Cookie MonsterEsta web utiliza cookies. Si sigues navegando, entendemos que aceptas las condiciones de uso.

Do you speak english?

¿If you prefer, you can visit the Literautas site in english?

Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

<< Volver a la lista de textos

La maldición - por Helena Sauras

Web: http://rodoreda.wordpress.com

Moriría el último día de mes. Le quedaban apenas cuatro días. Acto seguido tragó el vino con un lagarto sumergido en el interior de aquella botella oscura. La camarera dejó de sonreír al reparar en su expresión y se alejó con el cuenco de las galletas de la suerte. El hombre estaba con el papelito en la mano en el que fechaba el fatídico día de su muerte. Se lo acabó guardando en el bolsillo de su chaqueta para que su hijo no viera el tan temido suceso.

— ¿Qué te ha salido papá? –le interrogó su hijo Daniel-.
— Que vamos a ir mañana al parque de atracciones –mintió contestando lo primero que le vino a la cabeza, quitándole importancia al asunto-.
— ¡Qué bien! –se emocionó Daniel-. ¿Y esta vez subirás conmigo a todas? –quiso saber el chico-.
— Claro que sí. Te prometo que aparcaré por un día el vértigo que me dan. –le dijo-.

Hizo un ademán para pedir la cuenta y la camarera asiática se acercó.

Por la noche llamó a su ex mujer y le imploró que le dejase a Daniel cuatro días más. Necesitaba estar con su hijo y aprovechar esa vida que se alejaba de él de forma vertiginosa. No le explicó los motivos, pero Beatriz lo oyó tan desesperado que aceptó de mala gana.

Reservó una habitación de hotel en Port Aventura hasta el día treinta de abril, día en el que moriría. Se mofó para sus adentros del nombre del hotel: “El paso”. En esta vida, estamos de paso. No somos nada, pensó para sus adentros. Quería mantener la promesa que le había hecho a su pequeño. Lo que más ansiaba era llenarle la cabeza de buenos recuerdos. Dedicarle tiempo y alargar las vacaciones primaverales.

Por la noche, unos oscuros ojos negros se metieron en sus sueños. Eran los ojos inconfundibles de la gitana a la que se había negado a darle limosna y había rechazado una ramita de romero. La mujer había murmurado algo ininteligible para él. Sí. Lo había maldecido entre silencios ante la mirada atónita de Daniel. Se alejaron de allí, dejando atrás los jardines de la Alhambra.

Al día siguiente, condujo de sur a norte con precaución. Daniel miraba el paisaje con admiración. A ratos, se adormilaba debido al cansancio y su padre le vigilaba a través del retrovisor. Pronto, el niño, sería completamente de Beatriz. Una media naranja partida en dos, separada por terceras personas. Pero él era el padre biológico. Todavía estaba en ese mundo. Se agarró de manera fuerte a esa idea.

Daniel se quedó maravillado ante la magia que envolvía todo aquel parque de atracciones. No había mucha gente, por lo que no tuvieron que hacer cola en la mayoría de sitios. Dejaron las maletas en el hotel y el niño saltó en la amplia cama. Luego quiso bajar a la piscina, donde se escondía el tesoro de un barco pirata hundido. Se hicieron selfies que compartieron a través de una conocida red social. Beatriz las miraría horas después. Su hijo sonreía en todas y eso era lo único que le importaba. Se lo estaban pasando bien.

El día treinta de abril, subieron al Dragon Khan, una montaña rusa que se inauguró en 1995. Miguel nunca había tenido valor a subir, ni cuando fue con el instituto, en 1996. Tenía dieciséis añitos. Con el movimiento de altos y bajos, su vida pasó delante de él, mostrándole, sus momentos más felices de manera intensa. La seguridad falló mientras el niño tenía los ojos cerrados, maravillado por la emoción. Miguel saltó por los aires y murió en el acto.

Al día siguiente, la triste noticia ilustraría las noticias del país y se abriría un debate de seguridad versus revisiones obligadas, quebrando por unos meses la magia de aquel parque catalán.

Beatriz acudiría deprisa a buscar a su hijo. Entre las pertenencias de su ex marido, encontraría un papel en la chaqueta. Un dibujo de una galleta, una fecha, y unas letras chinas. No supo por qué, pero se las guardó en el bolso. Estaba desconcertada. Daniel, en estado de shock, no pudo ni abrazarla, pero ella cogió a su pequeño y le rodeó con sus brazos. Sendas lágrimas rodaron por sus mejillas, despertando sentimientos adormecidos. Miguel ya no estaba, el accidente era irreparable como la misma muerte. Repasó sus últimas voluntades. En las próximas vacaciones veraniegas saldrían de romería. Una excursión tranquila por la sierra andaluza donde Daniel y Beatriz esparcirían sus cenizas.

¿Te ha gustado esta entrada? Recibe en tu correo los nuevos comentarios que se publiquen.

3 comentarios

  1. 1. Servio Flores dice:

    un relato conmovedor, se beneficiaría de ampliarlo, de mostrar otras escenas, otras situaciones que se djan entrever y que por el espacio no se desarrollan, además de no llevar el final de forma tan abrupta.
    saludos.

    Escrito el 29 abril 2015 a las 02:50
  2. 2. mondregas dice:

    Una bella historia que conmueve, y muy bien relatada. Aunque el final te lo recelas, deseas llegar, esperando que sea otro

    Escrito el 29 abril 2015 a las 10:31
  3. 3. grace05 dice:

    Una historia triste y conmovedora. Si me permitís quisiera hacerte algunos comentarios:Al comienzo y final de la historia hablás de un papel que tenía Miguel y luego encuentra su esposa. Sin embargo cuando te referís a la maldición de la gitana, la misma es verbal no introducís ningún papel. ¿Cómo llegó a él?. También me resultó confuso los tiempos de la narración. Primero “… Reservó una habitación de hotel en Port Aventura hasta el día treinta de abril…” Luego “…Al día siguiente, condujo de sur a norte con precaución…” El siguiente párrafo indica que el viaje los llevó al parque “…Daniel se quedó maravillado ante la magia que envolvía todo aquel parque de atracciones…” Pero luego volvés hacia atrás “…Dejaron las maletas en el hotel …”
    Creo que si la pulís un poco quedaría una buen historia
    ¡Adelante!!!!!
    Te invito a comentar 106

    Escrito el 3 mayo 2015 a las 21:37

Deja un comentario:

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.