La Maldicion - por Fanny Mayhem

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Esta es la historia de Helena, quien demuestra que del amor a la venganza hay un solo paso.
Helena era una jovencita de unos casi diecinueve años, de tez blanca y abundante cabellera negra. Simple, honesta y de alma pura e inocente, hasta ese entonces. Nunca había sufrido de ningún tipo de enfermedad grave. Su única enfermedad, era su romance.
Estaba de novia hacia tres años con Venicio, un joven un poco mayor que ella quien sacaba suspiros a mas de una. Helena solía celarlo de forma constante, pues creía que Él le pertenecía y nadie mas tenia el derecho de siquiera mirarlo. Esta obsesión de celos comenzó cuando noto que entre su madre divorciada y su novio había una simpatía por demás mutua. Si bien Helena sospechaba que algo raro sucedía entre ambos, creyó que su manera de pensar era atacada por sus celos y que era una circunstancia que se le estaba yendo de las manos.
Ese pensamiento fue desapareciendo en el mismo instante en que Helena llego de imprevisto a su casa una tarde y encontró a Venicio acostado con su madre. Sintió una estaca entrar y salir a toda prisa de su corazón. Una y otra vez. Fue un momento incómodamente eterno. Sus ojos se llenaron de lágrimas. Corrió subiendo las escaleras a toda prisa hasta encerrarse en su habitación. El mundo de esta joven inocente se oscureció y lentamente se fue apagando.
A nadie se le ocurrió ir detrás de ella luego de esa escena. Tanto Venicio como la madre de Helena esperaron un par de horas para subir hasta su cuarto y hablar con ella. Pero cuando lo hicieron, la encontraron tirada en el piso sin pulso. No comprendían que había sucedido. Quizás se había suicidado. Fue la única opción que se les vino a la mente. ‘Pobre mi niña, ¿Cómo pudimos hacerle esto?’ dijo su madre llorando en el hombro de Venicio.
En menos de veinticuatro horas, Helena fue puesta en la bóveda familiar. Según su madre, no soportaba un minuto más sin ella a su lado. El día se desvanecía cuando las rejas del cementerio fueron selladas con un gran candado.
Un grito en la noche.
¡Helena estaba viva! Despertó en el ataúd con la desesperación de saber que su aire se acabaría pronto. Sus ojos sudaban mientras rasgaba la dura madera de su caja eterna. No había manera de salir. El odio la invadía cada vez mas dándole fuerzas para patear, como podía, su lecho. La desesperación la arruinaba, su bella cara quedo rasgada por sus uñas. En la penumbra de la noche podían oírse sus gritos, pero nadie estaba allí. Nadie podía salvarla.
Helena sufría de catalepsia. Nadie lo supo. Se cree que el disgusto de la traición que había sufrido le genero un paro cardiaco que paralizo su vida por unas horas. Pero esta vez, el miedo, la asfixia, la desesperación, el dolor y la oscuridad la mato por segunda vez aunque algo quedaba pendiente.
Al día siguiente, su madre y Venicio, vestidos de luto fueron a la bóveda de Helena para encontrarse con un horror inesperado. El ataúd de helena estaba fuera de su sitio. Tenía una abertura media en la tapa. Todo era extraño para ellos. Venicio abrió el ataúd rompiéndolo en mil pedazos, y cuando lo hizo, vio la cara de helena ensangrentada por el daño que ella misma se causo, su boca reseca, sus ojos muy abiertos, sus uñas colgando de a pedacitos de sus dedos y se cree que hasta una de sus manos estaba rota.
Ambos gritaron del espanto y se voltearon en dirección contraria al ataúd de Helena sollozando.
Lentamente Helena fue levantándose de su lecho.
Venicio se dio cuenta que alguien los observaba. Cuando se dio vuelta, Helena estaba frente a Él. Su cara era demoniaca. Con solo mirarlo fijamente, Venicio sintió que su corazón dejaba de latir y que algo se encendía por dentro. Cuando miro el piso, un gran hoyo negro y con fuego lo absorbía. La madre de Helena intentaba escapar mientras gritaba pidiendo ayuda, pero los ojos de su hija se fijaron en ella con odio y desprecio. El gran hoyo avanzaba. Su madre fue devorada por el mismo.
La historia se conoce como La Maldición de Helena. Pero lo cierto es que ahora que su tarea pendiente fue realizada, puede descansar en paz.