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Samuel - por María Verónica

Samuel se encuentra muy entusiasmado ya que es el día del primer cumpleaños de su hermana menor, Anastasia. Aunque sus padres no están tan pendientes de él como antes, es muy cariñoso con la pequeña. Es por eso, que desde temprano se encuentra tratando de armar una muñeca de barro para obsequiársela.

Su madre lo ve correteando por el zaguán. El niño deja sus pisadas embarradas y la mujer enfurece. Se encuentra atareada y apurada. Exagera su enojo y termina encerrando a su hijo en la habitación. Samuel no comprende lo que ha sucedido y cree que ese castigo es muy injusto. Se acuesta en la cama, comienza a llorar y se queda dormido. Horas más tarde, su padre ha llegado de trabajar. Abre la puerta de la habitación y observa a Samuel. Detrás de el, aparece su esposa con Anastasia en brazos. Sin despertarlo, lo miran con ternura y ambos padres le dan un beso en la frente.

Samuel despertó. Sigue herido y enojado. Su madre lo llama para cenar, pero el no hace caso. Se sienta en el suelo al lado de la puerta. Se queda escuchando como sus padres y abuelos, entre risas y cumplidos, festejan el cumpleaños de la chiquilla. De alguna manera, Samuel siente que en ese momento no pertenece a la familia y prefiere aislarse.

En medio de la noche se escuchan gritos salvajes que cada segundo parecen acercarse más. El niño despierta asustado y mira a través de la ventana. Puede ver como se levanta tierra por la velocidad en la que los indios avanzan a caballo por las calles. Todo se vuelve una gran nube oscura de polvo ahí afuera, y lo único que puede observarse con claridad son las patas de los animales que se aproximan. Samuel llega a ver como una pequeña silueta parece correr en medio del malón, en dirección a su casa. Es una niña india.

Se observan con esas miradas curiosas e ingenuas que reflejan el miedo por lo que esta sucediendo. El contempla como algunas lágrimas corren por la mejilla de ella, entonces decide abrir la ventana y la toma de la mano. Sonríen y en ese momento, esa conexión entre ambos les sirve como refugio ante el peligro.

Cuando los padres del chico entran al cuarto, preocupados y atemorizados, el pequeño ya no se encuentra allí. Anastasia llora desconsoladamente en los brazos de su madre. El padre se da cuenta que la ventana de la habitación de Samuel esta abierta. Sale rápidamente para buscarlo en las cercanías del lugar, pero no hay rastros de él, ni del ataque repentino de los indios. Aquellos gritos que se oían con tanta claridad, ahora son lejanos.

Pasaron dos meses. Aún sus padres y vecinos lo siguen buscando pero parece imposible encontrarlo. Cuando Samuel cumplió su primer año, sus padres eran todavía muy jóvenes y recién se estaban por casar. Su madre había tejido ropa para que su hijo la pueda usar en es día tan especial. Ese es el recuerdo con el que ella sueña todos los días, desde esa trágica madrugada. Ahora se consuela con proteger a Anastasia más que nunca.

Diez años después…

En el atardecer de un día caluroso la tribu Apalache se ubica alrededor de una pequeña montaña con ofrendas. Todo queda en silencio y aparece un indio muy joven que camina y se ubica de rodillas en el medio de la ronda. Es Gopan, que llegó a su mayoría de edad. Es aquel niño que se escapó esa noche y dejó un vacío enorme en la vida de su familia. Pero ya no tiene recuerdos de esos días, ni de su verdadero nombre. Uno de los indios empieza a bailar y los demás lo siguen. Gopan se para, eleva los brazos hacia el cielo y los tambores comenzaron a sonar.

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1 comentario

  1. 1. Demetrio Vert dice:

    Hola María. Me tocó comentar anónimamente tu relto. Sabrás quien soy pues mi trabajo suele ser extenso.

    No me extiendo en ello. Solo animarte para que sigas escribiendo.

    Un saludo.

    Escrito el 29 mayo 2015 a las 09:57

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