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PROGRAMA MORTAL - por JOSE VICENTE PÉREZ BRIS

Javier se encontraba al borde de un ataque de nervios. Su promesa, hecha semanas atrás, de presentar al editor veinticinco folios, resumiendo su próxima novela, iba a quedar en agua de borrajas. El plazo vencía al día siguiente, y ya había presentado excusas varias veces más.
Era inútil luchar. Llevaba varios meses sufriendo un bloqueo de ideas y su cerebro estaba achicharrado. Como si una fuerte corriente eléctrica le hubiera quemado los sesos. La cosa no pintaba nada bien, y el editor empezaba a sospechar que había juego sucio.
Se acercó a la ventana y echó una mirada a la calle. Era casi medianoche y solo algunos noctámbulos irreductibles circulaban embutidos en sus abrigos. Recordó un programa dominical en una emisora local de radio. Alcanzó el aparato y sintonizó el canal. Tras echar un vistazo a su mesa de trabajo con el folio en blanco acusándole en silencio, se tendió en el diván dispuesto a relajarse escuchando el programa. Se trataban de dramatizaciones sobre viejos cuentos de terror. Llevaba años en antena y tenía gran éxito de audiencia.
La melodía de presentación sonó a través de las ondas. Luego una voz bien modulada anunció el programa de aquella noche. “Hoy presentamos: La pluma diabólica”.
El narrador empezó a desgranar la historia. Un escritor al que le era imposible juntar dos palabras seguidas, tras sufrir un accidente de coche, compraba una pluma misteriosa en una librería de viejo. El anciano que se la proporcionaba, le dijo que cualquier mano con esa pluma asida, obraba milagros en el papel. Al volver a casa, el dueño ponía en práctica el hechizo y la pluma volaba sobre el blanco lienzo.
Javier sintió envidia del personaje. Ojalá encontrara él una pluma como aquella.
-¿Vas a estar siempre lamentándote, Javier? –tronó una voz muy parecida a la del narrador.
El joven pegó un brinco en el diván y quedó plantado en medio del cuarto escuchando en la noche. Se percató de que la radio había dejado de emitir señal. El silencio lo envolvía todo. Recorrió la casa, pensando que alguien se había colado dentro. Una risa escalofriante llegó desde su despacho.
-¿Puedes ser aún más estúpido? ¡Vuelve aquí inmediatamente!
Javier se acercó lentamente a su habitación, temblando de miedo.
-Bien, dijo la voz. Ahora te comportas con algo más de juicio. Pasa y siéntate en tu puesto de trabajo.
-¿Quién eres?-preguntó Javier asustado.
La voz resopló impaciente. –Pues quien va a tratar de que salgas del atolladero, ¡atontado!
-Ahora, siéntate y empieza a escribir.
Javier obedeció y se sentó a la mesa. La voz empezó a desgranar una historia que él copió punto por punto. A medida que las palabras quedaban registradas, se maravillaba del cariz que iba tomando la trama. Eso era lo que hubiera querido decir por propia mano.
Las horas pasaban y la voz seguía relatando monótonamente la narración. Los capítulos se sucedían y Javier apenas se mostraba cansado. Ya no era un resumen lo que salía de su pluma, sino la novela completa.
A la mañana siguiente, un hombre aporreaba la puerta de Javier en compañía de dos policías.
-Les digo que le ha pasado algo grave. Anoche me mandó un mensaje de madrugada, diciendo que casi tenía terminada su nueva novela. Le he llamado a primera hora y no responde. Tengo el presentimiento de que algo ocurre.
-Está bien, tranquilícese -respondió el agente.-Vamos a llamar a un cerrajero y entraremos.
Una hora después, el editor y los dos agentes, penetraron en el piso. Un silencio de muerte parecía dominarlo todo. Fueron habitación tras habitación, hasta llegar al cuarto del fondo.
Javier estaba sobre bruces en la mesa de trabajo. Los agentes comprobaron sus constantes vitales, comprobando que estaba muerto. La radio estaba encendida y un alegre programa musical salía de las ondas.
Uno de los policías señaló el manuscrito bajo el cuerpo, señalándose al editor.
-Esto debe ser para usted.
Tiraron de las páginas con sumo cuidado. Los tres hombres se inclinaron para leer las últimas palabras escritas.
“Una vez dada la plumada final, Simon contempló su obra con deleite. Pero la maldición aún no había dicho la última palabra. Un agudo dolor en el pecho, le hizo doblarse en la silla. En el estertor final, el escritor intentó asir la pluma, cayendo fulminado al suelo”.

