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"Los tambores comenzaron a sonar". - por Juan Augusto C.

"LOS TAMBORES COMENZARON A SONAR"

Cuando la niña escuchó el sonido de los tambores, tuvo la certeza de que su mundo no terminaría ese día. Era un mundo maravilloso, lleno de sueños y fantasias, que Renata, con apenas 10 años de edad, había empezado a construir en el mismo momento en que sus padres le informaron que la llevarían a la ciu-
dad de Nueva York, para que viera el espectacular desfile que la tienda Macy's organiza cada año para el día de Acción de Gracias.
-Vas a vivir una de las experiencia mas maravillosa de tu vida -le dijo su padre, Alejandro.
-Y nunca la olvidará -le aseguró su madre, Minerva.
La noticia generó en el interior de la niña, un torbellino de emociones incontro-
lables, que la hicieron saltar de alegría por toda la casa. Ya se imaginaba a sus héroes favoritos convertidos en globos gigantescos que marchaban con todos sus coloridos al son de los tambores que hacían resonar las bandas de música.
En el colegio, Renata solo hablaba de su viaje.
-Mis padres me van a llevar a Nueva York, para ver el desfile de Macy's -le
repetía a sus amiguitas.
Lo decía con tanta emoción que todas quedarn contagiadas, y llegaban a sus casas pidiéndoles a sus padres que también la llevaran a Nueva York para ver el desfile de Macy's. Hasta su maestra quedó envuelta en la euforia que Renata ha-
bia desatado, y le pidió que al regresar escribiera una historia sobre la experien-
cía que viviría para leerla a toda la clase.
-Así lo haré -le dijo Renata.
Llegaron el día martes, dos días antes del desfile, y se alojaron en un hotel que Alejandro había reservado con un año de anticipación, el cual estaba situado frente al Museo de Historia Natural, a solo medio bloque del punto de partida del desfile. Hacia un frío que penetraba hasta los tuétanos, y los pronósticos del tiempo para el resto de la semana no eran agradables.
-Parece que hemos venido en un mal tiempo -le dijo Minerva preocupada a Alejandro.
-No quiero ni pensar que mi niña no pueda disfrutar del desfile en todo su esplendor -se lamentó Alejandro.
Tal como decían los pronósticos, el jueves amaneció frío, y con una llovizna que no daba señales de parar. A pesar de eso, desde la cinco de la mañana la gente empezó a llegar para obtener un buen lugar a lo largo de la ruta del desfile.
Así lo hicieron también, Alejandro, Minerva y Renata. De repente la llovizna se tornó en un torrencial aguacero, y todo el mundo salió huyendo, buscando donde refugiarse de lo que parecía era una repetición del diluvio universal, que según relatan los libros sagrados acabó destruyendo el mundo en una época antigua. En ese momento, era el mundo de Renata el que estaba por acabar. Sus sueños y fantasías que con mucha emoción había edificado en su mundo de ilusión por culpa de la lluvia ahora estaban por terminar.
Regresaron a su cuarto en el hotel. Todos estaban en silencio, mirando los reportes noticiosos de la televisión, cuando de momento un rayo de esperanza les iluminó su ilusión. Los organizadores del desfile anunciaron que el mismo no se cancelaría, aunque si se pospondría para empezar a las doce del mediodía. Los ojos de todos nuevamente brillaron de alegría. Parece que en las alturas alguien se fijó en Renata, y se encargó de cerrar las compuertas de los cielos, lo que hizo que poco a poco terminara el aguacero.
Terminado el diluvio, la gente empezó a salir de sus guaridas y volvieron a tomar su posición. Las bandas de música, los globos inflados y las coloridas carrozas ya estaban en su lugar; y a la hora señalada los tambores comenzaron a sonar. Era la señal inconfundible de que el mundo de Renata había sobrevivido el cataclismo local. Renata estaba muda, los ojos saliéndoseles de su lugar, mientras veía pasar por su mundo real los globos gigantes de personajes que tanto admiraba, como Hello Kitty, Spongebob, Kermit the Frog y otros. Para ella fue un día memorable que tal como le había dicho su madre estaba segura de que nunca iba a olvidar.
Al final del día, ya en su cuarto del hotel, mientras Alejandro y Minerva veían un Show por televisión, Renata, todavía vibrante de emoción, empezó a escribir la historia que su maestra le pidió, la cual tituló: "Los tambores comenzaron a sonar".

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2 comentarios

  1. 1. Martina Albeaga dice:

    Hola, compañero. A tu relato le falta más acción, un nudo potente porque queda un pelín desangelado. Tu lenguaje es muy bueno y los personajes están desarrollados. Utiliza el guión largo para los diálogos, son los correctos.
    Me ha gustado leerte.
    Un abrazo.

    Escrito el 31 mayo 2015 a las 19:15
  2. 2. beba dice:

    Hola, Juan Augusto:
    Relatas una historia muy sencilla y manejas bien las expectativas cariñosas de la familia. Me encantó la sorpresa, tan vital, de ver que los malos presagios no son necesariamente la realidad.
    Si algo hay que señalar, es que es preferible acotar la presencia del narrador mediante los diálogos de los personajes. También, que los párrafos demasiado largos vuelven lento el relato.
    A mí me gustó.
    Si quieres ver el mío es el 135.

    Escrito el 15 junio 2015 a las 03:02

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