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Los amantes del tiempo - por Mayca Nasan

Llegamos a la ciudad de los vientos a media tarde. El viaje en taxi desde Marrakech había puesto a prueba nuestra templanza, gracias a las disparatadas maniobras de un conductor temerario.
El desasosiego se esfumó nada más poner los pies en tierra, ya que inmediatamente nos sentimos embriagados por la belleza de aquel lugar que confundía y fascinaba a partes iguales. Ante nuestros ojos, apareció una imponente playa coronada por un cielo añil infinito. Más allá, en contraste, se alzaban los muros ocres de antiguas fortificaciones y las bellas casas de adobe blancas adornadas con sus característicos pórticos de luminoso azul celeste.
Olía a mar, a pescado y menta. Desde el cielo, decenas de gaviotas graznaban vigilando nuestro deambular hacia el corazón de la ciudad vieja, mientras un rumor lejano de reggae, percusiones y acento árabe llegaba a nuestro oídos.

A cada paso, en cada rincón, se intuía un ambiente cultural propio y genuino, y a la vez, muy mestizo, de una ciudad en la que residían desde hacía décadas, artistas llegados de todos los rincones del mundo. Se respiraba arte por todas partes, y por eso estábamos allí, en Esauira.

Habíamos acudido atraídos por su conocido festival de música Gnaoua. Era el perfecto punto de encuentro y fusión entre la tradición, encarnada en sus músicos locales, los Maâlem, y la música contemporánea de artistas internacionales del jazz, blues, rock, pop, o reggae. Los tres días de festival generaban una potente explosión de ritmos hipnóticos bajo un ambiente festivo que impregnaba toda la ciudad.

Fue fascinante atravesar la muralla y descubrir una medina llena de vida. Toda ella se hallaba vertebrada de estrechos pasajes, callejones y fachadas encaladas. Nos dejamos llevar, sin rumbo, extasiados por el bullicio y la variedad de mercancías en venta en sus múltiples tiendas de artesanía, encontrando a nuestro paso desde las típicas alfombras, hasta la exquisita joyería bereber, pasando por los artículos de cuero y madera, la cestería, los aceites de Argán, pescados variados, especias… Era un caleidoscopio de colores, olores, sabores y sonidos que estremecía los sentidos.

De pronto, supe que quizás, había encontrado mi sitio, y que estaba justo donde quería estar… hasta que llegó el momento en que nos percatamos de que estábamos perdidos en el laberinto de callejas, y la magia del instante se esfumó.
Volvimos a ser sólo dos jóvenes mochileros inexpertos, impacientes y desorientados. Unos idiotas, vaya.
Jorge comenzó a ponerse nervioso, no soportaba perder el control y ambos comenzamos a discutir acaloradamente subiendo el tono de voz. La gente que pasaba nos miraba sin disimulo.

Un hombre, casi anciano, de rostro amable y risueño que se hallaba sentado junto a la puerta de una tienda fumando una pipa de kif, comenzó a agitar uno de sus brazos llamando nuestra atención. Nos miraba a nosotros, y sorprendidos, nos acercamos a él.

—Salam aleikum —saludó, llevando una mano al corazón, en un gesto de respeto que me pareció conmovedor—¿Españoles? ¿sí?
—Eh, sí, hola—dijo Jorge, apartándome sin disimulo hacia atrás —. Aleikum salam… ¿me entiende?
—Claro. Yo conozco España, ¡visca el Barça! —se rió a carcajadas de su propia ocurrencia—. Yo ayudo, ¿qué pasa?
—Íbamos de camino al riad donde nos vamos a alojar, y nos hemos perdido, se nos está echando el tiempo encima y no vamos a llegar para…
—Ah, calma, siñora —me interrumpió con un dulce tono de voz que revelaba mucha paciencia. Estaba claro quién dominaba la situación—, no problema, amegos. ¡Bienvenidos! Soy Amir. Yo ayudo, luego, ¿sí? No prisas. Antes yo invito té a mi casa. Inch’Allah…
—No tenemos tiempo —respondió Jorge cortante. Su abierta hostilidad estaba resultando embarazosa —. Venga Esther, nos vamos.
—Amego, acepta té. Ofrezco lo que tengo —insistió Amir.

A continuación, apartó su sonrisa, y adoptando un aire solemne y en perfecto castellano, nos regaló una de esas frases que se interiorizan hasta el fin de los días, y son lección de vida:

—En Occidente vosotros tenéis el reloj, pero nosotros tenemos el tiempo.

Amir fue el primero, pero en los días siguientes, otros hombres, mujeres y niños, nos enseñaron a través de sus actos y generosidad, a disfrutar del placer de pasar el tiempo, sin más. Y sobre todo, descubrimos que la felicidad, no dependía de tener, sino de ser.

Volviendo a aquel momento, sobraron las palabras. Ambos comprendimos el mensaje del hombre, y aceptamos su hospitalidad. Caminamos junto a él, mientras de fondo, ya se adivinaba el comienzo del festival.

Los tambores comenzaron a sonar.

