La Maldicion - por Minnie

La Maldición
Fue un instante como cualquier otro para mí, llamarlo santo o milagroso sería inútil, fui incapaz de interpretarlo esa misma noche.
Estaba dormida creo yo, babeando o soñando quien sabe Dios en que dimensión, estoy segura que espiritual no era.
Recuerdo que una brisa fuerte e irreverente golpeó mi ventana, la cortina se columpio de un lado a otro, quedé de un saltó sentada en el borde de mi cama. Una luz tenue, extraña e inusual llenó mi habitación por completo.
Lo que pasaría segundo después cambio mi vida, mis intenciones y todo mi mundo, llámese interior o exterior.
Créanlo o no, un ave inmensa, bueno así lo vi en ese momento, blanco, de grandes alas y plumaje con destellos plateados, entró en mi habitación traspasando puertas de madera y paredes de concreto.
Desconocí su género, no me importó averiguarlo. No sé si tenía cara o cuerpo, no logro recordarlo.
Su presencia divina y misteriosa, fue capaz de matarme de terror y de llenarme de valentía al mismo tiempo.
Habló, no sé por dónde, pero tenía voz.
_Sabes que tienes el poder de bendecir lo que tocas, lo que pisas, lo que hueles y lo que respiras si así lo deseas, si así lo cree tu corazón? No existe ni una sola razón en tu universo para que pienses o sientas lo contrario.
Yo no podía hablar, era como si una fuerza me hubiese enmudecido.
Ese ser continúo hablando. Puso sus dos alas sobre mi cabeza, me abrazó, y sentí que el mundo estaba a mis pies. Me sentí dichosa, protegida, me sentí segura y bendecida por los siglos de los siglos.
_Estoy aquí porque me necesitas, el mundo entero te necesita y tú serás como un repetidor, una resonancia constante que esparcirá su amor por donde vaya. En el mundo que naciste existen dos caminos, el del amor y del miedo. La mayoría de las personas no tienen opción, no pueden elegir. Yo escogeré por ti. A partir de esta noche tú dejarás huellas imborrables por donde pisen tus pies. Mientras vivas tu destino y tu meta será el amor, llenar de dicha y felicidad a todos los que te rodean, y así será hecho. Ya se hizo. Debo marcharme ahora y quedarme para siempre.
Y así se fue, sé que se fue. Y así se quedó, pues nunca se marchó.
Desde aquella noche, no he logrado dormir y creo que tampoco logré despertar, hasta que me volví a dormir, y luego desperté para siempre, un siempre eterno.
Al día siguiente, me encontré con mi prometido, y ya no tenía deseo de casarme con él y formar una vida como lo habíamos soñado. No quería lastimarlo, ahora lo amaba de una forma celestial. No me casé.
Al día siguiente, del día siguiente, renuncié a mi trabajo, caminé largas horas sin saber a dónde ir, pero estaba segura que llegaría algún lado.
Al día siguiente, del siguiente, del siguiente, no recordaba mi nombre, mi edad, ni donde vivía, pero estaba segura como nunca de quién era.
Resulta que me perdí, y me encontré justo cuando sentía que era incapaz de encontrarme. Un poco confuso, pero maravillosamente claro para mí.
Y es que empecé a soltar, no quise agarrarme más de nada, ni de nadie. Dejé por primera vez que el mundo y su gente, así fuera mi familia, me importara menos que lo que me importo yo misma. Sólo así estaría lista, plena y segura para darle la mano a quién se cruzara en mi camino.
Empecé a ayudar a desconocidos por encima de mis amigos, por encima de mis hermanos, que ya me tenían ganada por completo, y que por supuesto me tenían a su entera disposición si me necesitaban.
En su momento, algunos de mis amigos decían que me visitó el mismo demonio, no lograban entenderme. Mi ex prometido decía que no tenía idea de lo que fue, pero fue su maldición. No fue cierto, formó una familia hermosa y feliz. La maldición no existe, existen los miedos.
Al final todos coincidieron en que fue un ángel. Y yo que ahora no duermo, porque estoy despierta y feliz como nunca lo fui en toda mi vida, digo que fue un toque del mismo Dios.
Soy Sor Dakiny brillo por dentro y por fuera desde aquel encuentro de hace años. No tengo domicilio fijo. Mi hogar está en cada lugar que me recibe, me abre sus puertas y me permite compartir mi amor.