de luz, alegría y felicidad.
Mi papá solía acompañarnos en aquellas veladas que se transformaban en tertulias familiares en donde podíamos discutir acerca de la radionovela cuando pasaban los comerciales y además comentar a grandes rasgos como nos había ido en la semana.
En una de mis vueltas del baño en el que había un anuncio importante que había interrumpido el programa, recuerdo de manera muy vívida lo que comentaron mis padres al respecto de la guerra que se anunciaba por el aparato.
-Se avecinan tiempos difíciles- comentaba mi mamá
-Tienes razón, Clara, sin embargo eso también le muestra a nuestros hijos que hay cosas buenas y malas coexistiendo al mismo tiempo en este mundo- dijo solemne mi padre con una taza de aromático café que estaba bebiendo.
Charlaban de estos asuntos entre ellos porque mis hermanos estaban jugando en ese momento y no les prestaban atención, con el tiempo al volverme adulto entendería el significado de aquellas importantes palabras.
Porque mi padre fallecería posteriormente dejando a una familia en una situación precaria, sin embargo mi madre consiguió un trabajo en una fábrica lo cual fue muy duro para ella, y con esta acción nos mostró lo valioso que es luchar por lo que queremos.
A Pepín y a mi madre siempre los veo en una gran aventura por la vida.

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2 comentarios

  1. 1. Leonardo Ossa dice:

    Lobita, tu relato esta lleno de evocación. Es una buena historia. Hay varios aspectos que yo mejoraría, por ejemplo: “aventuras que a mí y a mis dos hermanitos” talvez sea mejor: “aventuras que a mis dos hermanitos y a mí”
    También acá: “por favor de prisa- yo y mi hermano nos uníamos al clamor”
    se oye mejor diciendo: “por favor de prisa- mi hermano y yo nos uníamos al clamor”
    Espero aportar algo con mis comentarios. Te leeré en próximas oportunidades. Un saludo.

    Escrito el 30 marzo 2015 a las 15:51
  2. 2. Lobita dice:

    Gracias Leonardo por el aporte. Saludos

    Escrito el 8 junio 2015 a las 20:12

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