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10 comentarios

  1. 1. mondregas dice:

    Por si quieres leerla mi relato está en el nº 56

    Escrito el 29 mayo 2015 a las 10:01
  2. 2. mondregas dice:

    Hola Maica Nasan:
    Un relato bello y bien contado consigues meter al lector dentro del zoco.
    Me gusta mucho el dialogo. Por poner un pero te diré que faltan algunas comas bueno eso también me pasa a mí, entre otras cosas.

    Escrito el 29 mayo 2015 a las 10:02
  3. 3. El nido del cuco dice:

    ¡Qué pasada de relato Mayca! Ya sé que decir “que pasada” no es muy literario pero es lo que siento en este momento. Me ha encantado. Me ha gustado que, a través de tus descripciones, me hayas llevado a ese lugar. Ha habido un momento, durante la lectura, que me ha parecido de estar ahí. También me han encantado los diálogos y la referencia al tiempo todo un lujo. Ya lo he leído tres veces, ¿te molesta si lo leo alguna más?
    Hay mucho talento y mucha sensibilidad en tu texto. Bueno, ya me paro, que parece que te hago la pelota.

    Repito, un lujo de relato. Enhorabuena.

    Escrito el 30 mayo 2015 a las 11:58
  4. 4. Diego Manresa Bilbao dice:

    Muy buen relato Mayca,
    Perfectamente ambientado y con una relexion muy certera sobre el reloj y el tiempo…
    Muy muy logrado!
    Nos leemos!

    Escrito el 30 mayo 2015 a las 13:51
  5. 5. Aner dice:

    Fantástico relato, fluido y entretenido. Da la impresión de que guardas un estrecho vínculo con la experiencia; se intuye profunda y personal. La recreación del contexto es espectacular y, a la vez, natural. La frase/lección de Amir es preciosa, pero casi me ha encantado más “Unos idiotas, vaya”; absolutamente certera. A todo ello añadiría que la explicación inicial sobre el festival de música hace que uno lea como esperando esos tambores.

    Escrito el 30 mayo 2015 a las 15:00
  6. 6. Marcelo Kisi dice:

    HOla Mayca!!
    Gracias ante todo por tu benevolente comentario, me alegro que hayas difrutado y me haces mucho honor.

    En cuanto a tu pieza, escribes exquisitamente bien! Confieso que no es el tipo de argumento que suelo cultivar, me gusta lo más dramático, ya sabes. Por eso, siendo así, no es usual que me guste uno como el tuyo. Pero el registro minimalista del relato pone más de relieve la ambientación, las sensaciones que recorren a la narradora mientras se adentra por esas callejas del Magreb. Todo el “drama” de dos turistas que se pierden deja paso a un viaje del alma, por la estética, por el encuentro cultural, por la poesía de una invitación a tomar el té y una sabiduría que nos recuerda a los occidentales ser un poco más humildes. Todo eso, con simpleza mágica. Y hermosamente escrito. Me pareció extraordinario!!

    Escrito el 30 mayo 2015 a las 16:00
  7. 7. J.Sfield dice:

    Me ha parecido muy bueno y bien escrito, Mayca. La ambientación la consigues de manera excelente con tus descripciones, pero me quedo con el diálogo, me parece excepcional. ¡Enhorabuena por tu trabajo!
    Un saludo.

    Escrito el 30 mayo 2015 a las 23:24
  8. 8. KMarce dice:

    Saludos Mayca,

    Muchas gracias por tu comentario en mi relato.

    El tuyo, pese a una introducción larga, debo recalcar que era completamente necesaria, sin ella es imposible pararse en esa calle llena de colores y aromas. Muy buen acierto.

    El desarrollo de los personajes, es mas introspectivo, la reflexión que esa experiencia le ha prodigado; creo que eso sucede cuando sales de tu propia patria y te tropiezas con otras culturas diferentes a las tuyas. Es lo lindo de los viajes, por eso me gustan tanto.

    Me ha gustado la temática y la narrativa. Creo que has estudiado para poder desarrollar la escena, sin conocimiento no es posible transmitir.

    Enhorabuena,

    ¡Nos leemos!

    Escrito el 30 mayo 2015 a las 23:27
  9. 9. Luis Ponce dice:

    Hola Mayca: la descripción inicial logra que el lector se instale en el escenario. Los colores, sonidos y olores permiten tener una idea concreta de donde estamos. Todo esto llevado desde un punto de vista intimista, personalizado porque Jorge asoma sólo al final, para asumir perfectamente el papel de idiota y lograr en el diálogo la confrontación cultural que es el eje del relato. El tiempo no es sino un detalle puntual que nos da una lección de respeto hacia las culturas diferentes.
    Me ha encantado leerte.
    Gracias por tu comentario en el mio.

    Escrito el 2 junio 2015 a las 16:00
  10. 10. Adella Brac dice:

    Veo dos partes diferenciadas en el relato. En la primera demuestras un don para la descripción, creando imágenes muy vivas, con colores, sonidos y olores.
    En la segunda parte la historia se centra en los personajes, especialmente es Amir, perfectamente caracterizado por su forma de hablar.
    Me ha faltado un poco de cohesión y me sobran un par de frases al final, pero son detalles que no empañan el maravilloso trabajo que has hecho. ¡Un saludo! 🙂

    Escrito el 3 junio 2015 a las 13:14

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