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La maldición - por Andrés Sulbaran

El cosmos se reflejaba en el agua y eso a Daniel le fascinaba. Le había agarrado el gusto a hacer aquellas caminatas nocturnas por la costa, algo de bueno debía tener el haberse mudado (Otra vez).

Su edad era de 17 años pero gracias a su alto historial de lectura se le hubiera podido calcular una edad mental de 40 años, era inseguro pero curioso para sus aficiones, su físico no destacaba ni en lo malo ni en lo bueno, Daniel simple y llanamente era… Daniel, una persona común y corriente, y él lo sabía muy bien pero hacía ya mucho tiempo que eso dejó de importarle.

Seguía caminando, lo hacía descalzo para así sentir el oleaje en sus pies, cuando divisó a lo lejos una botella oscurecida la cual se interponía en su camino. Mientras se fue acercando más y más a ella se dio cuenta de que estaba enterrada en la arena y que no era una botella como cualquier envase de soda ya que parecía más robusta y con un corcho de vino en la boquilla.

Al estar totalmente frente a ella, y pensando que no tenía nada más que hacer, la desenterró y la alzó a la luz de la luna. Era una botella antigua verde oscura y tenía algo adentro; parecía un trozo de papel enrollado. Daniel con ligera sorpresa que acrecentaba su curiosidad quitó lo más rápido que pudo el corcho y, sosteniendo la botella con la boquilla hacia abajo, utilizó sus dedos para sacar aquella nota misteriosa.

Daniel, pensó en todo momento que aquello sería una tontería que cualquier adolescente hubiera hecho, pero al momento de sacar y desenrollar aquella misiva pudo comprender que no hubiera podido ser obra de un adolescente, decía:

"Bienaventurados sean aquellos quienes encuentren este mensaje portador de malos augurios… Desde ya doy las gracias; gracias infinitas y a la vez pido perdón y suplico que, en su entendimiento, pueda usted poder perdonar a este desconocido receptor el cual pasa hacia su persona una maldición.

Una maldición que ha trascendido a través del tiempo y perjudicado a sea quien sea su portador sin perdonar razas o estatus social.

Desgraciadamente he de informarle que no puedo contarle nada más al respecto, no puedo decirle cómo será su futuro sufrimiento ni mucho menos cómo poder salvarse de él…

Doy, nuevamente, gracias por haberme salvado y pido, otra vez, perdón por hacer que usted tome mi lugar…

Le deseo la mayor suerte de todas y que Dios tenga misericordia de su persona.

Antonio Marco Baldemar Marques. 27 de Mayo de 1423"

Daniel dejó de leer la carta con incredulidad. Era escéptico hacia ese tipo de cosas por lo que rompió el papel y lo lanzó al mar pero, al hacerlo, notó algo… Algo extraño en las aguas.

Habían formas sobre el oleaje, siluetas negras que se extendían por todo el tramo que la vista de Daniel pudiera alcanzar. Dichas siluetas se iban acercando poco a poco a la playa, Daniel estaba estaba a punto de paralizarse pero comenzó a correr de vuelta a su casa. El miedo aumentaba a desesperación cada vez que miraba hacia el mar y veía aquellas sombras monstruosas acercarse más y más a él.

Al llegar a casa intentó buscar a sus padres pero no había nadie, era imposible, cuando él dejó la casa hace una hora se aseguro de que sus padres estaban durmiendo para poder salir tranquilo. Y ahora no había nadie…

Corrió hacia las casas cercanas a la de él pero no obtuvo respuesta de nadie por más que gritara y golpeara las puertas. Estaba completamente solo.

Mientras corría intentando buscar la ayuda que, cada vez se daba más cuenta de ello, nunca conseguiría, volteaba y observaba cómo aquellas monstruosas siluetas oscuras se aproximaban a él despidiendo un hedor de putrefacción y mar imposibles de soportar.

Hasta el día de hoy, Daniel sigue corriendo y sus padres lo siguen buscando…

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2 comentarios

  1. 1. Margarita Graña dice:

    Hola Andrés, me ha gustado tu cuento,es una idea muy buena.La curiosidad mata al protagonista. No entiendo por qué razón es para mayores de edad, no veo el impedimento para que lo lea un menor.

    Como comentario te diría que cuidaras la ortografía, que afea cualquier cosa que se escriba, por más buena que ésta sea. Y también el uso de las comas sería de mirar con cuidado.

    Felicitaciones

    Escrito el 28 abril 2015 a las 18:14
  2. 2. beba dice:

    ¡Muy buena idea! Me encanta la carta de la maldición con sus hipócritas disculpas.
    Encontré algunos detalles para mejorar en acentos y comas. Si lo relees los encontrarás pronto.También palabras próximas repetidas.
    Los últimos párrafos aparecen como muy poco elaborados; tal vez el apuro por las 750 palabras… Está bien que el emisor (no “receptor”) no pueda explicar la maldición; pero debiera desprenderse de lo que le va pasando a Daniel.¿No puede detenerse? ¿Nadie lo ve? ¿Nadie más que él ve esas formas horrendas?¿No puede amañarse para pasarle a otro la maldición o romper el conjuro? Tal vez estos interrogantes que te hago, con el debido respeto, te ayuden a lograr elaborar el desenlace.
    Saludos.

    Escrito el 4 mayo 2015 a las 22:11

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