Cookie MonsterEsta web utiliza cookies. Si sigues navegando, entendemos que aceptas las condiciones de uso.

Do you speak english?

¿If you prefer, you can visit the Literautas site in english?

Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

<< Volver a la lista de textos

El primer día del resto de nuestra vida - por @jaiarus

Web: http://ladronesdeltiempo.tk

No sé si por casualidad o por un capricho del destino, ese día había salido el sol en medio de un inmenso cielo azul, sólo interrumpido por algún que otro rastro de nubes. Cuando me levanté, temprano, como siempre, ya note algo así como un ambiente relajado, incluso feliz. No ese ambiente enrarecido y de preocupación que habíamos respirado y sentido día tras día en los últimos seis años.
Mi madre, cantaba mientras preparaba el desayuno, y mi padre sonreía. Mi cara de sorpresa debió ser muy evidente:

Qué pasa, ¿qué nunca has visto a un hombre sonreír?

Dicho esto, su sonrisa se hizo más amplia y yo no pude retener una carcajada a la que se unió toda la familia.

A un hombre sí, pero a un oso gruñón como tu, ¡nunca!

Otra carcajada familiar estalló, esta vez iniciada por mi padre. Mi hermana, que en ese momento ayudaba a mi madre a servir el desayuno, comentó:

¿Os acordáis de la última vez que nos reímos todos juntos o que hicimos una broma?

Y lo cierto es que ninguno lo recordábamos, habían sido unos años difíciles, pero hoy se acabaría, o al menos es lo que todos esperábamos.
Y por eso esa mañana todo era diferente, se veía gente por la calle, bien haciendo sus cosas o simplemente disfrutando del sol. Pero lo más llamativo era la total ausencia de la crispación y el miedo de siempre, y la tranquilidad reinaba en nuestro pequeño pueblo.

Mi padre me había dado algo de dinero para que me acercara a la tienda del pueblo para comprar una radio, y poder enterarnos de lo qué ocurría en la capital, y qué nos deparaba el futuro. Pensé en ir andando, tenía tiempo de sobra y el sol invitaba al paseo. Mientras andaba, iba observando mi alrededor, siendo consciente de cuanto me rodeaba para guardar ese día en mi memoria.
Los niños por fin jugaban en las calles, y sentí una profunda envidia. A diferencia de mí ellos no tendrán que crecer deprisa, seguirán jugando sin pensar ni preocuparse de lo que pasará mañana, siendo inocentes y sin sentir mas miedo al oír sirenas o los golpes en la puerta a altas horas de la noche. Pero sobre todo, serán totalmente libres de ser como quieran ser, sin necesidad de fingir. Libres de modelarse a sí mismos, sin ninguna presión externa, sin límites…

De repente fui muy consciente de todo lo que me rodeaba, y de que en esos seis años no sólo le habían robado su infancia, también su propio ser, sus pensamientos. Durante seis años fue un autómata que hacía lo que se esperaba que hiciese, sin plantearse nada mas allá que su propia supervivencia.
Pero ahora las cosas iban a cambiar, infinitas posibilidades se abrían ante él, ya sabía lo que era hundirse en al fango, y no quería volver ahí.

¿La tienes? Es casi la hora.

Nunca había visto a mi hermana tan ansiosa y emocionada. Esa imagen me provocó otra sonrisa, la enésima de ese día. “¡Parece que ahora vienen todas juntas!” pensé. Pero nunca en exceso. Al verme entrar, mis padres también se acercaron, ellos no dijeron nada, no era necesario, podía verse la emoción reflejada en sus miradas.

Si, claro que la tengo, ya no quedaban muchas.
Parece que nadie quiere perderse el discurso.-Comentó mi padre.
Bueno es normal -dijo mi madre.- Todos quieren ser testigos del primer día del resto de nuestras vidas.

Ninguno teníamos mas que añadir a esa afirmación. Toda la familia unida nos sentamos alrededor del aparato de radio, mi padre lo encendió, en ese momento aún sonaba música. Tocaba esperar un poco mas.
Miré a mi familia uno por uno, todos miraban la radio como si su vida fuera en ello, y en cierto modo así era. Si en ese momento la radio desapareciera, sería como si alguien rompiera el sueño que por fin nos tocaba vivir. Decidí guardarme ese momento también, todos unidos, emocionados y felices, escuchando música en la radio, como una familia normal.

La música se corto, y de la radio salió una voz masculina entrecortada que sería la encargada de dar la gran noticia que todos esperábamos.

¿Te ha gustado esta entrada? Recibe en tu correo los nuevos comentarios que se publiquen.

4 comentarios

  1. 1. Fabián dice:

    Muy buenas Jaiarus

    Fui uno de tus comentaristas, el que te dijo que iba a volver para que le aclarases la duda. No quiero ponerla aquí para no reventar el relato a los compañeros.
    ¿Acerté o no? : D

    Escrito el 28 marzo 2015 a las 16:12
  2. 2. Jaiarus dice:

    Buenas Fabián

    Pues la verdad te acercaste bastante, por ahí van los tiros pero no es tan específico como lo que me comentaste tu. Y por cierto, como en los tres comentarios me lo habéis puesto, lo comento aquí, si que puse guiones en los diálogos pero al copiar y pegar el texto no se porque no aparecen. Pero, en fin, culpa mía por no revisar.
    Gracias por comentar!

    Escrito el 30 marzo 2015 a las 10:24
  3. 3. Gota dice:

    Hola! Me gustó tu historia, y sobre todo el título. Hay una pelicula bellísima que se llama igual que tu cuento, es francesa.

    Me gustó que la historia esté narrada desde el punto de vista de un niño, creo que esa elección le agrega un cálido sentido al texto.
    Saludos! (Te invito a leer mi cueto, es el 164)

    Escrito el 2 abril 2015 a las 03:53
  4. 4. beba dice:

    Un hermoso relato, lleno de emoción y tensión adecuada. Muy buena construcción, además.
    Sólo observo que aquí “…lo que me rodeaba, y de que en esos seis años no sólo le habían robado su infancia… hiciese, sin plantearse nada mas allá que su propia supervivencia… y no quería volver ahí…”, te pasas de la 1° a la 3° persona, y no entiendo por qué.
    Por lo demás, felicitaciones.

    Escrito el 5 abril 2015 a las 21:26

Deja un comentario:

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.