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La maldición - por Propongo4

Una maldición es una maldición, pero a mí lo que me pasa es: que haga lo que haga me sale mal. No creo sufrir una maldición, pero en mi pueblo piensan que sí. Que a mi familia le echaron mal de ojo y ya somos cinco generaciones que nos colgaron ese sello.
—“Mejor no acercarse a esa familia, ¡si eres hombre no saldrás con vida!”— eso es lo que chismorrean por ahí.
La verdad es que en mi casa no nacen niños, somos sólo mujeres. Hay algunas que no se han casado, las menos se hicieron novias de Jesús, o sea monjas. Y las que conseguimos casarnos nos hemos quedado viudas, después de que nacieran como mínimo un par de hijas.
Pero no creo que eso pueda llamase maldición. Los hombres que pasaron a ser miembros de mi familia no se murieron de lo mismo.
Mi bisabuelo, sin ir más lejos, cayó en el pozo de casa al romperse la cuerda del cubo y ceder el brocal.
El abuelo, después de la guerra civil, murió preso en la cárcel de un pueblo cercano, por explosión. Pero no fue ninguna bomba, explosionó él mismo. Llevaba muchísimo que no comía, decían que solo le daban gachas aguadas, y le pusieron un perol de garbanzos, se los comió con mucha ansia y no dejó ni uno…
A mi padre por comilón, murió de empacho, mi abuela cocinaba muy bien y, como su marido murió por hambre, no podía ver a nadie que se quedara con gana. La verdad es que a mi padre daba envidia verlo comer, con esa gula, por eso que mi abuela no se cansaba de cocinar para él.
Los maridos de mis hermanas, más de lo mismo, uno a uno han ido cayendo y nunca mejor dicho: dos cayeron de árboles, de un almendro y un olivo, y el zaguero de una escalera al encalar la fachada.
La defunción de mi marido es la más desdichada, o eso creo yo. Se le cayó un ascensor encima cuando lo arreglaba, se quedó debajo más de cinco horas, era su negocio. Me dejó con una hija de dos años y la pequeña en camino, las crié en medio de mi familia llena de mujeres, como me criaron a mi.
Sigo creyendo que no es una maldición, era la hora y se marcharon.
A mí lo que me preocupa, ya desde pequeña, es que no podía, ni puedo, hacer nada bien; si una faena me salía bien, cuando la llevaba al colegio, se me caía en un charco o se la comía el perro. Lo peor fue, que una sola vez que hice un examen con una valoración de diez, no se lo creyeron y me suspendieron porque decían que había copiado.
De mayor he querido hacer cosas y ni una sola ha funcionado: negocios inmobiliarios en la burbuja económica, inversiones en bolsa, bares playeros en verano, clases de inglés a niños, franquicias de las que funcionan siempre y en los mejores lugares…, creo que no me queda nada por probar.
Mi clan de mujeres familiar (abuela, madre, hermanas de mi madre y mis hermanas), me ha dicho que no me dejan más dinero, que lo que sí harían es pagarme un curso de auxiliar de enfermería, para que aprenda y les cuide a ellas, por ser la más joven.
Se me ha olvidado deciros que vivimos en Galicia, aquí les llaman pazo, un caserón de indianos, que mandó hacer mi bisabuelo cuando vivía en Cuba. Dicen las malas lenguas que allí, en aquella isla, sí hay familiares masculinos. Pero mejor no creer en las habladurías.
Acabar mis días cuidando de ocho mujeres, que hace mucho que enviudaron, no es lo que yo habría elegido. Eso sí es mala casualidad, como si el rumbo de mi vida fuese vivir siempre unidas, no poder salir de aquí.
Lo único que me hace feliz son mis hijas, viven fuera del país y por ahora casadas…
Sigo creyendo que no es una maldición, o ¿sí?

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3 comentarios

  1. La idea central me parece buena, el manejo del tema en relación a la maldición esta bien descrito. El relato lo siento un tanto lento, porque es un monólogo, de lo que ha sucedido a una persona, tal ves si se hubieran introducido diálogos, por ejemplo entre la madre y la hija, hubiera dado más fluidez.
    Usaste términos propios de tu región, como por ejemplo, gachas, zaguero, pazo, palabras que esta bien que las hayas empleado, pero que restringen lo bello de la lectura a las personas que conocen los significados de esas palabras, y no a los de otro continente como en mi caso, lo cual si lo pones en practica al escribir una novela, será vendida y difundida en tu región pero no más halla, eso depende a que público te quieras dirigir si solo al regional o al universal.
    Pero en forma general, la historia me gusto, y el final muy bueno porque la protagonista no acepta la maldición para su familia.
    ¡¡¡¡¡¡¡¡¡FELICITACIONES!!!!!!!!!!!!!!!

    Escrito el 3 mayo 2015 a las 03:34
  2. 2. Leosinpirsa dice:

    Hola Propongo 4, he leido tu historia y en cierta forma me siento identificado con ella. Mi abuela era de una zona muy cercana a Galicia y siempre andaban con los males de ojos, con superticiones y las dichosas “meigas” (brujas, para quien no sepa su significado).
    Por ello he de darte la enhorabuena por escribir algo de lo que conozco e incluso he vivido. Es una historia entretenida que se lee con agrado.

    Un saludo.

    Escrito el 5 mayo 2015 a las 11:02
  3. 3. beba dice:

    Hola, Propongo 4:
    Creo que tu texto tiene mucha chispa; tanta fatalidad junta nos vuelve burlones de la pobre víctima.
    Está bien escrito y tiene buen ritmo.
    Adelante.

    Escrito el 11 mayo 2015 a las 20:18

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