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La maldición - por Aran

Hacía cuatro años que mi hermana y yo nos trasladamos a la mansión de Don Jacinto. Ella era su esposa, y al ser huérfanas, me llevaron con ellos; pero no era feliz, ninguna de las dos lo éramos. Las fiestas y reuniones no nos hacían más dichosas; participábamos, sí, pero eran puro formalismo, y Don Jacinto era dado a mantenerse distante, muy en su papel de amo y señor. Mi hermana Julia sufría al verse casi como un mueble para su marido.

El era un brillante y admirado escritor de novelas de terror, esto último creo que fue lo que embelesó en un primer momento a mi hermana, aunque casi le doblaba la edad. Poseía una gran biblioteca, la cual yo visitaba a menudo para huir del aburrimiento y poder comentarlas luego con Julia, cuando me visitaba en mi cuarto antes de que subiera el señor y la reclamara.

Me distraía observando por la ventana cómo se acercaban los elegantes carruajes de la alta sociedad para aquellas recepciones; luego bajaba al salón para recibirlos sin mucho entusiasmo pero engalanada con la ayuda de mi doncella, Clara.

Una de las motivaciones de esas fiestas era la simpatía de Lorenzo, un joven que nos hacía reír tanto a mi hermana como a mí y de cuya simpatía todos estaban al tanto.
Sin embargo, todo dio un giro dramático e inesperado: una mañana me comunicó Don Jacinto que Julia había sido ingresada en un sanatorio mental debido a sus crisis nerviosas. Cierto es que últimamente yo la encontraba muy alterada, triste, con la mirada perdida, como si ocultara algo, aunque no me atrevía a preguntar.

Pero tras esto me desgarró la más terrible de las noticias: "La señora Julia ha muerto", me informó Clara con lágrimas en los ojos.

No salía de mi dormitorio, la doncella era quien me subía algo de comida que apenas probaba. Por más que le pedía explicaciones a Don Jacinto y al servicio de la casa siempre me encontraba con evasivas. Se dejaron de lado las fiestas aunque recibíamos visitas para dar condolencias; sin embargo, me parecía totalmente extraño la ausencia de Lorenzo.

Lo que no me parecía extraña era la actitud de Don Jacinto;
seguía distante conmigo y debo decir que incluso de él necesitaba palabras de consuelo, pero éstas fueron escasas y por puro compromiso hacia mí. Me encontraba completamente perdida, abandonada y por si fuera poco no me pude despedir de mi hermana. Cierto es que en las últimas semanas había una angustia en sus ojos nunca vista, además creo recordar cómo discutía con su marido de noche ahogando las voces para que yo no los oyera desde mi dormitorio. Jamás hubiera imaginado ese final, ¡pobre Julia! ¿Por qué no recurriste a mí?, aunque yo poco podría haber hecho.

Entonces una mañana al despertar, encontré entre mis sábanas un ejemplar de \\\\\\\"La Maldición\\\\\\\", el libro favorito de mi hermana y escrito por Don Jacinto. Yo sabía que ella lo tenía guardado en un cajón de su tocador. La piel se me erizó cuando, al hojearlo escaparon varias páginas ajenas al libro y escritas con la letra de Julia:
\\\\\\\"Querida Nora, no sé qué ocurrirá. Ha pasado algo que no me atrevo a confesarte y que hiere el orgullo de mi esposo en lo más hondo. Por favor, confía en mí, no me olvides nunca\\\\\\\".

Corrí a buscar a mi doncella,ella debía saber:
_¿Qué sabes de Julia?_ la zarandeé_ ¡Por favor! ¿Me has mostrado tú ese libro?
_ Señorita Nora…yo no puedo…
_ ¡Contesta!_ le grité_ ¿Qué le ha pasado a mi hermana?
Lo confesó: el señor la había abandonado en una vieja cabaña y Clara la visitaba. Había enfermado hacía una semana y le pidió que me enseñara la nota de \\\\\\\"La Maldición\\\\\\\"

Mi hermana estaba embarazada y Don Jacinto lo sabía; sabía que el padre era Lorenzo. Estaba a punto de dar a luz y su esposo la obligaría a dar al niño en adopción.

Clara y yo nos la apañamos para comunicárselo a Lorenzo y los tres nos dirigimos a la cabaña en plena noche.

