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La maldición - por Dy Mills

El autor/a de este texto es menor de edad

El espejo devolvía un reflejo poco fiel al que había la noche anterior, un punto negro se extendía poco a poco por su piel, lo que podía haber pasado por una pequeña peca ahora ocupaba gran parte del brazo derecho y una mancha se apoderaba también de su oreja.

¿Qué le estaba pasando?

El miedo se apoderaba de ella mientras con prisas se dirigía al aeropuerto, debía llegar a Amsterdam.

Cuatro horas después, un joven alto de piel blanca con unos ojos envidiables conjuntados a la perfección con su melena negra la esperaba a la salida.

– Parece peor de lo que me contaste. – Susurra sin cambiar el gesto de indiferencia de su rostro. Pero con nerviosismo en su voz.

Las manchas habían ocupado desde el codo hasta su muñeca izquierda, el brazo derecho continuaba igual que esa mañana, y la de su oreja había aumentado considerablemente de tamaño.

– Gracias Daniel. Siempre tan servicial y simpático, nunca cambias. –

– La sinceridad y la belleza siempre han sido mis características. – Contesta con una sonrisa cínica. – Deberías dejar de meterte en misiones peligrosas, no se sí saldrás de esta. – Susurra y echa a andar delante de la muchacha.

– Saldré. – Y esboza una sonrisa a espaldas de Nadia, para seguir caminando segundos después.

Media hora después se encuentran ante las grandes puertas de la biblioteca.
El profesor Mills sale en busca de Nadia y Daniel les sigue sin siquiera preguntar.

Ahora que Nadia no tiene conciencia de lo que pasa a su al rededor Daniel se sienta cerca de ella durante toda la operación.

Pues toda la base de Amsterdam menos ella se había dado cuenta de que el extraño joven sentía un profundo enamoramiento por la joven.

Daniel sujetaba su mano con fuerza, mientras pequeñas pulsaciones acompañaban a la pausada respiración de Nadia quien sudaba en sus pesadillas mientras varios tubos extraían líquidos oscuros de sus brazos y de su estómago.
El profesor Mills aparece después de unos minutos con semblante serio, y papeles en las manos.

– Daniel. – Su tono autoritario asusta al joven, que no suelta la mano de Nadia. – Esto no es fácil.

– ¿Qué le pasa? –

– Al huir por la arena un escorpión clavó su aguijón en su pie, pero no quedó así, conociéndola intentaría sacárselo así que penetró con más rapidez el veneno y –

– ¿Qué tipo de escorpión? –

– Algunas personas lo llaman la maldición, por que el veneno te vuelve la piel negra, y cuanto más abarque más difícil será de eliminar. – Indica al joven que no interrumpa más su relato, poniendo la mano en alto. – Esta casi eliminado por completo. Pero necesito que te vayas, y… Puede que no sobreviva. – Pausa durante unos segundos y Daniel aprieta con más fuerza la mano débil de la joven. – Pero ella es fuerte.

Daniel se acerca a la oreja de la joven.

– Se que saldrás, esto es un hasta luego. – Y depositó un beso en sus labios. Para irse y cerrar la puerta detrás de el.

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2 comentarios

  1. 1. beba dice:

    Hola, Diana:
    La idea central de tu cuento es muy original;me parece que vas a tener que trabajarlo un poco más. Necesita un pulido en el “entramado de las ideas”, porque se ven como “sueltas o incompletas”.Y una revisión de la puntuación.
    Adelante, que no es mucho. Gracias por participar.

    Escrito el 30 abril 2015 a las 00:58
  2. 2. beba dice:

    Dy Mills: Perdón por confundir tu nombre con el del participante anterior.Me distraje y se me cruzaron en el listado.

    Escrito el 30 abril 2015 a las 01:00

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