Juicio por un aborto - por Mayomi

Juicio por un aborto

Megumi, su nombre significa “bendición”, jovencita hermosa, alegre, estudiosa, con deseos de conocer y vivir según sus propios preceptos. Sus padres algo chapados a la antigua, mormones de religión, lo cual les ha llevado a ser con sus tres hijos bastantes estrictos a tal grado que, por normas de su culto, no les han permitido disfrutar de su adolescencia y juventud.
Ella desde pequeña mostró gran interés por la música, especialmente por el chelo, así que desde sus cinco años inició sus estudios musicales al tiempo que cursaba los modelos educativos básicos, como son preescolar, primaria, secundaria, bachillerato y universidad.
Fue, entre sus diecisiete y veinte años, que comenzó a tener conductas, para sus padres, inapropiadas. Tenía novio, completamente diferente a sus preceptos religiosos, un factor que a los padres de Megumi no les hacía mucha gracia, sin embargo, ella estaba entusiasmada con su relación amorosa, decía vivirla al máximo.
Alrededor de sus dieciocho años de edad, se acercó a su prima Nayeli, para comentarle que se había metido en problemas pues desde que inició su noviazgo con Raúl, no reparó en otra cosa que no fuera salir con él a distintos lugares, pasándose por alto, incluso, clases importantes tanto en su facultad de música como en su curso preuniversitario. La confesión de Megumi, que iba desde salirse al parque a caminar y charlar con su novio hasta haber salido de la ciudad a la playa más cercana, que se encuentra a dos horas de camino, en auto, aproximadamente, entre otras cosas más; fue llenando de asombro a Nayeli, ésta prestaba toda la atención, pues, dicho sea de paso, eran uña y mugre, es decir, era muy unida la relación entre estas primas. Cuando Megumi terminó de hablar, Nayeli suspiró profundamente y espetó –ups y más ups, ¿qué te digo?, creo que te lo has dicho todo, mas es importante que pienses cómo se lo dirás a mis tíos, te espera un juicio severo y quién sabe de qué sean capaces tus papás, ay Megumi, sugiero platiques con tu mamá, antes que otra cosa suceda y ella sabrá cómo abordar el tema con mi tío, estoy contigo, ánimo-. Como ya era tarde, aproximadamente las tres y media de la madrugada, se despidieron y cada una entró a su casa.
Pasaron varios días, el fin de semana cercano a la plática de las chicas, éstas no pudieron verse, los padres de ella no se presentaron a la comida familiar de cada domingo; así sucedió con los dos siguientes fines de semana, ausencia total de la familia de Megumi en casa de los abuelos, qué pasaba, todos se preguntaban, Nayeli que si bien sabía la situación, no dijo nada, se limitaba a escuchar las inquietudes de los demás familiares. Posterior a este tiempo, el papá de Megumi pidió al abuelo una reunión familiar extra.
Era sábado, el atardecer pintaba sus colores dorados, fueron llegando a casa de los abuelos las familias de sus cuatro hijos, cerca de las 8 de la noche se sirvió la merienda, todos platicaban, Megumi y Nayeli se encontraban en la banca de la fuente, a Megumi se le resbalaban las lágrimas sin mayor gesticulación. ¡De pronto! Una voz como de trueno – ¡vengan a la sala de música!-, una vez que todos habían entrado, el papá de Megumi tomó la palabra –es para mí bastante doloroso participarles lo siguiente, mi hija nos ha mentido, nos ha mentido a la familia completa-, suspiró y continuó – Megumi ha hecho algo completamente inapropiado, algo que lastima no sólo mis preceptos religiosos, sino mi formación familiar, yo, la tenía por una chica buena, concentrada en sus estudios, por una hija considerada y resulta- suspiró de nuevo –que nos mintió, independientemente de haber dejado sus estudios a la deriva, de no importarle ser deshonesta con sus padres, de no haberse respetado como mujercita, cometió un crimen ¡ha abortado!-, el papá de Megumi se dejó caer hincado, sus manos en el rostro, era ensordecedor el silencio familiar que ahí imperaba. Pasaron largos minutos, los abuelos llorando casi en silencio, los padres de Megumi, con sus manos entrelazadas lloraban con amargura, los hermanos de ella, varones ambos, también sollozaban.
El papá de Megumi se incorporó, con gran esfuerzo volvió a tomar la palabra –he tenido que darles a conocer esto, porque debo degradar a mi hija ante la familia, es la primera parte del juicio que le espera en nuestra capilla, ahorita vienen por ella, ellos sabrán qué hacer y… “Los tambores comenzaron a sonar”.