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la kermés - por Liliana Savoia

La kermés

El fin del año escolar era recibido por nosotras con tal fervor que parecíamos distintas. Teníamos una carga de energía extra y nos empeñábamos en sacar las mejores notas, ya que de ello dependía nos sólo las felicitaciones, que serían recibidas con agrado, sino que nos permitirían ir a la kermesse que realizaba la cooperadora de la escuela.
Era esta una fiesta en la que Matilde y yo no dejábamos de sorprendernos con los puestos de diversiones. Ese año, tan lejos y tan cerca, vendría la banda de tambores y panderetas que la escuela había contratado para amenizar esa tarde tan esperada. Rogábamos que no lloviera ya qué todo se desarrollaría al aire libre, en patio grande de la escuela.
Habría también equilibristas y un mago. Era esta una fiesta en la que Matilde y yo no dejábamos de sorprendernos con los puestos de diversiones. Ni qué decir de los espacios dedicados a la comida donde cada madre que participaba llevaba sus recetas más exquisitas.
Ahorrábamos las monedas que eventualmente nos daban y hacíamos toda clase de mandados y quehaceres para recibir esas ínfimas recompensas que para nosotras se transformaba en una fortuna.
Cubiertas en nuestros mejores vestidos de verano, calzando las sandalias skipy, éramos acompañadas por la abuela, dejándonos al cuidado de alguna vecina o alguna monja. Ella debía cuidar de mamá que casi siempre se hallaba enferma. Mientras paseábamos por los quiosquitos escuchábamos los tambores sonar y nuestros corazones retumbaban al unísono.
Ya habíamos acordado que el regalo más bello que obtuviéramos sería para mamá. Para levantarle el ánimo ya que por ese entonces estaba muy deprimida.
Paseamos por todo el patio del colegio que se había convertido en una feria donde el color y la música nos transportaban a un mundo de fantasía inigualable.
Nos dividimos con mi hermana el dinero, que como era escaso, debía ser utilizado prolijamente.
Cada una eligió un puesto para probar suerte. Le di a ella la primacía, quería verla contenta y rogaba que sacase algún premio ya que estaba deseosa de ser ella quien le entregara el regalo a mamá.
Infructuosamente insistió en voltear todos los bolos, era imposible. A veces pienso si no estaban pegados a la madera ya que con la fuerza que le imponía Matilde a su bocha hubiera derribado a un elefante. Cabizbaja y con la cara enrojecida nos marchamos al próximo para probar suerte, esta vez era mi turno.
Al regreso, la abuela nos preguntaba a cada rato si nos habíamos divertido, a lo cual asentimos silenciosas, no queríamos desairarla, sabíamos el sacrificio que era para ella ocuparse de sus nietas sumándole a ello todos los quehaceres y atenciones a mamá que pasaba el mayor tiempo en la cama.
Llegamos y de inmediato nos dirigimos al cuarto de mi madre. Ella nos esperaba con una sonrisa. Matilde se tiró sobre la cama y comenzó a llorar explicándole lo ocurrido y su frustrado deseo.
Mamá pidió que me acercara y abrazándonos a ambas nos dijo muy suave que el mejor regalo éramos nosotras.
Nunca volví a las kermesses. Me provocan cierta melancolía que me encoge la garganta, aunque esta tarde, los tambores comenzaron a sonar.

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2 comentarios

  1. 1. Demetrio Vert dice:

    Hola Liliana. Soy uno de tus comentaristas anónimos. Sabrás quién soy porque seguramente fuí el más extenso.
    Ya te expliqué mi método de trabajo lo que puede parecer severo. Pero no es así, simplemente trato de aprender analizando y de ayudar comentando.
    Lo dicho, tienes facilidad con las palabras. En tu relato hay que definir quién es quién en algunas situaciones en las que el lector puede confundirse y limitar las descripciones a lo necesario. Es más importante “mostrar” que “describir”.

    Ánimo y adelante!

    Escrito el 29 mayo 2015 a las 09:51
  2. 2. beba dice:

    Hola, Liliana:
    Las Skyppi… Mis hermanas más chicas las usaron…
    Me encantó el relato, tan lleno de ternura.Buena la imagen general de dos niñas tristes por su mamá, y esperanzadas de llevarle un regalo.
    Manejaste bien el lenguaje y creaste buenas imágenes anímicas.
    Felicitaciones.

    Escrito el 31 mayo 2015 a las 02:57

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