Ahora lo veo todo como un sueño. Salvamos a mi hermana, no la olvidé, como me pedía en su nota. Nació la criatura y huimos los cuatro con la pequeña a casa de los padres de Clara. Todavía estamos aquí, pero no debemos quedarnos; aunque del señor no tenemos noticias, dudo que permanezca de brazos cruzados. Pese a ello, soy más feliz que nunca.

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2 comentarios

  1. 1. Fabián dice:

    Tiene buen arranque y despierta curiosidad por saber qué les va a pasar a las hermanas, pero va perdiendo fuelle a medida que se avanza. Mas abajo te comentaré el por que.

    •Forma

    Hay que darle una buena revisada a todo el texto en sí, pasando por la puntuación, deteniéndose un poco en los “Don Jacinto” para buscar sinónimos por que se repite mucho, (“el señor Jacinto” , “Jacinto”, “mi cuñado”, “el esposo de mi hermana”)

    Hay algunas frases que están desordenadas y suenan raro, por ejemplo:
    “había una angustia en sus ojos nunca vista” → “Había una angustia nunca vista en sus ojos”

    “una mañana me comunicó Don Jacinto que Julia había sido ingresada en un sanatorio mental “ → ”una mañana, Don Jacinto me comunicó que Julia había sido ingresada en un sanatorio mental”

    Aquí las barras se podrían eliminar, ya que no tienen ninguna función y visualmente no queda bien.
    \\\\\\\”La Maldición\\\\\\\”

    Lo mismo con la nota que encuentra:
    \\\\\\\”Querida Nora

    Los guiones que se deben utilizar para cuando escribimos diálogos son el largo “—“ (ALT+0151), es lo “standard” y queda mejor visualmente.
    _ le grité_

    Como ves, son cosas que se pueden ir corrigiendo poco a poco en una revisión.

    •Contenido

    ¿Por que decía que tu historia va perdiendo fuelle?, porqué no es precisa. Todo pasa “una mañana”, es un concepto muy amplio y vago el que encierra “una mañana”. Puede ser la mañana siguiente o una mañana pasados tres años.
    Yo creo que deberías de ponerlo de otra manera, aunque no quieras poner el tiempo exacto, pon algo como “Al cabo de unos días”, “Pasaron unos meses”, “Semanas mas tarde”, etc, son frases igual de imprecisas pero menos vagas, y con mayor valor “literario”.
    Lo digo mas que nada por esto:
    “una mañana me comunicó Don Jacinto que Julia había sido ingresada en un sanatorio mental debido a sus crisis nerviosas “

    Sabiendo que viven juntas, y viendo ese “una mañana”, es como si de un dia para otro la hermana se volvió loca. En cambio si aclaras que pasaron unos meses, unas semanas, etc, ya es otra cosa.

    El otro aspecto por el que creo que tu relato pierde fuerza, es el final, y por dos motivos.

    El primero, la carta que deja la hermana:
    “Querida Nora, no sé qué ocurrirá. Ha pasado algo que no me atrevo a confesarte y que hiere el orgullo de mi esposo en lo más hondo. Por favor, confía en mí, no me olvides nunca”

    Dejar esa carta es como no haberla dejado, en otras palabras lo que dice es:
    “Querida Nora, ha pasado algo y no te lo voy a decir, no me olvides nunca”
    Es un poco rara la carta, ¿no?, ni siquiera da una pista, pero la hermana resuelve el misterio forzando a la criada, ¿Por qué dedujo que la criada podía saber algo que ella no?.

    El párrafo final se precipita mucho, es como un resumen del final en sí. Muy en plan “Pues nada, se aclaró el asunto, la salvamos, nos fuimos de ahí y ahora somos felices.”
    Me da la sensación que te fuiste acercando al limite de palabras y lo comprimiste todo. Si fue por eso, lo que podrías hacer es eliminar el tercer párrafo para desarrollar mas la huída, o como la sacaron del sanatorio,etc.

    Escrito el 4 mayo 2015 a las 21:07
  2. 2. beba dice:

    Hola, Aran:
    Los ítems positivos de tu cuento son: una idea original, un buen manejo gramatical.Descarto lo de las rayas de diálogo; a mí tampoco me salen. He optado por copiar el signo en otra publicación e irlo pegando mientras escribo o reviso.
    Ahora bien, ratifico lo que te marcó Fabián: la imprecisión en la trama, los detalles que no cierran,las repeticiones innecesarias que pueden resolverse con pronombres, sinónimos, o tácitos,etc.
    Espero leer pronto tu nueva versión. Suerte.

    Escrito el 15 mayo 2015 a las 01:22

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