"La maldición" - por Norma Edith Sánchez Arjona

“La maldición”

Si sólo pudiera volver a nacer, hallar la forma de volver atrás en el tiempo.
Mi existencia pesa, más de lo que imaginé aquellos primeros años, cuando empecé a conocer el mundo; días felices en los que disfrutaba un cumpleaños, donde admiraba cada ser en su sencillez o en su complejidad, donde la tristeza y el dolor eran curados por los abrazos, las palabras dulces y los besos de mi madre. Qué tiempos aquellos; en verdad fui feliz. Claro que lo era, porque no había conocido la realidad de la vida, de mi existencia.

Abrir los ojos al amanecer para escuchar el canto de las aves, esperando ansiosa acariciar a Cliver, mi hermoso cachorro canino que me esperaba al otro lado de la puerta de la casa, antes de salir muy aprisa hacia el colegio. Esos momentos tan felices, llenos de vida. Pero, ¿qué ha sucedido? ¿Cómo pudo ser tan rápido el cambio, insufriblemente doloroso? Esto es una maldición, no puede ser nada más.
¿Quién podrá haberme enviado esta maldición cruel y despiadada? Ahora mi alma se encuentra desesperada, sufre. Mi cuerpo está marcado; hay heridas que no sanan. Ha sido casi imposible encontrar una respuesta exacta. ¿Acaso has sido tú, mi querido ser amado, quien me prometió una vida llena de gloria, y eterna?

Esto es una maldición. He sido elegida para no encontrar el amor y la paz.
Sí, es innegable. La maldición está sobre mí. Tal vez muera sin encontrar al responsable de tan horrenda fechoría. Pero no perderé más tiempo tratando de hacerlo, por el momento deseo encontrar la cura de mi pesar. Viajaré por todo el mundo de ser necesario, preguntaré a cada persona sensata que encuentre el remedio para quitar esta maldición de mi persona.

Han transcurrido cuarenta largos años. El tiempo de mi vida se fue en la búsqueda de respuestas.
Me he encontrado con chamanes, grandes médicos, sabios ancianos, y no me han encontrado mal alguno. Pero se han equivocado en algo; sigo siendo un corazón triste, atormentado por sentimientos de odio, soberbia, humillación, violencia, egoísmo, corrupción, soledad; mas en este momento he dormitado por tanto cansancio, y por primera vez he sentido alivio en mi cuerpo, pues una suave y delicada brisa acompañó mi sueño, un sueño hermoso, donde las personas eran verdaderos humanos, con actitud de bondad, gratitud, perdón, valores, sobre todo personas que demostraban amor a la vida, donde no existían cárceles por no necesitarlas, donde la enseñanza era aplicada en casa por la familia, donde el arte de una hermosa pintura o una bella poesía eran tan valiosas como cobrar una lotería.

Qué hermoso sueño, del cual desperté al sentir algo frío y húmedo en mi rostro, haciendo que mis ojos se abrieran y apreciaran otros ojos, ajenos; dos ojos de miel, pequeños y redondos, una nariz negra y diminuta, con una gran lengua rasposa. Ese ser me regresó a mi realidad, ese ser al que llaman el mejor amigo del hombre. Fue hasta entonces que comprendí cómo acabar con esa horrible maldición. Con tanta soledad, tan sólo tengo yo que amar, respetar, comprender, valorar aquello que por tantos años me impidió la felicidad, aquello que me ha pesado tanto hasta procurar mi aniquilación. Gracias a ti, mi amigo, desde hoy soy feliz, porque ahora entiendo que lo que creía una maldición sobre mí, no es más que mi existencia.

Hoy en día, aún en un mundo con tantas indiferencias, soy yo quien actúa diferente, y tantos años viajando por el mundo, desesperada, me han enseñado lo valioso de vivir, lo valioso de existir; eso que no se encuentra en un gran auto, en ropa de marca, sino que lo encontramos en cada uno de nosotros: nuestro amado ser. Ahora comparto mi pequeño relato, esperando que ayude a alguien a acabar con esa maldición que tanto tiempo me tuvo cautiva, invitándolo a encontrarse a sí mismo y agradecer su existencia.

Columba.
N.E.S.A.