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Señoras y señores - por Jesús Bravo

Tenía razón mi abuelo cuando me dijo que todo se recuerda mejor con el paso del tiempo. Puedes sufrir un atraco y no recordar si te amenazaron con una pistola o con un cuchillo, pero pasados unos días, quizás seas capaz de recordar hasta con qué mano sujetaba el arma aquel despreciable que intentó llevarse tu dinero.

Aquella tarde jugaba con mi hermano en la alfombra del salón. Jamás olvidaré lo áspera que era, y la extraña sensación que me brindaba cuando apoyaba mis manos sobre ella.
Mi hermano todavía gateaba, pero cuando agarraba uno de los coches de madera lo hacía para hacerlo rodar por todo el suelo llegando incluso hasta la cocina en algunas ocasiones, provocando que mi madre tuviera que esquivarle.

Mi padre entró por la puerta con la chaqueta sobre el brazo derecho, colgó su sombrero y besó a mi madre.
Las cosas no habían ido muy bien los últimos tiempos. Ambos discutían a menudo, oí que iban a despedir a mi padre y encima había comenzado a fumar.

Al momento nos besó en la cabeza a mi hermano y a mí, encendió un cigarro y se acercó hasta el mueble del salón. Un mueble difícil de olvidar. Color blanco, con formas redondeadas y únicamente con un agarradero en una de las puertas. La otra hacía tiempo que carecía de él. Mi madre le repitió en más de una ocasión que lo arreglara, pero mi padre le recordaba que allí tenían discos de vinilo y no quería que mi hermano y yo los estropeásemos. Años más tarde me enteré de que aquel asa nunca volvió a su sitio debido a que mi padre no quiso reconocer que no sabía cómo arreglarlo.

Sobre el mueble había una maravillosa radio. Quería ser mayor solo para poder tener la mía propia y poder escuchar toda la música que quisiera. Marrón, de madera suave y varias ruedecitas que podías girar de manera infinita. De vez en cuando mi padre se acercaba a mí y me susurraba al oído "algún día será tuya".
Siempre que encendía la radio me acercaba corriendo y gritaba a los cuatro vientos un "¿puedo elegir?". Entonces unas manos me agarraban, me aupaban y buscaba en el dial aquello que más me gustara. Cuando encontré algo de música de orquesta me bajaron y regresé para seguir jugando con mi hermano.

El periódico se abrió de par en par mientras unas gafas negras elegantes ayudaban a mi padre a leer las noticias del día.
La cena hacía rato que distribuía su magnífico olor por toda la casa. Mi madre salió de la cocina con dos platos en las manos y una sonrisa.
De pronto, mi madre se detuvo antes de llegar a la mesa. Mi padre bajó el periódico y lo soltó. Al momento se miraron y nos mandaron bajar de las sillas y seguir a mi madre. Enseguida nos puso los abrigos. "¿Vamos a la calle?" pregunté, pero solo contestaron un "¡vamos, deprisa!".

Si no fuese porque escuché el ruido de las pisadas habría jurado que podía levitar sobre los escalones del sótano. Lo odiaba. Había mucha humedad y se escuchaban ruidos.
Abracé a mi hermano, que temblaba de miedo o de frío, y le dije que no pasaría nada. Ni siquiera yo sabía si pasaba algo.
Mi madre esperó hasta que entrase mi padre, con una escopeta en la mano, y cerró la puerta.

Comenzaron a hablar entre ellos, y en voz tan baja que solo escuché "guerra" y "explosión". Mi madre se acercó, se acurrucó junto a nosotros y nos dijo "tranquilos, todo saldrá bien". Los tres temblábamos ante lo desconocido.

Después de un buen rato, que me pareció una eternidad, mi padre decidió salir al no escuchar nada fuera del sótano. Subió las escaleras y esperamos unos instantes. Más tarde, desde arriba nos dijo que subiéramos, que todo estaba tranquilo.

Mi padre se asomó por la ventana muy serio, y pudo comprobar que todo estaba en absoluta calma.
El cigarro se había consumido sobre la mesa y había agujereado levemente el periódico.
La cena se había enfriado y la radio seguía encendida. Me acerqué hasta ella, con una silla para subirme y cambiar el dial. Los músicos de la orquesta se habían ido a dormir y en ese instante algunas personas hablaban sobre marcianos, máquinas que echaban rayos de fuego y guerra entre mundos. Decidí escuchar unos minutos pero mi padre se acercó, y en silencio, la apagó.

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5 comentarios

  1. 1. Leonardo Ossa dice:

    Hola Jesús Bravo. El sentimiento que has despertado en mí, es el de la impotencia que sentía cuando siendo niño debía obedecer las decisiones de los mayores. Acá, veo en tu relato que el protagonista también acoge con sumisión la decisión paterna de no escuchar más la radio. Un texto que despierte un sentimiento cumple con su cometido.
    Un saludo.

    Escrito el 30 marzo 2015 a las 00:01
  2. 2. Fabián dice:

    Muy buenas Jesús Bravo.

    Logras transportar al lector a la época en que la radio era el centro de entretenimiento familiar, y solo manipulada por el hombre de la casa.

    Te comentare en dos partes, primero la forma y luego el contenido como hacemos en el formulario.

    •Forma

    Los ojos vuelan por tus palabras, no me he encontrado trabas que me distrajesen de la lectura, y cuando quise acordar ya había acabado. Eso indica una buena puntuación, buena elección de palabras para no crear sonidos repetidos,etc. Buen trabajo.

