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Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

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Soñar con manchas - por propongo4

Mi madre retiraba la ropa para hacerme un hueco en la cómoda y poder sentarme en la esquina con las piernas colgando. Cada tarde de diario escuchaba la cantinela de que no le manchara de Nocilla aquellas piezas de telas blancas ordenadas por tamaños, mientras merendaba.
El ruido de la máquina de coser entorpecía aquellas voces de la radio, mi madre paraba de vez en cuando para oír mejor, levantaba la cabeza y perdía la vista por la ventana, observando el ir y venir de la gente del barrio.
A mí me gustaban más otras emisoras, esas que ponían mucha música, y los locutores sólo gritaban consignas. Siempre hablaban cuando sonaba las canciones más nuevas, haciendo que mi hermano se enfadara con ellos por no haberla podido grabar “limpia”.
Ella en cambio sólo oía emisoras de hablar. Había un programa que sí decían cosas interesantes, no siempre, donde un locutor con voz profunda leía una carta y una señora le contestaba. Muchas de estas cartas eran de amor: mi marido ya no me entiende, no me saca a pasear, me contesta de malas manera, sólo le interesa el fútbol, mi novio quiere antes de casarse…, pero esas no eran mis preferidas. Las que a mí me gustaban eran las que le pedían consejo sobre manchas.
“Querida Elena Francis, le hemos regalado un piano a nuestra hija pequeña, que nos ha dicho la hermana del Colegio del Sagrado Corazón, que tiene aptitudes para la música. Como somos una familia numerosa, tenemos siete hijos, hemos comprado un piano de segunda mano. Mi pregunta es cómo podría limpiar las teclas del piano, tienen un color amarillento que desluce mucho. El piano tiene un aspecto inmejorable, sin rasguño alguno en la madera que hace que parezca nuevo. Quedándole muy agradecida una amiga de Sigüenza.”
Rápidamente mi cabeza se llenaba imaginándome cómo podría ser una casa con siete hijos. Y pensándolo bien, seguro que uno o dos abuelos vivirían con ellos, como en la mayoría de las casas de mis compañeras de colegio. Los deberes se tendrían que hacer en la mesa del comedor, discutiendo por más espacio que tu hermano, que al levantarte para hacer punta al lápiz te desaparecía la goma de borrar. No me costaba nada recrear el ruido ensordecedor de todos hablando a la vez y la hermana pequeña haciendo escalas en el piano.
Allí no tendrá cabida ni la voz de la radio ni el ruido de una máquina de coser.
Otra de las manchas que consiguió tenerme más de una tarde entretenida, no en limpiarla, ya que la respuesta normalmente no me interesaba y no le prestaba atención, fue la de un vestido de comunión. Tenia una mancha amarilla de leche en el canesú y parte del volante de la falda, una falda larga con bordado. Era la tercera vez que se iba a usar el vestido y aún quedaba otra hija que le haría falta para dentro de un par de años. Se había ensuciado el año anterior, le habían intentado limpiar con un paño húmedo y un poco de amoníaco, lo guardaron en la caja y este año al sacarlo han visto que la macha persiste.
Yo había hecho la comunión ese mismo año en la parroquia de mi barrio, los curas, que decían de ellos que eran muy modernos, no nos dejaron vestir de princesas, ni a los niños de almirantes. Algunas niñas hicieron trampas, llegaban hasta la plazoleta de la iglesia de vestido largo y allí les quitaban la sobrefalda que luego volvieron a ponerse a la salida. Mi vestido de domingo de color hueso, con unos bordaditos marrones y un lazo de terciopelo, no podía competir con el que me imaginaba: el de la mancha de la radio. Seguro que estaba confeccionado con: organza, raso, tul, seda, batista o tafetán, nombres de tejidos que nombraba mi madre y que me parecían todos maravillosos.
Es ahora, que han pasado más de treinta y cinco años, que la radio que me acompaña, como decía mi madre, es de hablar. Me gusta que me expliquen cosas y ahora creo que las entiendo todas, unas historias y personajes me gustan más que otros, pero todos me acompañan. Ya no oigo la radio, la escucho y sus historias ahora también me hacen soñar y no solo con manchas.

