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"La maldición" - por J.R.

Alí Aman es un hombre fuerte, de frente despejada y mirada sincera, que cuando llegó a España en 2013 tenía 22 años y muchos kilómetros recorridos desde su aldea natal al norte de Alepo, en Siria. No hace mucho tiempo, pero es igual, aunque fueran mil años, en sus oscuros ojos, si se miran con detenimiento, se puede ver la arena del desierto que le vió nacer.
Un amanecer, ocultándose entre las últimas sombras, dejó su casa, con cuidado de no ser visto. Los yihadistas, la tarde anterior, habían llegado al pueblo blandiendo sus banderas negras y sembrando el terror. Presenció, junto con todo el pueblo, cómo cercenaban el cuello al mulá de la mezquita y cinco vecinos más que no mostraron mucho entusiasmo con los visitantes. Fue lo último que vió al salir: las cabezas de aquellos hombres, cuyos ojos ya no mirarían a ninguna parte, clavadas en los postes de la luz.
En Jordania por la comida y un poco de dinero ayudó a un vecino a construir su casa y se pagó el pasaje en un viejo carguero que pensaba, le llevaría a Italia. Pero cerca de Sicilia una fuerte tormenta les hizo naufragar hundiendo el viejo buque y ahogado a la mitad del pasaje. Alí, junto con ocho más, en una balsa, después de doce interminables días, en los que cuatro no sobrevivieron, llegaron a las costas del Sureste español.
Ahora, un nuevo día empezaba, dando su luz nombre a las cosas; salió junto a otros de unas ruinas que en tiempos fue una casa, y avanzando con apresurado paso a través de una senda, pronto desembocaron en la carretera que a la vez les llevó a una gasolinera. Se apostaron en una esquina, mirando a un lado y otro del asfalto, y esperaron.
Unos mòviles puntos blancos se veían en la lejanía, se acercaban y agrandándose, se metamorfoseaban en toda clase de vehículos cuando velozmente pasaban por su lado, perdiéndose de nuevo.
Una destartalada furgoneta se desvió de la línea recta de la carretera, giró hacia donde ellos estaban y al llegar a su altura frenó; un hombre mayor, pero de apariencia todavía fuerte, se asomó por la ventanilla.
—Subir rápido, vamos a coger naranjas. —Nadie dudó, ni siquiera se habló de salario.
Al poco llegaron a una gran plantación, y antes de empezar se aclaró el precio.
—Cincuenta céntimos la caja, con cuidado de echar, por llenarla antes, alguna picada, si se descubre alguna, se descuentan dos euros.
Empezaron rápido, al principio es cuando más cunde, el ritmo es frenético y se tarda poco en llenar una caja. La mañana empezaba bien, un cielo rabiosamente azul, como sólo se da en el Levante español presagiaba un día espléndido. Pero, imperceptiblemente, poco a poco, una muralla de nubes negras aparece en la lejanía y pronto se adueña de todo el espacio. Los hombres miran con preocupación el cielo. Y entonces, de improviso, una deslumbrante luz, como un fogonazo intenso, les dejó momentáneamente ciegos, retumbando a continuación en todo el valle un fuerte estampido que hizo templar a todos, hombres y árboles. Aquellas personas, acostumbrados a lo peor, por unos instantes se sintieron impotentes. Pero no les dio tiempo a pensar en nada. Empezó a caer a una fuerte lluvia que empujada por el viento hacía de las gotas de agua pequeños proyectiles. Corrieron precipitadamente hacia unos cobertizos cercanos, llegaron empapados, mirando con preocupación el cielo; la lluvia seguía insistente; poco a poco se fueron encharcando los campos, empezaron a sentir frío y preocupación por el día que se perdía. Vino el patrón y les llevó grandes panes, vino, agua y queso; con troncos secos que en el cobertizo había se encendió una fogata.
—Calentaros y comer tranquilos, por hoy la faena ha terminado; aunque pare de llover no se puede pisar el terreno. —Poco se había trabajado y poco cobraron.
El viejo vehículo los devolvió al sitio donde los había recogido. Parecía casi noche, la tarde nublada y gris. Tenían frío, por lo que apretaron el paso para entrar en calor. La luz se difuminaba con rapidez y las sombras, poco a poco, invadían el entorno.
A lo lejos divisaron su chabola de donde habían salido a la amanecida. Pronto llegaron, tenían hambre. Uno cogió un puñado de patatas y se puso a pelarlas; cocidas, calientes, estaban exquisitas. Ali buscó alguna rama seca para encender fuego, cogió un periódico para prender la llama. Un titular grande le llamó la atención, “España va bien”.

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3 comentarios

  1. 1. grace05 dice:

    Buena historia. Real, actual. La maldición que muchos creen tener porque deben salir huyendo de su tierra natal y cobijarse en otro país, otra lengua, otras costumbres.
    Bien escrito, con buena gramática e imágenes. Lenguaje sencillo que permite la lectura fluida y ágil. Un relato que da para mucho más, pero reconozco que 750 palabras, a veces, resultan escasas.
    ¡Buen trabajo!!!!
    Te invito a comentar 106

    Escrito el 3 mayo 2015 a las 20:19
  2. 2. Job Peró dice:

    Hola, JR. Fui uno de los comentaristas de tu relato. Felicidades de nuevo. Pásate por el mio cuando puedas (196).

    Escrito el 8 mayo 2015 a las 23:57
  3. 3. KMarce dice:

    Saludos JR:

    Me ha gustado tu relato, parece el inicio de algo más largo como mencionara Grace, aunque no hubieron muchos diálogos y nuestro personaje parece “mudo” se puede entender un poco su carácter, o al menos que debería de ser y sus expectativas, por sus experiencias previas.

    Creo que en conjunto, tienes un buen relato, con lectura ligera, suficientemente atractiva para continuar leyendo.

    En cuanto a la forma, hay que cuidar un poco la puntuación, un exceso de comas en frases que pueden presendir de ellas, le darían mayor soltura al relato. A mi me lo han corregido esto mismo, y créeme ahora que lo practico más (no usarlas en exceso), siento que mis frases son más entendibles y sonoramente son mejores.

    También como consejo, los números en la escritura deben escribirse siempre en letras, por lo que debería ser “tenía veintidos años”, en el caso del 2013 si es correcto, porque es un año (tiempo referencial), así que recuerda que solo se escribiran en número, aquellos que sean díficiles de leer (se ganó 187.578,246.59 euros en la Loto), las fechas (12 de octubre de 1592), las direcciones (221 de Baker Street) y aquellos que no puedan ser sustituídos por letras (Veían la película “101 Dálmatas”).

    Por lo demás, tienes una ortografía bastante cuidada, has usado un lenguaje muy llamativo y la redacción utilizada muy propia para el relato-narrativo.

    Enhorabuena,

    ¡Nos leemos!

    Escrito el 26 mayo 2015 a las 01:40

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