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La maldición - por A.E. Pole

―¿Qué quieres ir dónde? ―le recriminó Eva, casi mofándose.― Desvarías, si haces ese viaje, no vuelvas.

Esas fueron las únicas palabras que se dedicaron en una semana. Andrés se evadía de esas pesadillas en el desván. Le agradaba encerrarse en esa buhardilla colmada de enseres diversos. La dedicación a ellos, el mimo con el que los manipulaba y los recuerdos que le proporcionaban, hizo de ese lugar mucho más que un simple hobby.
Esos chismes habían sido de su padre, un aficionado a las reliquias que adquiría en pequeños mercadillos, que algún vecino le malvendía o incluso regalaba.
Apiladas, pegadas a la pared del fondo, quedaban cajas cerradas y una de ellas, por su apariencia arcaica, hizo crecer su curiosidad.
Era un acervo de añejos libros forrados de piel ajada. En uno de los ejemplares aparecía grabada, en sus fachadas y en dorado hilo, la imagen de un singular individuo.
Seducido por el enigma que, imaginaba, podría esconder ese hallazgo, se acomodó en un sillón y se enfrascó a leerlo.
Prodigiosas leyendas sobre un quimérico Genio, poseedor de la capacidad de conceder deseos, confiriendo a su juicio el bien y el mal, y sirviéndose de las almas de quien lo demandaba. Infinidad de fábulas le hicieron sumiso a cada palabra leída.
Finalizaba el ológrafo una frase, que le sobrecogió:
“diez amaneceres avanzará el fin”

Pasadas unas páginas en blanco le seguían algunas muy peculiares, más dignas si cabe, de su plena fascinación.
Esas hojas de papel expresaban deseos y sueños de individuos anónimos. Personas que deseaban algo y lo exponían en ese libro. Anhelos de riqueza, amores imposibles, curaciones de epidemias…
Fascinado leyó cada una de esas aspiraciones.
―Pobres desgraciados ―susurró compadeciéndoles.
Llegó al deseo final, y una vez embelesado en él, un pavoroso escalofrío recorrió su cuerpo. Esa grafía le era más que familiar, esa súplica era…
―¡Mi padre, lo ha hecho mi padre! ―dijo en alzada voz.
Su padre pedía un milagro para su esposa, que padecía una rara enfermedad a la que nadie procuraba la cura.
Arrojó el libro sobre la mesa, impresionado, sin saber bien qué pensar.
Salió horrorizado del desván. Alelado, se dirigió a su alcoba y medio mareado se desplomó sobre la cama.
Cuando recuperó la conciencia seguía confundido por lo ocurrido, no era capaz de volver a acceder al desván, pero algo le impulsaba a hacerlo, y lo sucedido no dejaba de aporrearle la cabeza.
Se armó de valor, bajó la manija y accedió con pavor.
El libro seguía como lo había dejado.
―¿Qué esperabas? ―se dijo a sí mismo.
Con desconfianza volvió a prenderlo, cogió aire, y lo abrió con sumo cuidado.
Leyó de nuevo esas palabras. Las volvió a leer y releer, cada vez más convencido de que era su padre. Aunque era incomprensible, encajaba a la perfección. ¿Cómo habría podido sanar su madre? En sus manos se hallaba la explicación que médicos y familiares buscaban, a lo que llamaron milagro.
Se dejó caer sobre el sillón, confundido pero a la vez dichoso, por poseer ese peculiar libro. Aunque le parecía asombroso, empezaba a creer en el poder de ese libro.
Después de varias horas, ya más sereno, su cabeza empezó a maquinar algo. Abrió el libro, acarició con las yemas de los dedos las grafías de su padre, y pasó página.
A pesar de que pensaba que su deseo era muy frívolo en comparación al de su padre, era lo que él quería y añoraba, y lápiz en mano se dispuso a escribir.

“Anhelo realizar un viaje que, por firme oposición de mi esposa, nunca he realizado. Diez días de expedición arqueológica a Papúa, Nueva Guinea. Fue la carrera que realicé. Deseo que esos días no conlleven discusión ninguna con mi esposa. Quiero hacerlo sin que ella repare en mi ausencia”

Cerró el libro, lo guardó en su caja, y salió del desván. Aunque su proceder le hacía parecer seguro de lo que acababa de hacer, sus piernas apenas podían dar un paso.
Empezó a organizar el viaje.
La noche previa a su salida, ya con el equipaje bajo la cama, no podía conciliar el sueño.
―Buenas noches, mi amor. Perdóname.
―Buenas noches, Andrés ―respondió, fría como casi siempre.

Amanecía y a Eva le desveló el sonido del reloj de Andrés.
―La alarma, ¡párala! ―voceó.
Pero Andrés no respondía.
Airada por ese sucesivo ruido, se giró malhumorada.
Andrés yacía cadáver en su lado de la cama.

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11 comentarios

  1. 1. Pikadili dice:

    Muy bueno. Las ideas del libro y el desvan de las reliquias me han gustado de verás. Creo que habría que revisar algo la puntuación, al menos en mi opinión. Para mi, hay frases que mejorarían con alguna coma, sin la cual son algo confusas.
    El final, aunque me ha gustado, podría haber sido más contundente con algo más original. Quizas si la mujer, de repente, olvidara que Andres es su marido, como si se hubiera desvanecido o jamás hubiera existido. No sé, es lo que se me ocurre a vote pronto. De todos modos está muy bien llevado y tiene grandes ideas.

