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En el limite - por isabel

El deslave ocurrido la tarde de ayer obligó a una mujer a entregar a su bebe a un lugareño desconocido, presagiando su destino una pesada roca cayó desde la montaña sepultando el frágil vehículo. Manuel Loyola un ermitaño de facciones duras y a sus cuarenta y siete años no había encontrado a nadie que pudiese compartir todo aquello que con trabajo duro había logrado. No salía de su asombro al escuchar por la radio que había estado encendida desde el amanecer cuando entre sus brazos una criatura lloraba. Estaba solo en su finca y a su mente venían imágenes de dolor y angustia, estar en ese momento y en esas circunstancias, ver el rostro desfigurado de esa mujer por el terror y salvar la vida de su tierna hija. Cual sería su futuro, acudiría a la policía, todos en el vehículo murieron
En la radio comentaban el hecho de que el camino estaba cerrado y lo estaría por algún tiempo, no le hacía falta nada; sus animales y la chacra con hortalizas que vendía en el mercado de Cerrallo le bastaba para vivir.
Tenía que alimentar a la criatura y decidió buscar ayuda. Rosario Buendia era una viuda desde hacia dos años y no había tenido hijos, de pronto creó en su imaginación la posibilidad de tenerla a su lado, ella era mucho mas joven que él y también solitaria aunque el trabajo en el campo habían endurecido sus rasgos no dejaba de vislumbrarse una extraña belleza indígena con su brillante cabello largo y negro hasta la cintura, sus pechos turgentes no habían terminado de florecer y con sus sueños aplazados su maternidad también.
Mientras Manuel se acercaba a la choza de Rosario sus cinco perros ladrando cual guardianes enfurecidos salieron a recibirlo, y la criatura de tanto llorar y el caminar lento de la bestia la arrullaron. Sin inmutarse ante feroz recibimiento y con su terca rudeza se acercó a la puerta. -Rosario que lo había visto desde su ventana salió muy despacio acomodando su trenza y aclarando la mirada pudo ver que en el talego de aquel hombre había una criatura.
-En que puedo ayudarlo señor
-Necesito alimentar a la niña y se haga cargo de ella
El desconcierto se apoderó de Rosario tomó a la niña en sus brazos y entró a su covacha en la que solo había un catre una mesa y dos sillas, el candil y una radio a batería que alguna vez algún forastero se la había ofrecido a cambio de posada. El ambiente se respiraba a limpio y con agua hirviendo en el fogón al que había puesto hojas de eucalipto y romero para el baño diario permitía relajarse.
La criatura dormía pero sabía que pronto despertaría así como su instinto despertó y salió a ordeñar a una cabra parida, sacó el agua del fuego y puso la leche a hervir.
Mientras tanto Manuel no encontraba la forma de como explicarle la situación y Rosario con su silencio eterno no preguntó nada
-Será mejor que me vaya dijo en tono seco Manuel
Rosario enfriando la leche lo miró con indefensión solo teniendo la certeza de que en sus brazos estaba el futuro de esa niña y que nadie solo Manuel conocía de donde había venido.

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4 comentarios

  1. 1. Leonardo Ossa dice:

    Hola Isabel. De alguna manera tu relato tiene afinidad con el mío. Cuento en mi historia un suceso de dos personas adultas, solitarias, en medio de un ambiente indígena que se han acompañado con una radio. Así es la vida, muchas veces las historias se rozan en ciertos puntos comunes tanto en la vida como en la literatura.
    Me agradó mucho leerte, y con seguridad, lo seguiré haciendo.
    Saludos.

    Escrito el 29 marzo 2015 a las 21:19
  2. 2. Eva dice:

    Hermoso relato. A mi me ha parecido el principio de una novela!

    Escrito el 30 marzo 2015 a las 20:23
  3. 3. isabel dice:

    Muchas gracias Leonardo Ossa y Eva.Es reconfortante saber que algo que haces de manera no profesional agrade.Les comento que el disparador fue real en mi historia, sucedió el mes pasado en Perú, una mujer entregó a su hija a un desconocido, bueno el resto me lo inventé.Otra vez gracias y espero mantenernos en contacto.

    Escrito el 31 marzo 2015 a las 16:11
  4. 4. Dan dice:

    ¡Buenas!
    Es cierto que recuerda en la ambientación al relato de Leonardo. El relato me parece, como ya te ha comentado Eva, un buen comienzo para algo más. Me encantaría saber cómo se desarrolla la vida de ese bebé.
    Si algún día te animas, ya sabes, no dejes de avisar.
    ¡Un saludo!

    Escrito el 15 abril 2015 a las 15:52

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