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Esperanza - por R. Andrés Navarro

Pum. Pum. Pum. El retumbar de los tambores resonaba en sus oídos como si fueran latidos en la oscuridad. Pum. Pum. Pum. Su corazón se sincronizaba con el palpitar de los tambores acelerándose a medida que iba poniéndose más y más nervioso.

-¿Crees que lo lograremos, Phillip?- la tenue voz de su compañero de celda le crispó más de lo habitual.

– ¿Cómo quieres que lo sepa?

– No sé, fue tuya la idea de salir de aquí antes de que…

-Silencio.

-Phillip-murmuró una voz más tenue todavía pero que lo embargó de euforia- Es ahora o nunca- el carcelero, que en su día fue su vecino, parecía más impaciente que él.

-Claro, Morgan, sólo ábreme.

-Phillip, por tu madre que no te pillen que se me cae el pelo-Morgan sacó el juego de llaves que tintinearon como ángeles ofreciéndole paso al paraíso.

-No te preocupes. Pensarán que fue el carcelero de la noche. Nadie te ha visto llegar.

-¿Y ése?- preguntó mientras hacía un gesto hacia el guiñapo que se encogía a su lado.

– Viene conmigo.

El quejido de las bisagras al hacer su trabajo fue como el murmullo de una madre, el cálido beso de buenas noches que espanta todos los terrores y da la bienvenida al placentero abrazo del sueño. Phillip ya casi no recordaba el chispazo de felicidad que se sentía al tener esperanza. Saldría de allí. Y no para ir a la soga.

-Phillip, ten cuidado. Hay guardias en la puerta.
-Saldremos por la ventana. Será un buen leñazo, pero mejor eso que… Bueno, mejor eso.

– Yo esperaré escondido en la caseta de guardias a que llegue mi turno, cuando vean que Gonner no aparece darán el aviso. Así que tenéis, con suerte, media hora. Ahí fuera ya están preparados.

– Sí, oímos cómo nos llaman- Phillip no pudo evitar que un escalofrío tensara sus ateridos músculos al pensar en el tambor invocando a la muerte para recoger a los condenados.

-Suerte-musitó Morgan mientras se escurría tras el rancio portón que los separaba de la libertad.

Ignorando a sus entumecidos miembros, Phillip se obligó a caminar con extrema cautela por los húmedos pasillos de la cárcel. Morgan lo habría dispuesto todo de manera que tuvieran una oportunidad. Pero ni siquiera él podía conseguir que no quedara nadie en la prisión de los condenados.

-¿Phillip?- el desquiciante hombrecillo que lo seguía parecía no tener la suficiente inteligencia como para entender que no era el momento de hablar. Se volvió y con gesto enfurecido se llevó un dedo a los labios-Phillip, ¿me ayudarás a saltar? No sé si me atreveré.

-Te ayudaré-prometió pensando en mil maneras de despeñar al imbécil sin que gritara.

La ventana apareció por fin como si fuera la puerta del cielo. Un dorado rayo de luz entraba por ella animándolos a llegar a su destino.

-Imbécil, salta primero y ni se te ocurra hacer ruido- indicó Phillip tras comprobar que no pasaba nadie en el callejón bajo la ventana.

-Yo no…

-Sólo tienes que caer con los pies, tu instinto hará el resto.

-Phillip, yo…

Palmeó su hombro y construyó una sonrisa en sus labios.

-Tú puedes.

Aquello pareció funcionar. El canijo se aupó sobre el marco de la ventana y sin dudar saltó. Phillip se sorprendió de no oírle ni siquiera chocar con el suelo.

-¿Estás bien?-preguntó algo acobardado sin atreverse a mirar. Nunca le habían gustado ni la sangre ni las vísceras.

-Sí, Phillip. Ha sido fácil, como dijiste.

-Sí, como dije.

Phillip se subió al madero y echó un vistazo al despejado cielo, que ya mostraba los colores del amanecer. No miró hacia abajo, sabía que si lo hacía no podría saltar. Y se dejó caer. Las entrañas le dieron un vuelco al sentir el tirón de la gravedad.

Abrió los ojos con el corazón ávido de libertad. Estaba tumbado en la celda, encogido como un ovillo en una esquina. Lo había soñado. No conocía a ningún carcelero en realidad. Morgan era el nombre de su vecino de celda, el disminuido mental que lo había ayudado a desvalijar la casa del gobernador. Y gimoteaba en el otro lado de la celda, aquejado de nuevo por una pesadilla. Ni siquiera se oían aún los tambores que anunciarían su ejecución. ¿De verdad moriría en unos minutos? Todavía había tiempo, los verdugos seguían durmiendo en sus casas. Podía salir de allí.