    Escrito el 28 abril 2015 a las 19:28
  2. 2. Karen Katina dice:

    Me gusto mucho el desarrollo de la historia, me mantuvo expectante mientras leía. De acuerdo con pikadili me hubiera gustado otro final como que el se marchara mientras un impostor igual a el se quedaba en casa muy estilo “zona desconocida”

    Escrito el 28 abril 2015 a las 23:07
  3. 3. PAULATREIDES dice:

    Curioso e intrigante, pero el final no me cuadra con el desarrollo de la historia.
    Saludos.

    Escrito el 29 abril 2015 a las 07:30
  4. 4. mondregas dice:

    Una historia interesante y que atrapa. Muy bien elatada. El final aunque inesperado a mí me decepciona, pues no veo el motivo ni la necesidad

    Escrito el 29 abril 2015 a las 09:20
  5. A mi también me descuadra el final de la historia, no lo he acabado de entender.
    La historia está bien narrada y llevada porque te mantiene el interés y quieres seguir leyendo. En algún momento, he tenido que volver atrás porque me había perdido un poco, pero en general me ha parecido un buen relato.

    Escrito el 29 abril 2015 a las 19:13
  6. 6. A.E. Pole dice:

    Hola a todos.
    Lo primero, agradezco cada uno de vuestros comentarios.
    Éstos son los que me hacen escribir esta aclaración.
    Tal y como temía, hay algo que pasa por alto en mi relato, y es una frase: “- diez amaneceres avanzará el fin”.
    El Genio, tal y como se refleja se alimenta de esas almas, adelantando su muerte 10 días. Morirán 10 días antes de lo que les marque el destino.
    Sé que, tener que aclarar esto, significa que no lo he sabido transmitir en mi relato. Espero ir mejorando.
    Un saludo!

    Escrito el 29 abril 2015 a las 20:27
  7. 7. grace05 dice:

    Muy bueno tu relato. Bien escrito, si bien te acogiste a la consigna , la falta de la “T”, no alteró el contenido ni dejó que sea menos ágil y fluido para su lectura. Bien desarrolladas las ideas mantiene la tensión del lector. Me gustó y sorprendió el giro final.
    ¡Te felicito!!!!!
    Te invito a comentar 106

    Escrito el 30 abril 2015 a las 22:37
  8. 8. J.Sfield dice:

    Hola A.E. Pole,

    Me ha gustado mucho tu historia. Es verdad que si no estás atento a esa frase, el final es difícil de comprender. Ya que algunos compañeros te sugerían otros finales, te voy ha decir el que se me ha ocurrido 😉
    Iniciaría el relato con un diálogo entre Andrés y uno de sus amigos, quien le intentaría convencer para hacer ese viaje. Y lo acabaría con ese amigo, que no viajó por acudir al funeral , viendo en las noticias, diez días después de la muerte de Andrés, el accidente del avión que hubieran cogido en la vuelta de su viaje. Si Andrés no hubiera muerto, ahora todos estarían muertos.

    ¡Enhorabuena por tu relato y por lograr el reto opcional!

    Un beso.

    Escrito el 30 abril 2015 a las 23:00
  9. 9. T.Arévalo dice:

    Felicidades por el relato, me ha gustado mucho.
    Lo que me ha impresionado es que después de leer el relato, al leer los comentarios los compañeros, me he dado cuenta de que habías cumplido con el reto de escribir sin “t”. Esto significa que lo has hecho magníficamente bien, enhorabuena.

    Debo decir que a pesar de la frase que lo explica todo, tu final no me ha convencido.

    Pese al final ha gustado el relato, enhorabuena.

    Escrito el 1 mayo 2015 a las 15:11
  10. 10. Adella Brac dice:

    La idea del libro que cumple los deseos, cobrándose un precio, por supuesto, me gusta mucho. Yo hubiese centrado la historia en ese concepto, aunque supondría reescribir todo el relato 😀
    En fin, es solo una opinión personal 🙂
    ¡Un saludo!

    Escrito el 4 mayo 2015 a las 14:30
  11. 11. Ratopin Johnson dice:

    Hola A.E. Pole, como dicen otros, la idea del libro, el Genio, y el precio que se cobra por hacer realidad el deseo, es muy interesante. Los personajes están muy bien explicados y con pocas palabras, Andrés y Eva.
    Algunas cosillas: “..se acomodó en un sillón y se enfrascó a leerlo”, me queda mejor “se enfrascó en su lectura”
    “Pasadas unas páginas en blanco le seguían algunas muy peculiares, más dignas si cabe, de su plena fascinación.” y poco después vuelves a reiterar “Fascinado, leyó cada una de estas aspiraciones”. Para mí “fascinación” y “fascinado” se encuentran demasiado pronto, es una repetición creo que innecesaria. Con un sinónimo de fascinado o sin él, pienso que quedaría mejor, y quizá empezando por el verbo “Leyó (asombrado u otro o nada) cada una de…”
    Un saludo

    Escrito el 22 mayo 2015 a las 14:30

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