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La Maldición - por Lana G. Bell

La infancia de Luis estuvo marcada por el gran amor que sentía hacia su padre, por eso cuando éste le habló de la maldición, no se podía imaginar que el hombre al que veneraba pudiera albergar un secreto tan escalofriante.

-Somos asesinos, Luis
-¿Qué?, ¿Acaso has asesinado a alguien, Papá?
-Hace muchos años nuestra familia vivía al sur de Nápoles, fueron fieles sirvientes en casa de los Borletto, pero cayeron en desgracia tras el asesinato del primogénito de la familia. Todo el mundo culpó a nuestros antepasados que tuvieron que huir.
-Y ¿fue verdad?, ¿fue alguien de nuestra familia?
-Esa es la maldición Luis, lo asesinaran o no el caso es que en el barco, camino a España, se toparon con una anciana que había servido en la misma casa antes que ellos como niñera del chico.
La mujer lo había criado como a un hijo y lo había querido igual, así que al encontrarse cara a cara con los supuestos asesinos les maldijo a ellos y a toda su descendencia.
-¿Y que nos pasará?
-Aseguró que si éramos tales asesinos, nunca podríamos renegar de nuestra naturaleza y nos condenó a correr la misma suerte que nuestras víctimas, morir bajo nuestras propias manos. Y así fue, algunos años más tarde, Roberta, la hija mayor de la familia, casada ya y con hijos, se envenenó a si misma tras confundir el bote de las especias con el veneno para las ratas. Una tragedia que dio cierta veracidad a la maldición, ya que el hijo mayor de los Borletto murió de una intoxicación.
-Pero entonces, tendríamos que matar a alguien, y yo no lo tenía pensado, la verdad – Luis se reía creyendo imposible que nadie de su familia fuera un asesino y mucho menos él mismo, pero su padre no mudo el semblante.
-No te lo tomes a risa, pues en la misma maldición lo dice, “nunca podríamos renegar de nuestra naturaleza”, y así es Luis, cuando se nos presenta la oportunidad sale a luz nuestra naturaleza insensible y sin aprecio por la vida que nos lleva siempre a la misma conclusión, somos asesinos y no podemos evitarlo.
-No puede ser verdad, Padre, te estás riendo de mí, déjate de burlas.
-No querrás creerme, no te preocupes, me lo imaginaba. Yo tampoco quise creer a mi padre. Pero sea como sea la locura de la que te hablo te encontrará. Para mí ya es tarde, pero tú estás a tiempo de ponerle remedio
-Vale, ahora ya me estás asustando.
-Solo te pido que estés alerta y no te dejes llevar por impulsos, piensa y ten cabeza.

Algunos años más tarde su padre murió en un confuso accidente de tráfico y Luis olvidó aquella conversación tan extraña.
Hoy Luis se debe reunirse con su jefe, ya se teme lo peor y los nervios no le están dejando pensar que va a decir para que no le echen.

-El señor Santos le espera
-Gracias Margarita

Pasó y se sentó enfrente de él, lo primero de lo que se percató fue de un pisapapeles de cristal de cierta envergadura con forma de gramófono.
-Buenas tardes Luis, como ya sabe la empresa no pasa por un buen momento, como la mayoría, pero nosotros nos vemos en la necesidad de prescindir de algunos buenos trabajadores…
“¡Ve al grano desgraciado!”, pensó Luis mientras notaba como una ira irrefrenable se apoderaba de él.
…si seguimos así tendremos que cerrar, y entonces todos nos veremos en la calle…
“pero usted no tiene dos hijos, una casa recién comprada, una esposa en paro” poco a poco la ira le nublaba la razón y el pisapapeles se le antojaba más atrayente.
…son muchos los compañeros de los que hemos tenido que prescindir, e insisto esto no es permanente, quizá en el futuro…
-¡Me está robando mi futuro!- un impulso inconsciente le hizo agarrar el gramófono y lanzárselo a su jefe con todas sus fuerzas. Cuando la ira se disipó un poco, se dio cuenta de lo que había hecho. Su jefe yacía en el suelo sangrando por la cabeza y al otro lado de la puerta Margarita sobresaltada se disponía a abrir la puerta.
Solo tenía una salida, la ventana, pero era un tercer piso, tenía que intentarlo, que diría, que haría si no escapar. Se agarró con fuerza al canalón, para bajar por él pero éste no soportó su peso y venció haciéndole caer de espaldas al suelo, y morir en el momento de un fuerte golpe en la cabeza.