Pum. Pum. Pum. Los tambores comenzaron a sonar.

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9 comentarios

  1. 1. ILLARGUIA dice:

    Gracias por tu visita a la Isla Purificación, la esperanza es un placer que se saborea hasta en el último suspiro. No encuentras un relativo parecido a Zor-Bob de mi atentado con tu Phillip-Canijo. Desconozco los motivos por el que colgarán de la soga, pero seguro que no son trigo limpio. Es tremendo, cuando uno muere en el sueño, y cuando despierta lo rematan.
    Enhorabuena compañero.

    Escrito el 28 mayo 2015 a las 18:22
  2. 2. J.Sfield dice:

    Hola, R. Andrés.

    Gracias por pasarte y comentar por mi relato. El tuyo me ha gustado bastante, aunque me ha decepcionado un poco que al final fuera un sueño… Me hubiera gustado leer la culminación de esa fuga 😀 He apreciado un buen estilo. La voz del narrador es impecable, me ha gustado mucho. Los diálogos creo que se pueden mejorar, sobre todo la puntuación.

    ¡Enhorabuena por tu relato! Espero volver a leerte.

    Escrito el 28 mayo 2015 a las 22:44
  3. 3. mondregas dice:

    Hola R. Andrés Navarro:
    En primer lugar decirte que tienes razón en lo que me comentas, si yo supiese escribir bien no estaría aquí aprendiendo. Tengo que reconocer que corregir es un trabajo muy tedioso y me aburre. Sé que tengo que hacerlo por respeto a las personas que como tú se paran a leer lo que escribo y agradecer que me corrijan.
    En cuanto a tu relato, me sumo íntegramente a lo que te dice J. Sfield

    Escrito el 29 mayo 2015 a las 07:44
  4. 4. A Pantaleón dice:

    Hola Andrés:
    Un auténtico y genuino relato de aventuras. Me gusta mucho.
    Felicidades y saludos.

    Escrito el 29 mayo 2015 a las 18:38
  5. 5. Diego Manresa Bilbao dice:

    Buen relato Andres,
    Lo primero, gracias por tus utile e inmerecidos comentarios.
    En cuanto a tu relato, me ha gustado, aunque tengo un poco de mania a las historias que son un sueno jejejeje… Pero esta muy bien contada y deja ese poso de amargura…
    Nos leemos!

    Escrito el 30 mayo 2015 a las 13:35
  6. 6. Zelfus dice:

    Hola. Tal como lo planteó una compañera hace un par de meses, la idea es comentar al menos los siguientes diez relatos al tuyo. El mío es el #61. Igual que Diego, no gusto de los relatos en los que todo resulta un sueño, aunque en este caso está más justificado. Es un cuento completo, maneja emociones y permite desarrollar la imaginación. Me gustaría que el giro final fuera más sorpresivo.

    Escrito el 31 mayo 2015 a las 01:19
  7. 7. beba dice:

    Hola, Andrés:
    Me gustó tu relato, y cómo enzarzaste los tambores en el argumento.Era demasiado increíble para ser real; pedía por el desenlace del sueño.
    Tu desempeño narrativo y el manejo gramatical me parecieron correctos.No veo nada para señalarte.
    Adelante.

    Escrito el 31 mayo 2015 a las 22:37
  8. 8. PAULATREIDES dice:

    Buenas R. Andrés Navarro.

    La fuga que no fue. Una historia genial.
    Me ha gustado como fluye el relato; esos personajes que ansían libertad, y el despertar final del protagonista que aún cree que puede salvarse (la esperanza es lo último que se pierde).
    Habría que verle la cara al escuchar los tambores.

    Salvo algunos errores en la puntuación de los diálogos y ese “Phillip” repetido hasta en quince ocasiones, todo genialmente contado.

    Saludos.

    Escrito el 6 junio 2015 a las 10:53
  9. 9. R. Andrés Navarro dice:

    Gracias a todos por los comentarios, me los apunto.
    Illargia, un aire sí que tienen. Y pobrecicos, no son lo mejor que hay; pero hay que quererles.
    Y yo también me sumo a la manía por las historias que acaban en sueño… Pero es que me lo pedía el cuerpo al ir escribiendo TT
    Y qué cierto lo de Phillip, al releerlo ya sólo leo Phillip, Phillip por todas partes
    Un saludo!

    Escrito el 6 junio 2015 a las 12:08

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