Cookie MonsterEsta web utiliza cookies. Si sigues navegando, entendemos que aceptas las condiciones de uso.

Do you speak english?

¿If you prefer, you can visit the Literautas site in english?

Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

<< Volver a la lista de textos

La maldición - por Jada Beaumont

El autor/a de este texto es menor de edad

¿Cómo pudo llegar hasta ese punto de locura? Nunca había visto nada igual ni nada parecido siquiera. Es algo tan extraño que nadie se lo pudiera haber imaginado antes. Hemos pasado tanto miedo…
De esto ya hace unos cuantos años cuando yo, Alicia, y mi hermana Diana, fuimos a vivir las dos solas a una casa grande que nos acabábamos de comprar en la ciudad de al lado. Nos mudamos porque las dos entrábamos en la universidad al mismo año ya que somos gemelas. Dejando esto a parte, adentrando más en nuestra infancia, se puede decir que durante casi toda nuestra vida hemos vivido juntas o, más bien, solas. Cuando teníamos seis años, nuestra niñera nos dijo un día que nuestros padres se habían ido de viaje durante un largo tiempo. Nosotras, como inocentes que éramos, nos pareció bien que se alejaran unas semanas lejos del puesto de trabajo ya que se estresaban mucho. Y llegó un día en que esas semanas se nos hicieron largas, demasiado largas. Nos dimos cuenta que había pasado un mes y una semana gracias al calendario que teníamos colgado de la pared de la cocina porque nuestros padres tachaban los días pasados con un rotulador rojo. No preguntamos por ellos antes porque mi hermana y yo éramos muy independientes por la poca edad que teníamos, pero aquel mismo día en el que descubrimos el tiempo que había pasado ya, le preguntamos a la niñera cuando volverían. Se nos quedó mirando sin mover un dedo y, de golpe, se puso a llorar. Seguidamente, nos explicó que habían tenido un accidente con el coche al volver hacia casa y que se fueron para siempre. Diana y yo pasamos las peores semanas de nuestras vidas, no teníamos ganas de hacer nada, sólo de llorar y llorar con desolación.
Hasta que llegó un día en que no supimos nada más de la niñera. Desapareció por completo de nuestras vidas sin saber cómo, pero estábamos contentas de ello, ya que no nos gustaba ni por su forma de ser ni por su aspecto físico porque tenía unas cuantas cicatrices en la cara y nos daba un aire de miedo.
Al cabo de unos años, nos encontramos en esta nueva casa donde nos hemos alojado Diana y yo. Es inmenso y por eso nos extraña tanto que nos haya salida tan barata. Además, tiene un jardín igual al de la casa de nuestros padres. Nos trae tantos buenos recuerdos de cuando estaban con nosotras… Hasta aquí todo muy bonito pero últimamente hemos notado cosas muy extrañas que estan sucediendo en nuestra casa, cosas fuera de lo normal. De momento sólo hemos estado dos semanas viviendo aquí y estamos las dos repletas de miedo. Ahora dormimos en la misma cama con tres mantas de más puestas encima porque pasamos mucho frío, con la lámpara de la mesita puesta y con la luz del pasillo y la puerta de la habitación abiertas.
Pero esta noche ha pasado algo inimaginable cuando las dos estábamos en la cama y oímos unos pasos de diversas personas pero que eran ligeros a la vez. Como es normal, estábamos observando la puerta de nuestra habitación para ver si pasaba alguien por el pasillo. No supimos si alegrarnos o asustarnos aún más cuando paramos de escuchar esos pasos tan irritables. Pensamos que pudo ser fruto de nuestra imaginación por vivir solas en una casa tan grande, así que intentamos relajarnos y coger el sueño. Pero entonces Diana me cogió el brazo y me lo apretó con tanta fuerza que le grité del daño que me hacía. Con su otra mano me estaba señalando el techo mientras que sus ojos estaban clavados en el mismo sitio. Y miré hacia arriba. Eran nuestros padres poseídos por demonios. Estaban enganchados al techo utilizando sus cuatro extremidades, tenían los ojos totalmente negros y babeaban a chorros. Por si fuera poco, al lado de ellos estaba nuestra antigua niñera que también estaba poseída. Sólo pude observarlos durante dos segundos porque justo entonces se nos tiraron encima.
A partir de ahí ya no recuerdo nada más de mi antigua vida como una humana más en el mundo. Ahora, Diana y yo somos dos más de ellos. Vagamos en esta casa esperando a que alguien vuelva a poner un pie, esperando a que alguna familia feliz y numerosa se instale.

¿Te ha gustado esta entrada? Recibe en tu correo los nuevos comentarios que se publiquen.

1 comentario

  1. 1. Leonardo Ossa dice:

    Jada Beaumont, hola.
    He leído tu historia y me has hecho regresar a mis temores infantiles. Es una historia que refleja ese temor permanente que nos persigue cuando somos niños.
    No sé que edad tienes, pero yo empecé escribiendo historias similares que reflejaban mis preocupaciones.
    Me agrada que te animes a escribir. Síguelo haciendo y lee bastante, que con la lectura irás involucrando vocabulario para redactar tus narraciones.
    Hasta pronto.
    Saludos.
    leonardo_ossa@hotmail.com

    Escrito el 9 mayo 2015 a las 04:54

Deja un comentario:

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.