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La novela, la novena, el parte y el resto - por Bárbara Diaz-Munío

La abuela no nos dejaba escuchar la radio en paz. Mientras Franco inauguraba pantanos a la hora de comer la teníamos quietita. Cuando Helena Francis solucionaba en media hora los problemas sentimentales de sus auditoras, se callaba y se concentraba en la labor. Cuando se transmitían corridas de toros, los locutores nos cantaban las alabanzas de los chocolates Loyola o nos explicaban que marcas había un montón pero que las galletas habían de ser de Gullón, mi abuela en babia, alelada. Pero bastaba que dieran las cinco, la anheladísima hora de Ama Rosa, que esperábamos pañuelo en mano familiares y vecinas para que empezara a revolver.
—Buenas tardes —decía el locutor
— ¡Buenas tardes, caballero!
—Abuela, el locutor no la oye.
—Lo he dicho bien alto y además no cuesta nada ser educada, ¡concho!
—Como quiera pero: shhhhh, que nos perdemos lo que dicen.
—¡Sinsorgas! —nos insultaba—, su voz quebrada confundiéndose con la del locutor que cabalgaba sobre los últimos acordes de la sintonía:
—La Sociedad Española de Radio Difusión y su cadena de emisoras propias y asociadas presenta a Matilde Conesa, Juana Ginzo, José Fernando Dicenta, Julio Varela en AMA ROSA, de Guillermo Sautier Casaseca. La voz vibraba mientras resumía las peripecias de la tarde anterior, los últimos sinsabores y desventuras de Ama Rosa que, creyéndose morir, entregaba su hijo a una familia rica, quedando condenada a verlo crecer mientras servía abnegada a su familia, sin poder revelar su trágico secreto.
Esa tarde esperábamos con impaciencia el resultado del juicio de Ama Rosa. Con el pecho hinchado de suspiros, enjugábamos lágrima furtivas al oir las conclusiones del fiscal:
– Se trata pues de un asesinato con las circunstancias agravantes de nocturnidad, premeditación y alevosía. Por ello pido para la acusada la pena de treinta años de prisión mayor. Nada más, señor Presidente.
—Parco y valiente, feroz y ardiente!
—Abueeeeeeeela. — la silenciábamos indignadas pero apuradas porque Javier, abogado de la defensa, narraba ya la abnegación y el sacrificio de Ama Rosa:
—Y desde ese día, esa pobre, débil mujer consagra su vida a ese niño que es casi … su hijo. Durante años, esa sombra silenciosa, bondadosa sufre la humillación, el egoísmo, incluso la calumnia, que son los premios que esa familia le ofrece por conducta tan ejemplar. Y llora en silencio y sufre pero sigue adelante porque ese niño, que ya en su corazón es su hijo, la quiere y eso la recompensa de todo lo demás. Ese muchacho que crece, que se hace hombre, es su orgullo y daría mil veces la vida por él.
—Por él, por él, por él, por él, por él, que marchó a la guerra, que nunca hizo daño, que marchó a la guerra — cantaba la abuela.
—Abuela, por favor, de rodillas se lo pedimos: déjenos oir a Javier.
— ?Cómo es posible que toda esta banda de mujeronas esté aquí sufriendo en vano?
—Shhhhhh.
—Vale, calladita — decía—, mientras se corría una cremallera imaginaria delante de la boca. Javier proseguía su alegato:
—Cuando se entera de que el ser que ella adora es sospechoso de homicidio se entrega a la justicia dispuesta a sufrir cualquier castigo con tal de que ese hijo quede a salvo. Esta, señorías, es la historia de Rosa Alcazar.
El Tribunal absuelve a Rosa y ésta se desmaya durante la lectura del fallo. Y aquí nos dejó el narrador. Como siempre, el folletín se interrumpió en el momento álgido, dejándonos alborotadas.

— !Ay Dios mío ! ?Será que se nos muere? Mira que está delicadita del corazón.
—Dios no lo permita. Pensar que vamos a tener que esperar hasta mañana…mii tía salía al patio de luces y, mirando hacia arriba, gritaba:
—!Juani, Juani!
— ?Qué? -Respondía la vecina de arriba asomándose al patio
—Me tiene preocupada Ama Rosa.
—Es que son muchas las pruebas.
—?Tú crees que se morirá?
— !Animo mujer!. Acuérdate que tras el parto casi no lo cuenta pero ha vivido para ver a su hijo recibirse de abogado.
—Es verdad, pero es que estoy tan preocupada…
—No os aguanto más. Me voy a mear, que con tanto refajo hay que pensárselo con antelación.
—Abueeeeeela- chillábamos todas a una. Por favor, será ordinaria!
Mi abuela se reía entre dientes y se marchaba planeando el próximo golpe, dejándonos coloradas delante de las vecinas.

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5 comentarios

  1. 1. beba dice:

    Muy bueno. Simple, natural y ordenado. Chispeante de ocurrencias muy originales, y de alusiones bien montadas.
    Saludos, Margarita.

    Escrito el 28 marzo 2015 a las 22:47
  2. 2. marazul dice:

    Tu narración es un homenaje a los comienzos de la radio aquí en España, a esos programas que enganchaban y mantenían la expectación de las gentes sencillas que no tenían otro entretenimiento. A sus locutores y publicistas. Es un cuadro de costumbres muy bien ambientado y con un lenguaje coloquial muy logrado.
    Un saludo

    Escrito el 29 marzo 2015 a las 01:00
  3. 3. beba dice:

    Uuuhh. Mil perdones. ¿De dónde saqué que te llamabas Margarita? Bueno; vale la buena intención. Cariños.

    Escrito el 31 marzo 2015 a las 02:52
  4. 4. ILLARGUIA dice:

    Qué bueno Bárbara, ha sido un hallazgo la ocurrencia de beba de leer los 10 inmediatos al propio. Sencillamente genial.
    Me recuerda oír los ecos de los episodios de Lucecita, en una pausa de la máquina de coser, junto a las visitas.
    La radio es el amigo sordo, pero yo prometo seguirte en próximos episodios.

    Escrito el 2 abril 2015 a las 10:48
  5. 5. KMarce dice:

    Saludos Bárbara, ha sido un relato de fácil lectura, sin mucha explicación, sino la propia que la multitud de señoras y jóvenes anónimas frente a una radio. Con una abuelita muy encantadora, pese a ser tan desvergonzada.
    En resumen, me ha gustado, nací mucho después de esas historias pegadas a una radio, pero esos tiempos me parecen encantadores, en donde toda la familia hacia lo mismo.
    A lo que el taller nos manda, creo que tuviste un poquito de problema con las ¡?. Debe ser tu computadora, pero trata de usar siempre los signos correctos, creo que prefiero ver solo el último y no ver al inicio un signo errado. Alt+168 para ¿, y Alt+173 para ¡ crea un macros para que no se te pierdan. 😛
    Me han corregido mucho el exceso de comas, y por ende ahora me fijo mucho en mis escritos y los ajenos. Veo comas que podrían ser obviadas para dar mas fluídez a la lectura. Te recomiendo utilizar un lector automático, al ser un programa le dará el silencio “real” y podrás notar que a veces, una coma menos, es más.
    Como leerás, son puntitos de fácil corrección, pulir de perlas este relato tan gracioso y encantador.
    Nos leemos.

    Escrito el 27 abril 2015 a las 20:40

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