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Lo dejé todo por Él. - por Guiomar de Zahara

Vestida de blanco y con un ligero velo tapándome el rostro, caminaba lentamente pensado el giro que iba a dar en el reloj de mi vida.
Mi infancia ¿Fue feliz? Imagino que sí: nunca me faltó de nada, porque lo que no conoces, no lo puedes desear.
Crecí junto a mis padres en una caravana – como el resto de gente con la que convivíamos – yo era hija única y también la única niña, en aquella gran familia circense.
Toda mi vida – desde que tengo recuerdos – conocí a los payasos más cariñosos y divertidos; a los magos más mágicos, a los enanos, que son como todas las personas, pero más bajitos; a malabaristas, domadores… pero sobre todo a perros, patos, y leones y otros muchos animales, que era con los que podía jugar libremente, mientras los artistas ensayaban. Cuando no había trabajo, o íbamos de una ciudad a otra, tenía que estudiar.
Más que los libros, a mí lo que me gustaba era lo que hacían mis padres: volar. Los mejores trapecistas: La bella Margarita y el atlético Hércules
Mis padres con sus mallas doradas, parecían extraños pájaros luchando contra la fuerza de la gravedad: subían, bajaban, se cruzaban, daban volteretas… el final, era lo más emocionante, por peligroso al no tener la red protectora. A todos se nos encogía el corazón: mi padre en lo más alto de la lona, mi madre en el balancín frente a él. Primero un silencio absoluto, después le música de percusión comienza: es la señal.
“La bella Margarita” se lanza – después de dar tres volteretas en el aire – hacia los brazos de “Hércules”, que la recoge, se funden en un abrazo y se deslizan lentamente por un columpio de flores hacia la pista mientras la música del batería disminuye, y los aplausos arrecian con más fuerza.
Pasó el tiempo y por fin pude comenzar los entrenamientos para ser la tercera equilibrista, nos titularíamos: “El dorado trío”

Después de muchas horas de entrenamiento y esfuerzo, llegó mi debut en una ciudad costera del Mediterráneo, en el mes de julio. Antes de llegar, ya se había pegado carteles, anunciando el circo y el debut de la joven y gran acróbata “La linda Marilyn”. Había ensayado más de un millón de veces, pero lo más emocionante era el final con el redoble, esa música me inundaba el corazón de una especial alegría. Ese verano, con mis dieciocho años recién cumplidos, fue uno de los más felices de mi vida. Mi fama de temple, de equilibrio y de volatinera increíble, añadido a mi espléndida belleza y juventud, llenó los periódicos y llegó hasta el mundo del cine.
Empecé a conocer una vida que yo ignoraba. No me perdía ni una fiesta. Me contrataron para intervenir en una película. Mis padres, con suavidad, intentaron persuadirme de esa vida. Fue la primera y única vez que les alcé la voz, diciéndoles que era mayor de edad y que podía hacer con mi vida lo que quisiera. Abandoné a mis padres y al circo.
Comencé a salir con toda clase de hombres ricos y apuestos que me gustaban. Tenía vestidos, joyas, una gran casa y todos los caprichos que quería… Hasta que le conocí a Él.
Fue algo inesperado, descubrí el Amor, era un verdadero sentimiento, algo que no había conocido nunca. Me entregué a Jesús con toda mi alma y, dentro de unos momentos me uniría a Él para el resto de mi vida.
Estaba tan emocionada como el día de mi debut como trapecista.
Ahora no vestía mallas, iba de blanco con un velo tapándome la cara y caminaba hacia el altar en una catedral y feliz como nunca me había sentido. Allí estaban todos mis amigos de la infancia. Aquellos a los que yo había dado la espalda. Aquellas personas que habían cuidado de mis padres cuando por un accidente el circo se incendió, que habían pagado las facturas del hospital, de las costosas operaciones de las quemaduras, de la larga rehabilitación que tuvieron que soportar y en la absoluta miseria en la que se habían quedado. Cuando me enteré ya había pasado todo. Les di todo lo que poseía. Con mi Amado no necesitaba nada. Con Él me bastaba.
Llegué hasta el altar. Allí me estaban esperando. Al hacerme las preguntas del ritual, se hizo un solemne y profundo silencio e, inmediatamente cuando contestaba “si quiero entrar al servicio de Dios, haciendo voto de pobreza, castidad y silencio”, entonces, en mi corazón, los tambores comenzaron a sonar.

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6 comentarios

  1. 1. Dante dice:

    Hola Guiomar de Zahara. He sido uno de tus comentaristas anónimos. Quiero reiterarte que tu texto me gustó muchísimo. En particular me gustó que está muy bien narrado y que en el final hacés un interesantísimo paralelismo entre el salto del trapecista y el salto de fe/vocacional y que el texto, sin decirlo, al trazar ese paralelismo, tiene profundas implicaciones filosóficas y en su caso teológicas. ¡Felicitaciones!

    Al igual que el resto de los textos que comenté, voy a recomendar el tuyo para que lo lean, así otros compañeros tienen la oportunidad de realizar aportes y en su caso, de disfrutarlo.

    Saludos.

    Escrito el 29 mayo 2015 a las 01:27
  2. 2. Tinta Negra dice:

    ¡Buenas Guiomar! Admiré tu estilo poético, pondré esta frase de ejemplo que me encantó: “Mis padres con sus mallas doradas, parecían extraños pájaros luchando contra la fuerza de la gravedad”. En cuanto a la trama, me gustó más la primera parte que el posterior desenlace, donde según mi parecer, suceden demasiadas cosas. Excepto esto, el resto fenomenal. ¡Un saludo afectuoso!

    Escrito el 1 junio 2015 a las 12:51
  3. 3. José Torma dice:

    Que tal Guiomar?

    Coincido 100 % con Tinta Negra en el tono poetico de la narrativa. El giro final medio se intuye cuando nombras a Jesus, pero es poco y el giro final funciona.

    Seguro estoy que Dante te comento de los dialogos y usos de guiones contra comillas y otros aspectos tecnicos que no entrare para no reiterar.

    Te felicito, cuida mucho tu ortografia y tu forma.

    Saludos

    Escrito el 8 junio 2015 a las 19:54
  4. 4. beba dice:

    Hola, Guiomar:
    A mí me gustó tu relato,con magníficas imágenes visuales; hermosa la descripción del juego de Hércules y Margarita. Correcto el vocabulario. algunos detalles en puntuación, que ya te señalaron.
    Me pareció que la trama se enreda en el nudo; aparecen desordenadas las instancias de brillo y diversión, la llamada vocacional y las viscisitudes de los padres. Podría interpretarse como un recurso para reflejar la confusión de la novel triunfadora; pero, objetivamente, lo percibo confuso.

    Escrito el 8 junio 2015 a las 20:18
  5. 5. beba dice:

    Tecleé antes de hora.
    Puse minúscula después de punto en “Algunos”.
    Y me fui sin saludarte:
    Adelante. Felicitaciones.
    Mi relato es el 135.

    Escrito el 8 junio 2015 a las 20:20
  6. 6. Guiomar de Zahara dice:

    ¡Gracias!
    Gracias a todos por vuestros comentarios. Tomo buena cuenta de ellos.
    Es la primera vez que participo y, la verdad, no esperaba que nadie se fijara en mi relato.
    Normalmente, no me gusta nada de lo que escribo.
    Abrazos efusivos.

    Escrito el 2 julio 2015 a las 09:34

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