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La maldición - por Ecarreras

Me gustaba sentir el fresco de la noche cuando no podía dormir. Pasear lentamente por la Gran vía inmerso en mis pensamientos era una delicia cuando no había nadie. Intentaba recordar una canción que había escuchado mientras volvía en autobús de la facultad. Lo vi a lo lejos, era un objeto plastificado y estaba junto al buzón de casa. Pasé de largo, pero unos metros más adelante, la curiosidad me hizo dar la vuelta. Lo recogí del suelo. Resultó ser un libro. En la portada aparecían muchos signos esotéricos de diferentes tamaños. Estuve tentado a dejarlo de nuevo en su sitio, seguramente sería uno de esos libros de bookcrossing; mi hermana había dejado un par de ellos en la parada del autobús.
Decidí llevármelo a pesar del poco interés que me producen los temas relacionados con lo sobrenatural. No creía en las fuerzas del mal aunque siempre me habían infundado algo de temor. Aun así me lo lleve para echarle un vistazo. Más de un mes estuvo encima de mi escritorio. El pobre cambiaba de sitio cada vez que me hacía falta algo más de espacio, vivía en un piso compartido y allí, todo era muy reducido.
Una tarde poco productiva, decidí buscar entre mis libros algo entretenido para leer. Había poco donde elegir ya que al tener una habitación tan pequeña solo pude traerme de casa algunos libros de economía y estadística que necesitaría consultar a lo largo de mi carrera. La verdad, no eran muy alentadores. De pronto, me acordé del libro que había recogido en la calle. Era un libro misterioso no solo por su aspecto sino porque después de darle muchas vueltas no pude averiguar quién había sido su autor. Abrí la tapa. En la primera hoja había una dedicatoria a los “amigos del más allá”. Al leerla dudé si seguir adelante o volver a dejarlo encima de la mesa; fui traicionado por mi curiosidad.
La trama se circunscribía alrededor de la casa donde había vivido una afamada familia propietaria de un viñedo. Describía cómo a los miembros de esa familia les sucedían cosas extrañas al bajar a la bodega. El libro hablaba de una maldición generacional tras haberse apropiado de la titularidad de unos terrenos de forma sangrienta. Sentado en la cama con la espalda echada en el cabezal, comencé a encogerme cada vez más asombrado de las brutalidades que se cometieron por apoderarse de aquel lugar. Los protagonistas eran escandalosamente sanguinarios.
Ya en el capítulo tres, mis piernas estaban tan pegadas a mi pecho que apenas podía respirar. La manta que había comenzado a los pies de la cama, ahora tapaba mi cuello. Mi cerebro no dejaba de imaginarse cada detalle de las escenas relatas, incluso rellenando los huecos que allí no se describían. Mi corazón se fue encogiendo como lo hace un cadáver a la intemperie.
Al pasar la primera página del capítulo cuatro, apareció ante mí una nota escrita a mano advirtiéndome que no siguiera leyendo. Tiré el libro lo más lejos que pude. Mis manos empezaron a sudar y los latidos de mi corazón a resonar en mis oídos. Me levanté de la cama. Me puse las zapatillas y me fui a correr, necesitaba salir de aquella aterradora atmósfera.
De vuelta a casa, ya más sereno, planeé no volver a abrirlo. Lo envolvería de nuevo y lo tiraría directamente a la basura.
Al entrar en mi habitación, mi sorpresa fue encontrarlo abierto en el suelo. Un escalofrío recorrió mi cuerpo. No quise agacharme para recogerlo. Desde arriba pude ver el párrafo en el que hablaba más concretamente de la maldición; los habían condenado a no tener hijos normales hasta que se agotara su estirpe. Cerré el libro con el pie. Evité tocarlo de nuevo no fuera a contagiarme de aquella horrible abominación. Miré a mí alrededor en busca de algo con lo que recogerlo. Opté por la funda de mi almohada. Con su ayuda y la de mis pies, conseguí levantarlo del suelo colocándolo justo sobre ella. Abrí la puerta de mi habitación y asomé la cabeza. Todo estaba despejado. Salí asiendo las dos puntas de la almohada con cuidado para que no se volcara. Llegué al contenedor de basura con bastante dificultad y de un empujón lo arrojé dentro. No quise dar más importancia a lo que acababa de pasar. Quizá todo había sido fruto del poder de la sugestión. No sé, no lo recordaba.

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4 comentarios

  1. 1. grace05 dice:

    Excelente relato. Cómo me gustó. Muy bien escrito, vivencié todas las sensaciones que va sintiendo el protagonista. La lectura es ágil y la tensión del relato se mantiene constante, ya que hasta las últimas palabras, el lector no sabe con qué se va a encontrar. Me encantó tu historia , ¡te felicito!!!!
    Te invito a comentar 106

    Escrito el 29 abril 2015 a las 00:00
  2. 2. Pikadili dice:

    Muy bueno, está muy bien escrito. Es una historia clásica, pero me gusta especialmente cuando narras como tu personaje va leyendo el libro. Para mí, el final falla. Algo más contundente habría echo del relato una gran trabajo, ya que se lee con mucho interés. De echo, no quería que acabase, y al leer el final, me gustaría mucho ver una continuación. Igualmente, es un buen trabajo, claro.
    Felicidades y saludos!

    Escrito el 29 abril 2015 a las 19:39
  3. 3. Leosinpirsa dice:

    Hola Ecarreras, muy interesante tu escrito, aunque como comentan los anteriores compañeros, te falta en el final algo definitivo, con lo que se hubiera cerrado con un broche de oro.

    He de reconocer el poder de sugestión esta muy bien expuesto en tu texto, y no dudo en un futuro, nos agrade seguir leyendote. Un saludo.

    Escrito el 5 mayo 2015 a las 11:31
  4. 4. beba dice:

    Hola, E Carreras:
    Me gustó tu relato; manejas muy bien la intriga y el suspenso. mantienes buen ritmo. El manejo del lenguaje es correcto.
    Felicitaciones

    Escrito el 11 mayo 2015 a las 20:35

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