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La maldición - por Fernando

La nube de cenizas se habia extendido por toda la campiña, y más lejos, luego de la erupcion. El volcán enfurecido, que había estado sin actividad en los ultimos 100 años, se había despertado, según decían, por la culpa del jóven concejal que había ordenado construir la autopista que uniría el pueblo con el puerto, atravesando por la mitad a la campiña. El concejal había autorizado la tala de los árboles del bosque al pie del volcán y la demolicion de varias casas que pertenecían a estancias de generaciones de granjeros que por más de 100 años trabajaron la tierra. Los habitantes contaban historias acerca del Ituva Tuvicha, el volcan maldito, decían que el volcán cuidaba a los pueblerinos, y no permitiría jamás que algo malo les sucediera; antes que eso, él mismo destruiría a todos sus protegidos. Y parecía ser cierto; apenas comenzaron las obras de tala y demolición, enfurecido, el volcán comenzó a escupir fuego líquido y arraso toda la campiña, donde se habían comenzado los cimientos de las columnas de la autopista.

La campiña parecía haber quedado olvidada en el tiempo, el volcán nunca permitió que llegue el progreso, los hijos de matrimonios inmigrantes solían salir a buscar una vida en la ciudad, y por diversas causas, ninguno de ellos pudo salir jamás de esa tierra; sin embargo, por su cautivante belleza, se decía que el volcán hechizaba y atraía a quienes él deseaba, y éstos, tarde o temprano, llegaban a la campiña y compraban una parcela de tierra para establecerse. Una vez que alguien llegaba, no podía irse jamás.

Era la maldicion del Ituva Tuvicha.

Una vieja leyenda indígena Guaraní contaba que hace siglos, un jóven aborigen de nombre Marangatu, enojado con el Ituva Tuvicha (el Gran Padre), subió hasta la boca misma del volcán y lo maldijo, enfurecido, acusándolo de la muerte de su familia por la erupción de éste, y al querer descender, resbaló y cayó por el cráter, desapareciendo dentro del volcán. Desde entonces, quien reza al aborigen puede abandonar la campiña; el volcán "se sentía culpable" de haber perdido en su interior a un hijo, y al invocar su nombre, quien lo hacía, podía irse en libertad.

Así fue que el jóven Katu, que quería ir en busca de su propio destino, una noche, al pie del volcán, rezo el nombre del aborigen y pidió permiso para irse de la campiña. A la mañana siguiente su madre amaneció con fiebre; al parecer, durante la noche una araña la había picado. El jóven Katu supo inmediatamente que el volcán, ofendido por su partida, lo empujaba a marcharse y no volver, pero nunca imaginó que iba a ser de ésta manera. Katu tomó entonces a su madre en brazos, la llevo hasta la camioneta y salió con ella por el camino de tierra hacia el centro sanitario mas cercano, a mas de 80 kilómetros, en busca de ayuda. El viaje era largo, la camioneta era vieja, la fiebre de su madre era muy alta; Katu se maldecía por haber querido emigrar de la campiña, y se sentía responsable por la fiebre de su madre.

Al llegar después de dos horas, el médico recibió a la madre de Katu, dándole atención de emergencia. Katu, preocupado, espero los interminables 10 minutos que pasaron lentos, hasta que el médico le dio la triste noticia; su madre había fallecido. Katu no tenia a nadie más en el mundo, ahora estaba solo; en su interior supo inmediatamente que el volcán se la había llevado, le había quitado la única razón para que no tenga que volver nunca más.
Ituva Tuvicha, el volcán maldito, había sido el culpable de la muerte de su madre.

Sus ojos estaban llenos de lágrimas y su alma estaba sola y sumida en un deseo irracional de venganza. Mientras se alejaba, se juró a si mismo que un día volvería y se vengaría del volcán, le arrancaría lo que éste más quería, tal como éste lo hizo con él.

