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Justo a tiempo - por Gladys Ruibal

JUSTO A TIEMPO
-¡Lara! ¿Vienes con nosotras? Iremos de compras.
-Lo siento chicas, quedé con mamá que iba a verla hoy, hace semanas que no la visito.
_ ¡Ay no! Qué pena que no puedas venir con nosotras.-Le dijo una de sus compañeras.
-No puedo dejarla plantada, la última vez no me habló por tres meses. Se enoja con facilidad.
-Comprendo, mis padres reaccionan igual contestó otra de las chicas. No te preocupes.
-Diviértanse por mí.
– ¡Ok! Nos vemos el lunes.
Se quedó sola en la oficina, así que ordenó su escritorio, cerró las ventanas y se demoró un poco antes de salir. En realidad no tenía ganas de ir. Si por ella fuera se hubiera ido con sus amigas.
Ya en el auto pensaba en el último tiempo de convivencia con su madre, fueron años de reproches mutuos. Lara la hizo responsable de la lejanía de su padre y su mamá parecía no perdonarle el hecho de haber venido al mundo.
Estaba a punto de llegar cuando comenzó a sonar su celular, como estaba manejando verificó quien la llamaba. Era ella. No le contestó, pues estaba llegando.
Su madre estaba en la ventana y cuando vio que estacionaba el auto se apresuró a salir a su encuentro.
-¿Cómo has estado mamá?
-Bien. Bien. Siempre hay algo para hacer.
Al entrar en la casa Lara percibió algo extraño en el ambiente, pero no supo reconocer que era. Miro a su alrededor, nada había cambiado de lugar y hasta la radio estaba encendida como cuando vivían juntas, algo que siempre le había molestado. Su madre evitaba el silencio.
Su madre se apresuró a servirle una taza de té y biscochos. Y fue en ese momento cuando se dio cuenta que sus manos temblaban como nunca. Por primera vez Lara noto su fragilidad, estaba más delgada y hasta el color de su piel había cambiado, su madre había envejecido.
Se dejó llevar por impulso, se acercó y sin medir palabras la abrazó como nunca lo había hecho. Por primera vez reconoció que no la odiaba, que era amor lo que sentía por ella.
El llanto de ambas mujeres inundo la sala, dando lugar a las palabras que nunca se atrevieron a pronunciar. Palabras de perdón, de reconocimiento, de amor. Una vez que se compusieron ambas, su madre se levantó y apagó la radio.
La tarde dio lugar a la noche, y ambas mujeres se entregaron a los recuerdos entre anécdotas y fotos. Prepararon juntas la cena y rieron como nunca.
Lara comenzó a visitar a su madre cada viernes. Ambas esperaban ese día con alegría. Llegaron a conocerse y amarse profundamente.
Al poco tiempo, su mamá falleció mientras dormía. Lara sufrió su perdida, pero al recordar sus tardes de viernes, dio gracias a Dios por haber tenido la oportunidad de compartir, justo a tiempo, los mejores momentos junto a ella.
Vendió la casa y todo lo que en ella había, pero conservó las fotos y la radio.
Actualmente cada vez que la visito le pregunto por qué siempre está la radio encendida.
Aun no me respondió.

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3 comentarios

  1. 1. Leonardo Ossa dice:

    Gladys Ruibal, tienes una historia muy cotidiana que nos toca a todos en algún grado de realidad. Yo soy de los que promulga un refrán que dice: “El mejor hijo para una madre es el que no está” pues en muchos casos los pensamientos maternos se dedican al ausente. Tu historia me hace reflexionar un poco a este respecto. El detalle final que señala que “siempre está la radio encendida” comprueba que en todos los lugares del mundo nos ocurre, que finalmente nos vamos convirtiendo poco a poco en una versión de nuestros padres.

    Escrito el 30 marzo 2015 a las 02:24
  2. 2. Fabián dice:

    Muy buenas Gladys Ruibal

    Es verdad que mucha gente no valora a sus padres o no les dedican el tiempo suficiente, hasta que es demasiado tarde.
    Muy bonito tu relato.

    •Forma

    La puntuación la encontré correcta, lo que si que habría que revisar son los fallos tipográficos, alguno de ortografía como el “bizcocho” (se corrige rapidísimo con el corrector automático del word), y algún que otro acento.

    •Contenido

    Me gustó mucho, es un relato que invita a reflexionar y a hacer lo mismo que la protagonista, dejar las diferencias de lado y simplemente disfrutar de ellos.

    La único que no me quedó del todo claro es el final, el narrador habla en primera persona: “Actualmente cada vez que la visito”, entiendo que se refiere a Lara ¿el narrador es el/la hijo/a de Lara? Pero si fuese así entonces me parecería un poco raro que ese hijo o hija me contase la vida de su madre y la abuela con tantos detalles, como si hubiese estado ahí en todo momento.

    Escrito el 30 marzo 2015 a las 18:16
  3. 3. KMarce dice:

    Saludos Gladys, tierna historia de reconciliación. Te felicito por ello; como te han dicho los compañeros, una reflexión para todos, sean o no padres, la vejez, la enfermedad llega y se lleva a los nuestros.
    Ya te han comentado algunos fallos, y ese tema del guión (alt0151) que debes utilizar, visualmente mejora mucho la facilidad de la lectura.
    También el giro del cambio del narrador omniciente por un narrador testigo. Mi preferencia personal en este caso, sería el primero, y cambiar ese último párrafo, si es omniciente puede perfectamente seguir a la protagonista en cualquier lado, así que en lugar de: “cada vez que la visito”, puedes usar el “cada vez que #sus hijos/ amigos ( u obviar esto)# la visitan…) así te desprendes de ese narrador testigo que no es omniciente, por ende no debería saber como se sienten o que sucede cuando el no está presente.

    Tu historia es muy dulce, nunca está de más reconciliarte con un ser amado, sea el padre, madre, hermanos o amigos. Mi experiencia fue que siempre fui amiga de mi madre, y tuve el privilegio de verla convertirse en ciudadana celestial, dejando este mundo en una paz sublime. Nunca dejaré de repetir, que el amor del hijo al padre es una bendición que se da y nunca regresa vacía.
    Nos leemos.

    Escrito el 4 abril 2015 a las 21:31

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