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Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

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Interferencias - por -migo

Hace unas semanas, aquella fría mañana de sábado parecía un loco con ese cable en la mano intentando colarlo por detrás de la tubería de la calefacción. Ya había cubierto en espiral todo el tramo de tubo que salía del radiador, y con los dedos abrasados sin apenas sensibilidad intentaba torpemente anudar el extremo del cable al antiguo transistor de mi abuelo. Si me viera… tan sólo me falta el gorrito de aluminio para que me llevasen al loquero. En internet se leen cosas muy absurdas, pero quizá los absurdos seamos los que, una mañana sin nada que hacer, lo llevamos a la práctica.

Había seguido el tutorial al dedillo y era el momento de girar la rueda, oír el clic y comenzar a escanear frecuencias. Llevaba un par de horas oyendo ruido de fondo así que me fui a la cocina a prepararme un almuerzo. De pronto comencé a escuchar una musiquilla que se repetía cada quince segundos y tras un ciclo de cuatro cantinelas una voz femenina de acento americano dio una serie de números. Cogí un lapicero y en mi cuaderno de rayas comencé a anotarlos.

La curiosidad se apoderó de mí el resto de días: empecé anotando los números, luego el número de cantinelas que sonaban antes de los números, más tarde me di cuenta de que la duración de la música también variaba en las secuencias. Debía existir un patrón. Roía el lapicero intentando sacarle el sentido a todo eso. Miré alrededor y la imagen del cable saliendo del radiador me sacó una carcajada. Era todo como las antiguas películas sobre la Guerra Fría que mi abuelo me ponía en ese televisor en blanco y negro destartalado. Espías… de pequeño me apasionaban las historias de espías. Tal vez estas señales estuvieran grabadas de hace cincuenta o sesenta años, tal vez no.

Acudí a internet para intentar encontrar la manera de obtener el código que descifrara el mensaje. Y en el blog de un adolescente ruso que se dedicaba a rootear móviles había un apartado abandonado donde se ofrecía un algoritmo que funcionaba con algunas de las secuencias que tenía apuntadas.

Fueron días de arduo trabajo pero al final conseguí descifrar el código. Entendí que las veces que se repetía la cantinela y la duración de la musiquilla indicaba una fecha y una hora. Los números que se pronunciaban a continuación equivalían a un dial. Encendí el transistor, subí el volumen y lápiz en mano comencé a anotar y obtener fechas hasta que allí apareció: el día en el que estaba, y la cita en dos minutos. Giré la rueda del dial hasta el número que obtuve, lo repasé una, dos y hasta tres veces. Estaba seguro, pero allí no sonaba nada. De pronto el ruido de fondo se hizo mudo y unos eternos segundos transcurrieron. Una voz joven, dulce y cálida me daba la bienvenida. Estaba emitiendo desde Buenos Aires y a continuación daba las instrucciones para configurar una emisora de radio para realizar una prueba de lo que ella denominaba rebote lunar.

Ahora me he puesto mi mejor sombrero de aluminio, he tomado la vieja emisora de mi abuelo, y aquí estoy, apuntando con la antena hacia la luna para poder hablar con mi amiga bonaerense.

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4 comentarios

  1. 1. grace05 dice:

    Una historia fantástica de algoritmos y locura. Me gustó mucho tu relato, admiro a quienes pueden escribir tales fantasías y volar con la imaginación a otros mundos y tiempos.
    ¡Buen trabajo!!!! ¡Te felicito!!!!
    Te invito a comentar 114

    Escrito el 30 marzo 2015 a las 22:32
  2. 2. -migo dice:

    Gracias por los comentarios y a los comentaristas.
    Me decidí a escribir el relato en las últimas horas antes de que acabara el plazo (de hecho lo entregué rozando el larguero, por fuera) así que fue todo algo precipitado y sin apenas revisión.
    Uno de los comentarios vio muy bien este hecho, que provoca un ritmo sin respiro (como el que no tomó el escritor). Es curioso cómo los relatos se contagian de nuestras circunstancias.

    Me quedé con ganas de escribir más sobre ese “rebote lunar” por el cuál alguien puede comunicarse con otra persona al otro lado del mundo emitiendo su señal contra nuestro satélite, que actúa como un espejo. Una idea romántica en estos tiempos de telecomunicaciones que inspiró este relato.

    Escrito el 30 marzo 2015 a las 23:35
  3. 3. Nhoa dice:

    Me parece muy curioso cómo dos relatos con título idéntico como el tuyo y el mío sean tan diferentes. La idea buena, puede que llevada algo frenética. ¡Saludos!

    Escrito el 30 marzo 2015 a las 23:38
  4. 4. Cesar A. Martin dice:

    Hola -migo,
    Es un relato muy interesante, con más tiempo para depurarlo será magnífico. La presentación del protagonista a través de sus acciones es muy buena, luego es cierto que se nota más precipitación.
    Pero, sin duda es un buen trabajo.
    Un saludo

    Escrito el 1 abril 2015 a las 12:24

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