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El terco, el guardia, y el conservatorio - por andy

El autor/a de este texto es menor de edad

Una tarde, Franco se dirigió al conservatorio para inscribirse en las clases de violín. Consulto en Internet y le dieron la información, incluso la puerta en la que debía entrar.
Las indicaciones decían así:
-Calle portón número 53 entre la 28 y general Gómez, edificio color celeste, puerta de metal pequeña.
¡Lo esperamos!
Para el sol siguiente ya se encontraba enfrente de la misma, listo para entrar y preguntar por dónde empezar, pero, solo se divisaba un gran letrero con letras negras, que decían: “cerrado”. Franco, decepcionado, dio media vuelta para regresar a su casa y esperar otra oportunidad, pero, más adelante de la pared del edificio, en la que él se había parado, había otra puerta, sino que más grande, con escaleras empinadas y alzadas, que al final mostraban dos grandes portones con picaportes de cobre añejo y gastado. Por allí, ingresaban varias personas, algunas conversando, otras discutiendo o leyendo, pero todas tenían algo en común: cargaban instrumentos acústicos, de viento o de cuerda, consigo. Franco, indignado, se dirigió hacia esta, para reclamar sobre la mala información que le habían dado, pero, cuando se disponía a entrar para hacerlo, un robusto guardia de seguridad, vestido con prendas negras y una boina militar celeste, le detuvo
–Lo lamento joven–vocifero el guardia, con la ronca y áspera voz que tenía–pero, en esta institución, auténticamente solo pueden ingresar los alumnos y/o maestros
Franco calló al escuchar. Cuando estuvo a punto de volver para su casa, vio entrar al edificio a una persona totalmente diferente a lo que las indicaciones del guardia le habían explicado: un cirujano.
– ¡¿y ese tipo, que?! –replico candentemente, mientras señalaba al cirujano, que ya atravesaba el marco del portón, que estaba abierto
–Joven–respondió el guardia, con un tono que no dejaba lugar a replicas–no se incumba en lo que no debe, retírese por favor
– ¡eh consultado la información en Internet, me dijeron que aquí era, exijo que me deje entrar!
El guardia se negó.
En ese momento, Franco se llenó de cólera. Tenía una decisión más firme que la frente: entrar como sea al conservatorio, y eso significaba: ¡a escondidas!
Los conductos de ventilación era posiblemente lo más seguro, además de que, la entrada a los mismos estaban afuera del otro lado del edificio, por lo cual, la presencia del guardia no sería ninguna molestia. Fue a la ferretería más cercana, compro un destornillador para quitar las entradas a los conductos. Volvió al edificio del conservatorio y, cerca de un árbol, se encontraba el acceso al cuarto de limpieza, al lado de la puerta, cerca del piso, estaba la tapa para ingresar al primer conducto de ventilación. Franco destornillo los pernos que aseguraban las esquinas inferiores y superiores de la tapa, después, una vez estaba floja, la arranco e ingreso. Adentro, era un laberinto de paredes que parecían estar echas de hojalata, y uno que otro ventilador que le impedían el paso. Un olor a aire acondicionado le invadió las narices. Durante el trayecto, se guió por el sonido de los violines, para tratar de llegar a la sala de instrumentos. Después de algunas horas de gatear entre los laberintos de aire, finalmente, parecía ver una luz que venía de otra tapa de ingreso. La abrió, y, cuando salió gateando y se levantó, a lo que, según él creía, sería la sala de instrumentos, pero, solo vio la calzada y, más a la izquierda de donde se había levantado, la entrada del conservatorio, y el guardia a su lado, el cual, lo tiro de patitas a la calle. En el interior del edificio, un concierto parecía empezar. Los tambores comenzaron a sonar.

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4 comentarios

  1. 1. grace05 dice:

    Hola. Puede ser una buena historia. Necesita un “pulido”. Hay repeticiones, muchas comas, algunos errores de ortografía. La historia se presenta confusa. Seguramente los compañeros que te comentaron te indicaron mejor que lo que lo hago yo.
    ¡Adelante !!! estamos para aprender
    Te invito a comentar 33

    Escrito el 28 mayo 2015 a las 23:26
  2. 2. andy dice:

    gracias por tu corrección, Grace. me has corregido errores muy notables y ayudado un montón

    Andy 😀

    Escrito el 1 junio 2015 a las 03:38
  3. 3. Fabián dice:

    Coincido con Grace. Aquí hay una idea pero tienes que tener claro que quieres contar con ella y como desarrollarla.

