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La ceremonia de caza - por LwriterL

El autor/a de este texto es menor de edad

En su último sueño, Cedric había podido sentir como la plata de la espada se calentaba al contacto con la sangre de la bestia. Ahora, de pie en aquella sala circular, oía los gritos de la multitud en las gradas de la arena y los gemidos ahogados por la sangre en las fauces del licántropo.
¿Por qué estaba tan nervioso? Él siempre había odiado a los licántropos más que a nada en este mundo, habían acabado con casi la mitad de su familia. Habían matado a su abuelo delante de su esposa y esta jamás había vuelto a ser la misma. ¿Tendría miedo? ¿Pensaría quizá que no sería capaz de acabar con su contrincante? Eso no era posible, había estado entrenándose durante diez años para este momento. Cedric estaba en mitad de su reflexión cuando se abrió la puerta y entro una chica delgada, de más o menos un metro sesenta y cinco y con el cabello rizado de color avellana.
– ¿Estás listo – le preguntó con una voz dura.
Cedric vaciló un instante y después le contestó.
– Si – su voz firme -. Estoy listo.
– Pues cámbiate – ella dejó un baúl en el suelo.
La chica salió de la habitación, dejando solo a Cedric para que se cambiara.
Su rostro era firme, pero en sus ojos se detectaba el color del miedo, uno de sus mayores miedos, el miedo de decepcionar a su padre.
Apartó esa idea de su mente tan rápido como pudo, se dirigió al baúl y sacó un traje plateado que se iluminó a la luz de las antorchas. Era una moderna cota de malla hecha de plata. Cuando se puso el traje, volvió a mirar en el baúl, había algo más en el fondo. Se acercó a la pared y arrancó una de las antorchas. Volvió al baúl y lo iluminó con la tenue llama. En el fondo había lo que parecía un broche, pero cuando se acercó vio que era una pequeña piedra de plata que colgaba de una cadena, en el centro de la piedra una palabra tallada, "Silverstone". El apellido de su familia.
Era una antigua reliquia familiar, y su padre se la había confiado a él, le había dado una de sus posesiones más preciadas.
De repente se oyó un ruido y Cedric se sobresaltó, dándose cuenta un segundo después de que habían llamado a la puerta. "A llegado el momento" se dijo a si mismo. Se colgó la piedra al cuello y salió de la habitación.
El pasillo se iba aclarando a medida que avanzaban hacia la arena. Ya no había necesidad de antorchas, pero estas seguían ardiendo a cada pocos metros. "El fuego" pensó Cedric "Los hombres lobo temen el fuego".
– ¿Estás nervioso? – la voz de la chica interrumpió sus pensamientos.
– ¿Qué? No – mintió él -. No estoy nervioso.
– Vamos Cedric, no puedes mentirme. Siempre te pillo – ella andaba mientras hablaba.
– Helena, en serio, estoy bien.
– Yo también me puse nerviosa en mi ceremonia – ahora subían una escaleras y la luz y el ruido eran cada vez más claros -. Los harás bien Ced.
Antes de que él pudiera decir nada, Helena se detuvo. Habían llegado a una pequeña sala con una gran puerta de hierro. Cedric estaba empezando a sudar.
Helena desapareció y apareció al instante con una gran funda de cuero entre los brazos. La abrió, mostrando a Cedric su contenido.
– Ésta es Matalobos – dijo al abrir la funda -. Cógela y sal a la arena. Y alegra esa cara Ced, si tu no puedes hacer esto, nadie puede.
Cedric cogió a Matalobos por la empuñadura. Se sentía reconfortante, la inscripción de la plata relucía ante la luz que se filtraba por las ventanas. "No somos asesinos, somos justicieros".
Cedric se puso ante la puerta y esta se abrió. La luz del sol iluminó por completo la habitación, y Cedric pudo ver como Helena le decía que avanzara con la cabeza. Cuando pisó la arena la vio, las gradas estaban abarrotadas, y en el sillón del maestre estaba su padre. El Maestre se levantó, haciendo callar al gentío. El rugido al otro lado de la verja que separa la celda de la bestia y la arena se oyó más claro. Y los tambores comenzaron a sonar.

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1 comentario

  1. 1. pachibuda dice:

    Curioso, fíjate que me tocó corregir un cuento muy parecido al tuyo. Creo que se llamaba el dragón o algo así. Búscalo.
    Estos cuentos imagino que están inspirados en los videojuegos, tienen todo un mundo de personajes que no manejo. Al leerlos, creo que pierdo mucho al no entender el trasfondo, pero los valoro. En este caso está bien escrito y tiene todo un asunto de valoración de las tradiciones que lo encuentro muy valioso.
    Cariños
    Pachibuda

    Escrito el 10 junio 2015 a las 16:16

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