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Patzeula - por Wuldoak

El otoño llegó sin nubes a la aldea de Patzeula, convertida ya en un secarral. Los pocos árboles supervivientes daban escuálidos frutos y las reservas no darían para muchos días. Al intentar trinchar una patata, el tenedor de Juan se doblegó ante el tubérculo, endurecido como una piedra. Resignándose al ayuno, se apartó de la mesa.
Abrió la puerta y se quedó inmóvil. En el horizonte, una tormenta de arena se abría camino.
—Prepara el paraguas, María. Vamos a dar una vuelta.
María confiaba en su compañero, aunque en aquella ocasión su intuición le prevenía. Mudarse a la aldea natal de su marido solo les había traído complicaciones.
—Dime amor, ¿estaremos de vuelta antes de que anochezca? —preguntó, mientras buscaba el paraguas con gesto nervioso.
Juan escudriñaba el cielo sin decir ni una palabra. En cuarenta años jamás había mentido a su mujer, y la idea de engañarle a estas alturas le resultaba obscena. Qué traicionera puede ser la memoria. Toda una vida idealizando las tierras de su infancia. ¿En qué arranque de estupidez había olvidado la yerma naturaleza de Patzeula? Pero divagaba en vano; el día anterior los dioses habían hablado, y tocaba obrar en consecuencia.
Subieron el escarpado camino que llevaba al templo, uniéndose a otros que, agotados, paraban para tomar aire. En número creciente alcanzaron la cima. El resto no tardaría en llegar. La tormenta tampoco.
Llamaban templo a una descubierta formación rocosa, antiguo santuario de sus ancestros. Para ellos, era una suerte de antena que proveía linea directa con sus codiciosos dioses. Para María, solo era un lugar sobrecogedor y salvaje.
—Espera aquí —le dijo Juan, sin mirarle a los ojos. Y desapareció de su vista, abriéndose paso entre la gente.
Poco a poco el bullicio fue en aumento, conforme la multitud se congregaba entre aquellos vetustos muros. Cuando las ráfagas de arena comenzaron a azotarlos, los hombres ampararon a los suyos bajo los paraguas, y las mujeres cubrieron las cabezas de los pequeños con pañuelos y toallas. Viendo el templo a distancia, parecía una caja de hongos negros.
María creyó atisbar a Juan intentando abrirse camino hacia el fondo, donde la alta ralea y los sacerdotes esperaban, con el Jefe en el centro, sentados frente a la multitud. Todos portaban panderos o tambores, aguantando estoicos los latigazos de tierra.
Cuando el Jefe alzó los brazos se hizo un respetuoso silencio. Tras beber de una botella, sacó un machete con mango de hueso. Los aldeanos se apiñaron entonces hacia los lados, creando un pasillo en el centro. En un extremo; el Jefe, en el otro; María. Los tambores comenzaron a sonar.

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6 comentarios

  1. 1. J.Sfield dice:

    Hola Wuldoak, muchas gracias por tus comentarios a mi texto.

    No recuerdo haberte leído antes. Tu texto me ha sorprendido, tienes un estilo muy bueno. La forma del texto me parece casi inmejorable, lo único que no me acaba de convencer en este aspecto son los punto y coma de la penúltima frase. La historia me ha gustado, engancha desde el principio. El final me ha gustado, se da a entender que van a sacrificar a María (o eso he entendido yo), lo único que creo que se podría mejorar, aunque tal como está se entiende bien el significado, es la integración de la frase final, me parece algo forzada.

    ¡Enhorabuena por tu cuento, me ha gustado mucho!

    Escrito el 28 mayo 2015 a las 22:17
  2. 2. Wuldoak dice:

    J. Sfield, te agradezco mucho que pasaras a comentar.

    Efectivamente, es la primera vez que participo en el taller. Me alegra que te haya gustado el texto, tal como entendiste, María es la “ofrenda” para los dioses.
    Creo que tu comentario sobre los punto y coma da en el clavo. Lo tengo en cuenta. En cuanto a la forma de integrar la frase final, entiendo que las dos últimas frases, al ser mas cortas que las previas, aceleran el ritmo precipitando el final. Quizás por eso pueda parecer forzado. Es algo que no había pensado, muchas gracias por dejar tu punto de vista.

    Saludos!

    Escrito el 29 mayo 2015 a las 09:57
  3. 3. beba dice:

    Hola, Wuldoak.
    Un relato extraño y fuerte. Bien logrado. Buen ritmo y tensión.
    Una buena historia, bien escrita.
    Lo que te señala Sfield puede ser un erro de tipeo; claramente, ahí deben ir dos puntos.
    Saludos.

    Escrito el 31 mayo 2015 a las 02:11
  4. 4. Wuldoak dice:

    Muchas gracias, beba, por tus palabras.
    Me planteé usar los dos puntos, aunque seguí dudando, y coloqué el punto y coma a pesar de no convencerme.
    Aprovecho para plantear variantes a la puntuación de la penúltima frase, por si algún compañero/a puede sacarme de dudas:
    “En un extremo el Jefe; en el otro María”
    “En un extremo el Jefe, en el otro María”
    Agradezco de antemano cualquier sugerencia.

    Escrito el 31 mayo 2015 a las 13:31
  5. 5. beba dice:

    Hola:
    Son dos oraciones unimembres, y presentan enumeraciones con complementos.
    Yo usaría punto y coma; es una pausa mayor y ayuda al suspenso.
    Si nos ponemos con toda la normativa, al faltar el verbo “está”, también debería haber una coma en el sitio que ocuparía.

    Escrito el 1 junio 2015 a las 01:41
  6. 6. Wuldoak dice:

    Muy esclarecedor, beba. Gracias!

    Escrito el 1 junio 2015 a las 13:39

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