    •Contenido

    En este tipo de relatos donde el protagonista es quien me narra la historia me suelo encontrar con el mismo problema siempre: al segundo párrafo se pierde la sensación de anécdota contada.
    Y creo que esto pasa por que no hay acotaciones del narrador que indiquen y me recuerden continuamente que estoy ante un personaje que me esta contando su historia, algo del pasado que sucedió hace mucho tiempo y que lo revive con su memoria.

    Con acotaciones me refiero a simples introducciones en las frases en plan:”Recuerdo que”, “En ese momento pensé” o como bien has hecho tu: “Años más tarde me enteré de”, “Un mueble difícil de olvidar “,etc, pero me hacen falta mas acotaciones de este tipo, por que narra con tan buena memoria que se me olvida y creo que es algo que está pasando en ese momento, en el presente.
    Cuando una persona está recordando algo y nos lo cuenta suelen expresarse de esa manera, haciendo referencia a sensaciones que sintieron en determinado momento para acentuarlo, o pequeñas lagunas que no recuerdan del todo bien en algunos tramos específicos de la anécdota, ya que no estaban prestando atención a todo el escenario en sí, o la propia memoria desechó la información irrelevante.

    Siguiendo con el mismo tema, el párrafo que me explica que los padres estaban pasando por un mal momento no aporta nada a la trama, al nudo ni al desenlace. Es un ejemplo de algo que su memoria debería de haber suprimido o dejado de lado a la hora de contar la anécdota.

    La descripción de la radio es justo el mejor ejemplo de un elemento relevante dentro de ese momento de su vida, ya que le tenia especial apego es normal que la recuerde con todo lujo de detalles. Ahí lo hiciste muy bien.

    Cuando la madre se detiene y el padre baja el periódico, el protagonista podría decir algo como “en ese momento no oí nada raro, pero mis padres se miraron,etc etc”, para continuar dentro de la anécdota y no dar la sensación que te explicaba antes, de creer estar leyendo sucesos presentes.

    Escrito el 30 marzo 2015 a las 11:46
  3. 3. Jesús Bravo dice:

    Hola Leonardo Ossa:
    Gracias por compartir conmigo el sentimiento que te despertó el relato. Espero que la próxima vez sea un mejor sentimiento el que vuelva a ti.

    Un saludo.
    __________________

    Hola Fabián:
    Gracias por todas tus valoraciones. La verdad que según iba leyendo confirmaba con la cabeza cada una de las observaciones. Las anoto y las instalaré en mi cabeza en mi próxima incursión.

    Con la inclusión de los problemas entre la madre y el padre pretendí que tuviera una relación con el final, pero creo que yo mismo me encerré en la extensión del relato y ahí corté el hilo de la conexión.

    De nuevo, gracias por todo.
    Un saludo.

    Escrito el 31 marzo 2015 a las 23:33
  4. 4. KMarce dice:

    Saludos Jesús. Soy una persona terriblemente visual, y me fue muy fácil para mí ver ese escenario en un ambiente de los años cincuenta, con una horrenda alfombra verde, un vestido a flores y los nenes con sus camisetas a rayas. Muy vívido para mí, sobre todo porque tiendo a rellenar imagenes que el autor no relata, máxime si lo hace con tanta precisión como tu lo hiciste.
    Mi debilidad siempre es y será el detalle, los relatos planos no son de mi gusto, me encantan esos detalles, y no pienso que a la memoria del niño hallan pasado desapercibidos, porque yo misma tengo memoria fotográfica y recuerdo hechos muy detallados y concretos de mi niñez, desde mis tres años, máxime si ese recuerdo está anudado a un hecho de relevancia. Adicional, que la explicación inicial nos describe que esos detalles no se olvidan y se refrescan con el tiempo.
    Me ha gustado la fluídez de la lectura, muy atrapante y ligera. A segunda lectura si he notado lo que no noté en la primera.
    Tu relato se parece un poco al mío, el tuyo en un pasado y el mío en un presente.
    A manera de pulir tu relato es que recuerdes que todo lo que va entre los signos ¡!¿? iniciará siempre con mayúscula. A veces lo hiciste y otras no. Si el encomillado corresponde a un diálogo, debes anotar los dos puntos previos (…nos dijo: “Tranquilos, todo estará bien”.)
    Y coincido con Fabián al relatar el momento de “suspenso” previo a que la familia busque refugio. No hay un indicador que nos muestre la preocupación de los padres.
    Por lo demás, puedo decirte que he disfrutado mucho tu relato, en mi exhorbitante imaginación fue una visión de mucha textura, color y formas.
    Te felicito. Nos leemos.

    Escrito el 2 abril 2015 a las 23:35
  5. 5. Jesús Bravo dice:

    Hola KMarce:
    Me alegra que te haya gustado. Siempre intento que los detalles sean la base de mis textos. Sé que la persona que lo lee debe imaginarlo pero creo que siempre hay que darle un punto de color y echar un cable a la hora de imaginar algo mientras se lee.

    Los entrecomillados, en principio no se encuentran en un diálogo. Son frases sueltas de cada personaje en ciertos momentos que ayudan a continuar (creo yo) la lectura y a seguir la escena, pero en ningún momento hablan entre ellos como diálogo clásico.
    En cuanto al suspense, es cierto que debería haber añadido algo más. Me lo apunto para futuros textos y darle más énfasis a esa parte.

    Agradezco tus comentarios, los buenos y los que me ayudan a mejorar. Nos seguimos leyendo.

    Un saludo y gracias.

    Escrito el 6 abril 2015 a las 11:32

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