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La Maldición - por Beranga

En una reunión de amigas surgió el tema de lo esotérico. Hablaron de gitanas y maldiciones; de la lectura de cartas, de manos y del café. Unas más involucradas que otras, pero todas opinaban. Clara, siempre muy religiosa, dijo que ella no creía en maldiciones ni adivinadoras; que eran charlatanerías. Aurora, la anfitriona, se levanto de la mesa sin decir nada y se dirigió al interior de la casa. A los pocos minutos regresó con una caja en sus manos.

―Dejémonos de niñerías ―dijo muy seria. Destapó la caja dejando al descubierto un tablero con letras y algunos símbolos extraños―. Y con voz misteriosa y burlona dijo:

―Es una Ouija, nos dirá todo lo que queramos saber.

Se escucharon risas entre las presentes, emocionadas ante el juguete.

―¡Pero esas son cosas del demonio! ―exclamó Clara.

―¿No dices que todo esto son charlatanerías? ¿Pues qué te preocupa entonces? ―dijo Aurora.

―No me preocupa, estas tablas sirven sólo para engañar a la gente con el morbo de ser algo diabólico ―contestó Clara, repuesta de la sorpresa inicial.

―¿Quién quiere ser la primera en preguntarle algo a la tabla? ―siguió Aurora, sin prestar mucha atención a Clara.

―Yo… yo… ―se oyeron varias voces.

―A ver tú, Beatriz, ¿qué quieres saber?

―Quiero que me diga si le gusto al chico del apartamento de arriba.

―Vale, pon tus manos sobre la placa… no, no apoyes, solamente rozándola con los dedos ―indicó Aurora.

La placa de la Ouija se empezó a mover. Al principio lentamente, pero después más rápido. Las chicas reían nerviosas y alguna dejo salir un chillido cuando la placa se detuvo sobre la parte de la tabla que decía «SÍ».

Las demás también hicieron sus preguntas y les fueron contestadas. No siempre a satisfacción. Mientras tanto, Clara insistía que todo era un truco; o que en su afán de saber las respuestas, ellas mismas, inconscientemente, movían el señalador.

―¿Por qué no pruebas tú, Clara? para que veas que se mueve sola, que no hay truco. ―dijo alguna.

―No, esas son bobadas.

―Anda, vinimos a divertirnos. ¡Pregúntale algo! ―insistió otra.

―Sí, pregúntale por tu novio, el que dijo que tenía que trabajar hasta tarde. ¿O qué? ¿tienes miedo de la respuesta? ―dijo Aurora, con una carcajada.

―De Luis no tengo ninguna duda ―contestó Clara y se sentó frente a la tabla, puso las manos en el señalador y pregunto:

―¿Dónde está Luis?

La Ouija se empezó a mover de una letra a la otra. Inició con la «C», se arrastró hacia la «A», después hacia la «M» y de regresó a la «A».

―C… A… M… A ―dijeron todas al unísono.

Clara exhaló y, con una sonrisa les dijo:

―¿Lo ven? El pobre está ya en la cama.

―¿Sí? Ahora pregúntale ¿con quién? ―dijo Aurora, sonriendo.

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2 comentarios

  1. 1. Pikadili dice:

    Esta genial. No veo la maldición, pero aun así esta muy bien escrito y conseguido.Ademas, creas autentico interés, engancha de veras. Esa reunión de amigas la sentí muy real, te mete en la escena. Y el final me ha echo reir. Creo que, ya fuera del taller, deberías cambiarle el titulo. Pero es solo una pequeña sugerencia, es un buen trabajo.
    Felicidades y saludos!

    Escrito el 30 abril 2015 a las 13:20
  2. 2. beba dice:

    Hola,Beranga:
    Cuento sencillo, gracioso; buenos diálogos.
    Buen manejo gramatical.
    Algo desviado del tema propuesto;más que de Maldición se debiera hablar de esoterismo
    Adelante.

    Escrito el 6 mayo 2015 a las 02:56

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