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6 comentarios

  1. 1. Leonardo Ossa dice:

    Hola JOSE VICENTE, me ha gustado tu relato. Creo que a todos los que nos gusta escribir se nos ha pasado por la mente encontrar una fuente inagotable como la de “la pluma diabólica”, pero obvio, sin la connotación infernal, ni las consecuencias fatales.
    Hay algo que no me gusta de la historia, y es, que a la mañana siguiente el editor acude a buscarlo en compañía de dos policías. Me hubiese parecido que era mejor decir: “Dos días después, un hombre aporreaba la puerta en compañía de dos policías” porque así nos darías a los lectores un margen creíble de preocupación ante una ausencia. “A la mañana siguiente” es una indicación precipitada.
    Hasta pronto.

    Escrito el 30 marzo 2015 a las 14:43
  2. 2. beba dice:

    Muy original tu relato. Me gustó mucho. Manejaste muy bien tu… ¿pluma? Je, je. Salió prolijo y vibrante. Felicitaciones.

    Escrito el 31 marzo 2015 a las 03:25
  3. 3. JOSE VICENTE dice:

    Gracias Leonardo y Beba
    por vuestros comentarios.
    Un abrazo

    Josevi

    Escrito el 31 marzo 2015 a las 11:48
  4. 4. ILLARGUIA dice:

    Ay, el maldito bloqueo. Cuánta desesperación, y ¿no serías capaz de prestar tu alma al mismísimo d…?, por un éxito de ventas, un best seller, aunque solo sea por salir del anonimato y que tu nombre aparezca en letras doradas en las páginas de la veleidosa Fama.
    Es un buen relato, y como el cartero, la radio siempre suena dos veces.

    Escrito el 2 abril 2015 a las 11:02
  5. 5. Fabián dice:

    Muy buenas José Vicente

    Me ha dejado una sensación extraña tu relato, me gusta la idea pero no acabe de ver el tono.

    •Forma

    Cuidado con las repeticiones de palabras y sonidos similares:
    “varias veces más. Era inútil luchar. Llevaba varios meses… “
    “Los agentes comprobaron sus constantes vitales, comprobando…“
    “señaló el manuscrito bajo el cuerpo, señalándose al editor.“
    Hay alguna mas, pero dejando esto de lado te expresas muy bien hay frases construidas con mucha elegancia, simplemente evita reiterarte y caer en las redundancias.

    •Contenido

    No he acabado de entender qué era esa voz que oía, al principio pensé que se trataba de la inspiración pero al ver que no paró de escribir hasta que murió me hace pensar que estaba bajo algún tipo de influjo que no me quedó muy claro.
    ¿Era un cuento maldito?, Si es así deberian de haber amanecido ese día con muchísimos casos de muertes ya que el programa gozaba de buena audiencia.

    Con respecto a la sensación rara que me dejó, no acabé de entender tu intención a la hora de escribirlo, ¿querías escribir un relato de terror/miedo o algo inquietante?. Es que si es así esa ambientación no entra hasta casi el final del relato. La primera mitad es algo lenta y “cotidiana”, no hay elementos que me indiquen como lector que estoy frente a una historia de suspense, miedo, etc. Justo en la mitad me reí con el “atontado” que le suelta la voz, en ese momento pensé:”vale, será un relato divertido, ahora la voz hará de mentor enseñándole a base de hostias”, pero hacia el final se torna mas oscuro y acaba con una muerte.
    No se, creo que se podría construir de una manera mas concisa y explotar mas las sensaciones que se quieren dar.

    Escrito el 2 abril 2015 a las 11:30
  6. 6. Pikadili dice:

    Muy bueno, me encantan los relatos de terror. Coincido con las observaciones de Fabian en cuanto a la forma, cuidado con las repeticiones. Buen trabajo!

    Escrito el 2 abril 2015 a las 13:40

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