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4 comentarios

  1. 1. Luis Ponce dice:

    propongo4: así se escribe la historia, con pequeños retazos de vivencias bien contadas.
    Me ha gustado mucho por lo íntimo del relato y por lo sencillo del tema. No tienes muchos personajes, no pasan dramas interesantísimos, pero tienes una vida que muchos te la envidiarían.
    Te felicito, me ha gustado leerte.

    Escrito el 30 marzo 2015 a las 18:53
  2. 2. propongo4 dice:

    Gracias Luis. Me gusta escribir cosas sencillas, sacar partido a vivencias, que pueden ser mías o en muchos casos de mi familia. Para este reto hice tres relatos y me costó mucho decidirme cuál enviar.
    Por cierto, es la primera vez que envío un texto a Literautas, hace poco que descubrí la web y es el primer reto al que me podía presentar.
    Reitero en las gracias, hasta ahora sólo leían mis relatos la gente cercana a mí, pensaba que les gustaba por ser yo, ahora después de recibir buenas críticas de gente que no me conoce… es otra historia.
    Muchas gracias también a mis tres críticos.

    Escrito el 31 marzo 2015 a las 21:20
  3. 3. Marcelo Kisi dice:

    Hola propongo4!
    ¿Cómo hago, por medio de este pobre comentario en la web, para contarte lo bien que escribís? ¿Dónde te habías escondido? Es como dice Luis, un mosaico de leves pinceladas que construyen una escena poseedora de una fuerza mágica y magnífica. Es la sencillez, la sensibilidad, la visualidad en las imágenes, y a la vez la originalidad: ¿una niña que se apasiona por las manchas? ¡Brillante! Me hiciste transportar a décadas pasadas, con programas de la tarde que unían a mujeres en tardes que sólo suponíamos sin acción. También me hiciste emocionar, y eso en mí es mucho.
    Como aporte, yo trabajaría algunas oraciones demasiado largas, en las que te complicás con las aposiciones o subordinadas. Por ejemplo: “Otra de las manchas que consiguió tenerme más de una tarde entretenida, no en limpiarla, ya que la respuesta normalmente no me interesaba y no le prestaba atención, fue la de un vestido de comunión.”
    La solución es, sencillamente, descomponerla: “Hubo otra mancha que consiguió tenerme totalmente entretenida. No en limpiarla, porque la respuesta normalmente no me interesaba y no le prestaba atención. Se trataba de la mancha de un vestido de comunión”.
    Algo así. Fijate que hay algún par de casos más. Si la desarmás, cada parte cobra más fuerza, ya no estará subordinada a nadie.
    Como detalle pequeño, habrás visto que el “ya que” te lo cambié por “porque”, que se ajusta más a tu estilo simple y directo. Como regla general, te recomiendo evitar todas esas formas de escritura supuestamente elegante: “ya que”, “el mismo” (hay otras, no me las acuerdo), que son formas utilizadas o bien en cartas formales, o por jugadores de fútbol cuando los entrevistan 😉 Delatan que el que las usa está tratando de escribir o hablar bien, y le sale como forzado. Tu escritura es exquisita, y suficientemente natural como para no dejar al descubierto “las huellas de la producción”.
    Sinceramente te felicito, creo, como diría un argentino, que sos una “tapada” (un talento no descubierto) y espero y te propongo entusiastamente que sigas escribiendo, y que quieras seguir compartiéndolo con nosotros, que aquí te estaremos alentando y ayudando.
    Saludos!!
    PD: una manera de darte más a conocer por aquí, dado que somos tantos (eso, “dado que” también es una partícula que yo prohibiría en narrativa, jaja) es participar, leyendo y comentando los relatos de los demás compañeros, y de paso otros aprenden de vos (si lo hiciste, ignorá esta parte, pero lo digo porque yo no vi ningún comentario tuyo en los que yo comenté). Suerte!

    Escrito el 3 abril 2015 a las 00:08
  4. 4. Josefina Bold dice:

    Hola propongo, quizás porque somos de la misma generación no me cuesta nada transportarme a esas tardes de plancha, nocilla y Señora Francis. La visualizo y casi la huelo. Me gusta cuando algo tan sencillo como tu relato me llega de manera tan directa. Seguramente se podría pulir más la historia y el estilo, y probablemente todos los consejos que te den serán acertados. A mí, lo único que me falta es una voz que me lea tu narración al oído como leían las consultas de manchas en aquellas tardes de radio.
    Muchas gracias!

    Escrito el 12 abril 2015 a las 23:27

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