    •Forma
    No tengas miedo a la hora de escribir frases largas, no muerden, solo pueden ahogar si son demasiado largas : D. Intenta leer en voz alta e intercalar frases cortas con frases largas, para no utilizar tanto las comas. Lo ideal es que haya un equilibrio.

    También ten cuidado con las redundancias y reiteraciones: “letrero con letras“

    “–Lo lamento joven–vocifero el guardia, con la ronca y áspera voz que tenía–pero, en esta institución, auténticamente solo pueden ingresar los alumnos y/o maestros “
    Vociferar puede ser levantar la voz o gritar directamente, pero viendo las palabras del guardia no me está dando esa sensación, le noto como un tono amable, educado, tranquilo. En todo caso habría que poner signos de exclamación “¡!”
    “—¡Lo lamento joven! —vociferó el guardia, con la ronca y áspera voz que tenia— ¡Pero en esta institución auténticamente solo pueden ingresar los alumnos y/o maestros!”
    ¿No queda bien, verdad? Sus palabras no pegan con el estar alzando la voz, son palabras demasiado cordiales y tranquilas como para gritarlas, parecería que el señor esta mal de la cabeza. Por lo tanto habría que cambiar sus palabras para adecuarlas a ese “vociferar”, o cambiar la acotación del narrador.

    Yo en lo personal haría las dos cosas, cambiaría la acotación y volvería a redactar el diálogo del personaje, por que suena muy antinatural, sobretodo por ese “auténticamente” y el “y/o” , que es algo que se utiliza mas en la escritura que en el habla.

    •Contenido
    Me está faltando algo en la trama, un incentivo convincente para que yo pueda entender el afán del protagonista por entrar en ese conservatorio, ¿por qué tiene que ser ese y no otro? ¿Por qué se empeña tanto hasta el punto de colarse por la ventilación?

    “…le dieron la información, incluso la puerta en la que debía entrar.” Hasta aquí, perfecto.
    “Las indicaciones decían así: blablabla calle número blablabla puerta blablabla”, información innecesaria para el lector, es información que necesita el protagonista para llegar al sitio, pero yo no, con saber que la obtuvo me es suficiente.

    “…un robusto guardia de seguridad, vestido con prendas negras y una boina militar celeste,”
    Aquí pensé que estabas construyendo intriga para que yo como lector piense que ahí dentro se escondía algo grande, lo suficientemente gordo como para tener a una persona con boina militar en la puerta. Pero no, al parecer ahí dentro está apunto de empezar un concierto sin más, y el detalle de la boina militar se queda en el aire.

    “…vio entrar al edificio a una persona totalmente diferente a lo que las indicaciones del guardia le habían explicado: un cirujano.”
    ¿Qué pasa, en esa ciudad todo el mundo va vestido como trabaja? Me hizo gracia esa parte jajaja, me imaginé a un cirujano con su gorra verde, la túnica, el cubre boca y los guantes azules, listo para operar, pero andando por la calle. ¿Cómo sabe que es un cirujano? ¿A qué indicaciones del guardia se refiere? Lo único que le dijo es que solo pueden entrar maestros y alumnos, no habló de vestimenta.

    Cuidado con este tipo de cosas, hay que pararse a leer y releer nuestras historias con mucho sentido común , para notar estos puntos flacos.

    Volviendo a lo que decía antes, no acabo de entender al protagonista. Ni como logra colarse desatornillando las rejillas de la ventilación, ¿Nadie pasaba por allí como para verlo? ¿Cabe una persona por ahí? ¿Estuvo HORAS ahí dentro? ¿Como no se die por vencido?

    Tienes que tener claro qué quieres contar con tu historia, introducción, nudo y desenlace, y ese desenlace tiene que tener potencia.

    Escrito el 1 junio 2015 a las 15:10
  4. 4. beba dice:

    Hola, Andy:
    Tienen razón los compañeros que acaban de comentar. Todo lo que te señalan- especialmente Fabián-, es lo ideal y ayuda a leer mejor. Y la ortografía y puntuación no se perdonan.
    Ahora bien,se puede ubicar en la óptica de un sueño, en el que caben el cirujano, la gorra militar y los tornillos. Obvio, hay que darle un buen desenlace.
    Felicidades.
    Puedes leer el mío, si quieres: 135.

    Escrito el 15 junio 2015 a las 15:47

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