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Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

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La maldición - por Ana de Lucena

Algunas personas creen que la historia se repite y esta es una constante de la que no siempre podemos escapar. Ahora bien, según la naturaleza de lo ocurrido, se darán las condiciones necesarias o no para su reproducción en épocas posteriores.

El relato que les traigo está basado en hechos reales en un tiempo que me es ajeno. Así pues, retrocedamos hasta el París de finales del XIX, principios del XX, siglos en los que ya se había convertido en el escenario donde confluían gran parte de los artistas de talento y las vanguardias literarias dominaban la vida de muchos poetas, así como los ambientes del Barrio latino o San Germain, con sus encantadores cafés en los que se reunían los escritores para charlar sobre lo divino y lo humano.

Aquella mañana soleada, Verlaine se levantó con una sensación de pesadez en la cabeza, pues los delirios alcohólicos de la noche pasada no le habían dejado dormir. Entonces recordó que había quedado con el resto de los compañeros en el Florián. Cuando llegó, descubrió con pesar que Rimbaud no se encontraba allí. Tras el desánimo inicial les contó que en su deambular nocturno se había topado por casualidad con un manuscrito poético marcadamente romántico y contrario a las reglas estéticas. En su opinión, se apreciaban rasgos de una vitalidad y pasión desbordada, al tiempo que se adentraba en el terreno de lo crepuscular y escabroso.

Aunque no conocían su autoría, decidieron hacerlo suyo y reelaborarlo. Para ello, acordaron redactar cada uno su parte y decidir cuál era la mejor, con el fin de publicarlo conjuntamente como si de un manifiesto se tratara.

De esta manera se creó el documento aglutinador del grupo “Los decadentes”, al cual pertenecían escritores como los citados, además de Boudelaire, Marceline, Mallarmé…

Según ciertos testimonios, algunos componentes experimentaron sensaciones extrañas en su reescritura, tales como amagos de locura, tendencias autodestructivas, visiones fantasmagóricas y hábitos estrafalarios que les tachaban de provocadores e inmorales. Estas últimas actitudes les sumían en el aislamiento y la incomprensión por parte de la sociedad, por lo tanto, encontraban consuelo en aquellas reuniones, que a veces eran clandestinas.

La bohemia de barrios como Montmartre, con sus cabarets y prostíbulos, además de ciertas zonas degradadas y bullentes de vida callejera eran sus rincones preferidos.

En uno de estos conciliábulos, como sus detractores denominaban a estos encuentros, apareció Rimbaud con el rostro desencajado. En seguida Verlaine se acercó a él y este, tambaleante, se desplomó desmayado en sus brazos. Después de unos sorbos de vino, pareció recobrarse; entonces, mientras balbuceaba algo sobre unos escritos y un personaje atormentado, reconoció aquel viejo pliego sobre la mesa; en una de sus noches de juerga con las coristas del Mouline Rouge había visto ese manuscrito en una de las casas abandonada junto al Sena. Al lado, vislumbró la silueta de una figura evanescente que se lamentaba.

Inmerso en su depravación, lo dejó pasar, hasta que una pavorosa imagen le hundió en la más completa oscuridad.

Algunos de sus amigos pensaban que estaba loco, no obstante, le llamaban el “enfant terrible”, pues tras ese suceso, repetía continuamente que todo el que continuase con aquella obra sufriría un castigo ejemplar, ya que era un anatema bajo el disfraz de la belleza evocadora pero también maldita.

Aunque no le creyeron, puesto que se habían acostumbrado a sus excentricidades, en muchos de ellos planeaba la sombra de la duda. Con todo, tomaron ciertas precauciones y siguieron con el proyecto para el solaz de sus lectores.

Los días pasaron tranquilos entre fondas y tabernas, hasta que poco tiempo después encontraron a Pompidou muerto en la pensión de mala muerte en la que vivía. Junto a él, una nota sangrienta en la que se advertía del funesto desenlace que tendrían los miembros del grupo si no cejaban en su empeño.

Dicha circunstancia preocupó aún más a los integrantes, razón por la que la mayoría abandonó esta tarea; no así Rimbaud y Verlaine, que aunaron esfuerzos para terminarla.

Pero fue este último quien pagó por los pecados de los demás, aquella noche en su desvencijada buhardilla al enfrentarse con esa figura, que agazapada en entre las sombras, esperaba pacientemente. Muy sorprendido, solo pudo decir: “Rimbaud, amigo mío, ¿por qué tú?

Así me lo contó mi abuelo, apenado por no saber con certeza que le ocurrió a su padre. A pesar de la preocupación reflejada en su semblante, aún conservaba la esperanza, pero no la seguridad de que no sucediera en la siguiente generación: la mía.

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4 comentarios

  1. 1. Leonardo Ossa dice:

    Ana, una imaginación admirable. Mezclar tu relato con la historia de Rimbaud y Verlaine te ha salido muy bien.
    Me gustaría que otros compañeros también leyeran acá, para disfrutar y comentar tu escrito.
    Saludos.

    Escrito el 30 abril 2015 a las 03:12
  2. 2. Ana de Lucena dice:

    Gracias Leonardo portu amable comentario. Estoy trabajando en aquellos aspectos que veo más débiles. Quizás he sido demasiado literaria y algunos compañeros no me han entendido. El relato responde a mi formación y a los temas de lengua y literatura de la Opo.

    En cuanto te lea,te digo algo.Saludos.

    Escrito el 30 abril 2015 a las 23:24
  3. 3. beba dice:

    Hola, Ana:
    Un relato excelente con una temática muy especial; notable creatividad para jugar con la historia. La confección es excelente y muy adecuada al nivel del argumento.
    Tal vez pueda señalarse que no es un tema popular; y que hubiera necesitado una ligera introducción informativa.
    Pero, repito; es excelente.

    Escrito el 1 mayo 2015 a las 02:03
  4. 4. Ana de Lucena dice:

    Gracias Beba, la verdad es que me gusta mucho como ha quedado, pero tienes razón, no es fácil de entender. Lo he escrito como un ejercicio literario. Intentaré que el próximo sea más accesible, aunque no sé cuándo, pues mayo,junio y parte de julio son los meses de la oposición; además, también trabajo.
    En cuanto te lea te digo algo. Saludos.

    Escrito el 1 mayo 2015 a las 11:06

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