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La maldición - por Liliana

La maldición

“Que se vaya, que se vaya porque me atormenta”, pensó Ana, mientras sus ojos formaban un embudo. Una figura conocida pasó a su lado. Desde pequeña la veía deslizarse frente a ella, desafiante, como si fuera su reflejo que la acompañaba en forma continua e inalterable.
Era tan parecida a ella que cuando la vio por primera vez, pensó que tal vez fuera su hermana gemela.
“Quizás mi madre no me lo ha querido decir”, pensó. Pero no podía ser, su acta de nacida viva confirmaba un nacimiento simple, hacía ya veintiún años.
Ana ya no se extrañaba del parecido casi idéntico y del hecho de cruzarla casi siempre en forma inesperada casi rozándole la piel. Lo consideraba una maldición. Vivir con un doble que la acosaba con solo verla.
Sin embargo desde u tiempo se sentía más calmada. Hacía dos meses que no se encontraba con la joven y pensó que quizás la mujer se había mudado de ciudad, o de barrio, aún así se sobresaltaba frente a muchas situaciones en que le pareció verla, y retaceaba sus salidas porque temía encontrarla a su paso.
“Pasaron cuatro meses ya desde mi última salida de la casa, la tranquilidad ha sido ficticia. La vi otra vez, pero ahora en el espejo. Como siempre, estoy sola la mayor parte del tiempo
No se lo he comentado a mi madre, ni al resto de la familia, no deseo preocuparlos, ni que dejen sus actividades habituales para acompañarme en mis temores, lo más probable infundados.
Ignorarla es la única arma que tengo para enfrentar esta situación, aunque mis fuerzas me están abandonando. Los perros de la casa ladran incansables, pero los he dejado entrar a mi cuarto, sólo con ellos me siento protegida.
Ya han pasado cinco meses: Cada vez es más fuerte su presencia, se aparece en forma continua, ya no solo en el espejo sino en cualquier lugar de la casa. Debo confesar que me estoy acostumbrando a ella, pero ahora viene acompañada, no sé cuantos son, pero temo que no me aceptan.
Tiraron la foto de mamá en frente de mí, no quise levantar la vista para no enfrentarlos, aunque estoy segura que quieren provocarme. Estoy convencida que ella los mandan, pero no lo van a conseguir.
Ya casi no duermo, arrojan cosas y la joven idéntica a mi parece comandarlos. Gritan y hablan en un idioma desconocido, no me dejan salir del dormitorio, cuando pretendo hacerlo forman una barrera ante la puerta. Creo que estoy maldita y por eso me ocurren estos desagradables acontecimientos
Estoy planeando decirle a mi madre lo que está ocurriendo pero temo que no me crea. Ella no cree en maldiciones ni fantasmas No, después de la última vez, que le confié la multiplicación de los gatos en mi dormitorio, ella se espantó tanto que me dijo que hablaría con los médicos que me atendieron en el Agudo Ortiz, allí si me comprendieron, pero las pastillas que me daban me hacían dormir demasiado y al salir decidí escupirlas cuando mi madre me las daba.
Hoy hablé con mis hermanos, Me confiaron que a ellos ven cosas raras, pero en las noches, sólo en las noches ¿Será un gen?…
No lo sé, ahora me empujan hacia la cama.
Sólo espero que la joven vuelva sola, por lo menos sin ellos puedo pensar que no es una maldición y ella es mi gemela que me acompaña.

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