Años más tarde, el jóven concejal elegido por el pueblo, Katu, volvió a la campiña, y mirando la devastada tierra producto de la utima erupción, sonrió irónicamente, seguro de haberse vengado del maldito volcán; lo había obligado a él mismo a destruir a sus protegidos, lo había obligado a despojarse de lo que el volcán había querido por siglos, dejándolo solo en el mundo, tal como él mismo había quedado después de la muerte de su madre.

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5 comentarios

  1. 1. KMarce dice:

    Saludos Fernando, es la primera vez que te leo, si eres nuevo te doy la bienvenida.
    Encuentro tu relato encantador, pese a ser una trágedia. El hecho que iniciaría con una apertura presente, una leyenda antigua, un hecho del pasado y que concluyera en una acción actual, lo ha hecho redondo. Lo cual lo veo muy bien formulado.
    Tu relato es denso, y me refiero a esa misma información. Todo es explicado por un narrador omniciente, no hay diálogos, o una profundidad en los sentimientos o pensamientos de Katu. Por ello no sentí mucha empatía con su resolución de vengarse, victima de una venganza que provocaría él mismo una mayor, por lo que pese a que me gustan “las venganzas” a mi entender deberían ser justas, y la desaparición de un pueblo y los sufrimientos en los pueblerinos, me quedo muy grande.
    Sí has cuidado la estructuración, muy comprensible cada tiempo, con una ortográfia cuidada y una narrativa suelta. Solo toma en cuenta que los números deben escribirse siempre en letras, únicamente los números de direcciones, de díficil lectura, las fechas completas y aquellos imposibles de sustituir por letras son excepciones.
    Escribes bien, no temas darle vos y personalidad a tus protagonistas secundarios, porque a mi entender, este la columna vertebral fue el Ituva Tuvicha.

    Empecé a leer esta vez desde el número mas elevado hasta llegar al primero, fue bueno encontrarte. Te animo a que leas y comentes, aprendemos de todos y con todos.
    Nos leemos.

    Escrito el 30 abril 2015 a las 00:05
  2. 2. grace05 dice:

    Hola Fernando.
    Me gustó mucho tu historia. Bien narrada. Buen uso del vocabulario y lenguaje, de lectura fluida y ágil. Me mantuvo expectante y el giro final cierra el círculo comenzado al principio.
    ¡Muy buen trabajo!!!!!
    Te invito a comentar 106

    Escrito el 1 mayo 2015 a las 22:52
  3. 3. Leonardo Ossa dice:

    Fernando no sé si eres Guaraní, pero en todo caso tienes un talento con el que plasmas una historia regional. Te hago una observación para que leyendo lo que te decimos, puedas optar por la mejor manera de escribir tus relatos.
    Comienzas diciendo:
    “La nube de cenizas se habia extendido por toda la campiña, y más lejos, luego de la erupcion”
    Podrías intentar diciendo algo así:
    “La nube de cenizas se había extendido luego de la erupción por toda la campiña y aun más lejos.”
    De la manera en que tú lo dices, parece que nos fueras a contar algo distinto. Fíjate:
    “La nube de cenizas se había extendido por toda la campiña, y más lejos, luego de la erupción, se sintió un temblor de tierra.”
    ¿Te das cuenta?
    Sigue escribiendo. Hasta pronto.
    Saludos.

    Escrito el 3 mayo 2015 a las 04:48
  4. 4. beba dice:

    Hola, Fernando:
    Me gustó tu historia. Creo que tiene buen argumento, buen manejo narrativo y lenguaje correcto y apropiado.
    Pienso que, tal vez, lograrías hacerlo más dinámico dando menos intervención al narrador; puedes lograrlo con diálogos.
    Adelante.

    Escrito el 11 mayo 2015 a las 20:11
  5. 5. Fernando dice:

    Muchas gracias a todos por sus comentarios, han sido claros y muy enriquecedores… A KMarce que me preguntaba si soy nuevo, si, es la primera vez que publico, y por cierto me resulta una experiencia emocionante compartir los textos con todos ustedes, seguro nos veremos pronto.
    Gracias otra vez

    Escrito el 20 mayo 2015 a las 13:22

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