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6 comentarios

  1. 1. Kenoa Gessle dice:

    Lana, buena historia, con mucha intriga. Quizás la transición al momento de la charla con el jefe se podría mejorar y ten cuidado con la repetición de la palabra puerta en la oración luego del asesinato. La historia da para más, quizás un buen flashback dónde sepamos, o se nos sugiera qué paso con el hijo de los Borletto y la familia de Luis.

    Escrito el 29 abril 2015 a las 13:42
  2. 2. beba dice:

    Hola,Lana G.Bell:
    Tu cuento me gustó.
    Has logrado mantenerlo articulado a pesar de que es un relato que se resuelve en muchos espacios y tiempos; por eso mismo percibo como diluidos a los personajes.
    Fíjate en la transición al episodio final:Hoy debe…teme… (presente), y todo el resto del relato vuelve al pretérito.
    Saludos. Adelante.

    Escrito el 1 mayo 2015 a las 14:49
  3. 3. Lana G. Bell dice:

    Gracias por los comentarios, me gusta conocer vuestras opiniones ya que soy consciente de mis limitaciones como escritora y me gustaría mejorar.

    Escrito el 2 mayo 2015 a las 12:41
  4. 4. grace05 dice:

    Me gustó tu historia. Muy buena la idea. Tal vez hay un exceso de explicaciones con personajes que “quedan ahí” y no le aportan a la historia, pero esta lograda. Adhiero a lo aportado por Beba sobre el tiempo verbal.
    ¡Adelante!!!
    Te invito a comentar 106

    Escrito el 2 mayo 2015 a las 22:12
  5. 5. Zelfus dice:

    Aunque el relato me llama la atención, creo que es más por lo episódico que por la narrativa en sí. Lana, creo que puedes cortar gran parte de la conversación para darle más velocidad. Lo que me intrigó fue cómo arreglarías para que Luis se matara si no lo deseaba. Aunque bueno el recurso, considero que podrías darle un ritmo más agradable al lector para que no se estrelle con el final de sopetón. ¡Sigue adelante! Estoy comentando los 10 siguientes a mi relato. Este es el número 1.

    Escrito el 4 mayo 2015 a las 01:17
  6. 6. KMarce dice:

    Saludos Lara, retomando las lecturas he alcanzado la tuya.
    Me ha parecido un ensayo original, una herencia no deseada.
    Voy a confesarte que tuve que volver mi lectura para comprender la primera parte. No me pareció muy claro el desarrollo planteado.
    Coincido que el diálogo entre padre e hijo es muy extenso en comparación a la segunda parte o conclusión del relato.
    Esta parte podría (diálogos) podrían resumirse en una narrativa o intercalar narrativa y diálogo para volverlo más condensado pero más explicito.

    Los diálogos deben llevar el guión largo, no sé porque he visto mucho el corto, creo que es al pasarlo al formulario, así que si eso sucede hay que corregirlo desde ese mismo espacio.

    También cuida tu puntuación. Oraciones de diálogo sin punto final, algunas comas de más, recuerda que es bueno usar frases cortas y largas intercaladas. Dale buen sentido a los párrafos con la separación correcta. (En un caso, me confundí con el diálogo y la narrativa de la anciana/niñera al inicio)
    También el diálogo del jefe y Luis, el cual quedó separado, es decir como si fuesen varios diálogos (sin guion), por lo que debió escribirse de continúo, e ir intercalando en narrativa los pensamientos de Luis, entre comillas, como lo hiciste.

    Te felicito por la ortografía, bien cuidada.

    He comprendido que ellos tienen dos destinos: Matar o morir, muchas veces no como un “suicidio” sino como una consecuencia de sus decisiones, como lo fue envenenarse erradamente y el tratar de escapar por una cañería, ambos no esperaban morir, pero al final eso mismo pasó.

    Siempre lo diré, las erratas nos hacen mejorar, solo hay que aplicarles las herramientas necesarias, la creatividad es innata. Una maldición familiar por herencia me pareció un buen atino al tema del mes.

    ¡Nos leemos!

    Escrito el 24 mayo 2015 a las 09:53

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