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Con los sonidos del bosque. - por D.I.M.T. El gato azul de la montaña del sur.

CON LOS SONIDOS DEL BOSQUE.

Entre la espesura de los árboles frondosos, verde maravilloso, verde vida verde que se pierde lentamente en este mundo doloroso. En este espacio pequeño y limitado que en lugar de expandirse se contrae, en este hogar de animales sin iguales se encontraba oculto mi amigo el gato.
Como una leve llovizna sobre la superficie calma de un mar extenso y profundo, como la luna tardía que se asoma perezosa, luminosa y silenciosa sobre el mundo, cae sobre las ramas sutilmente, sin hacer el más leve ruido y con astucia. Solo el ruido de las hojas en las ramas, es capaz de delatar a este villano poco malvado, pero la suave caricia del viento le acompaña y amortigua su gran falla.
-Gato negro y caprichoso que pretendes entre las sombras de las noches esconderte, para así no enredarte en las cadenas del amor de las personas traicioneras. A nosotros no logras engañarnos, pues sabemos que anhelas el calor del hogar humano. Más sabes gato negro que en humanos, la raza y el color son males amados.
Esto dijo aquel pájaro un día, que a su nido llegaba el negro gato, su mirada ausente y tardía, revelaban lo que él en realidad deseaba. Desde la rama de aquel árbol frondoso miraba con desdén mi amigo el gato, a la misma hora se estiraba y esperaba perezoso entre recuerdos vagos, una ventana en lejanía que se habría al despertar de esa cálida mañana, una mujer sacaba una pequeña planta, y desde la distancia mi amigo el gato gozaba mientras la observaba. Pensaba e imaginaba las fantasías que todos los días venían, un desayuno, un tibio rincón y miles de caricias sobre un regazo con mucho amor. Recordaba paseos en coche, ronroneos sin reproche, recordaba aquel viento mientras en la rama movía de lado a lado la punta de su cola.
-No te equivocas querido amigo pájaro al decir que anhelo el calor del hogar humano, porque una vez con ellos pude conocerlos. Sin embargo bien es cierto que muchos de ellos son traicioneros, te empalagan sus palabras, te encadenan y abandonan, para luego exiliarte a un lejano bosque y sin amparo. Sin embargo, hay algo que puedo ver que desconoces, y es que no todo humano ha perdido el calor del corazón amado.
Tras sus palabras, el gato negro bajó de un salto del gran árbol, dejando a su amigo pájaro confundido e irritado. Aquel gato regordete que en el pasado había llegado, hoy solo era un vano recuerdo pues estaba flaco hasta los huesos.
Al otro día muy temprano de su nido salió el ave y volando sobre una calle encontró tirado al pobre gato, mientras un auto se detuvo junto a su cuerpo agonizando. Lo subieron y sin dudarlo lo siguió aquel extraño pájaro que deseaba comprender las acciones del humano. Un día te quieren, otro te abandonan, y al otro, te vuelven a querer, le parecía aterradoras las intenciones de esta especie, que poco a poco hacía que su mundo se encogiese. Lo encerraron en una jaula y lo metieron en un árbol gris, que sin hojas y sin ramas se elevaba desde la raíz. Así pasaron muchos días y el extraño pájaro aguardaba, cuando un día desde la ventana pudo ver la sombra de aquel amigo al que añoraba. Se acercó tímidamente, pues no quería dejarse ver, aquella mañana durante el alba encontró aquello que no quería perder en medio de sus sueños. Un gato negro que se asomaba lentamente por el borde de una puerta y se sentaba a los bordes de una cama adosada. Aquel pobre gato negro como sombra se deslizaba y con un suave ronroneo despertaba a su nueva ama.
El resplandor en la mañana se levanta mientras una mano amiga le acaricia la cabeza con ternura.
La alegría de aquella ave que con vehemencia clama y grita, volando como un rayo vuelve al bosque, y la noticia de que el gato ha encontrado un nuevo amo es celebrada con euforia, pues todos habían querido y respetado al guardián abandonado. Durante aquella estadía en la que el gato negro estuvo vagabundeando, jamás había cazado, asesinado, o almorzado ningún pájaro. Acostumbrado a otras comidas lo había criado el ser humano y muriéndose de hambre estuvo mi amigo el gato, hasta aquel día en que el milagro salvó su vida.
Y al compás del corazón del afortunado y negro gato, en lo más profundo del bosque los tambores comenzaron a sonar.

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3 comentarios

  1. 1. beba dice:

    HOLA:
    Lo más destacable de tu trabajo son las imágenes sensoriales, muy poéticas y vistosas.
    La historia es ingenua y tierna; pero creo que al argumento le falta consistencia y se vuelve confuso entre tanto discurso. Procura que tus oraciones sean más precisas; no te excedas en los adjetivos ni los repitas (negro gato, gato negro; aquel, aquella)
    Fíjate en este error de ortografía. las ventanas se “abrían”, sin h; del verbo “abrir”, no “haber”.
    Adelante. Tienes buenas ideas y buen vocabulario.

    Escrito el 28 mayo 2015 a las 20:52
  2. 2. D.I.M.T. El gato azul de la montaña del sur. dice:

    Beba: Muchísimas gracias por tu comentario. Pasé por alto ese horror ortográfico cuando lo revisé, así que te agradezco mucho el haberlo hecho notar.
    Tendré en cuenta tus observaciones para próximos trabajos.
    Mil gracias de nuevo.

    Escrito el 28 mayo 2015 a las 23:49
  3. 3. Dan dice:

    Buenas,
    leído tu relato me resulta atípico, quizá por la sensación de ritmo que se deja escuchar al leerlo en alto. Especialmente al principio, como ya te ha dicho Beba, es extremadamente estimulante la lectura por todo lo que hace sentir. Aparte de la falta que ya te han dicho me ha parecido que había una falta de correspondencia con un “parecía” que creo que debería ser “parecían”. He intentado volver a encontrarlo para decirte la frase exacta pero está esquivo y se esconde O.O
    Es un relato bonito, con un toque colorido y fresco, lástima que los gatos en la realidad no sean así y actualmente estén catalogados como una de las mayores amenazas para la fauna silvestre O.O
    Buen relato, estaré pendiente a ver si te leo en otros talleres.
    ¡Un saludo!

    Escrito el 1 junio 2015 a las 01:12

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