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Al ritmo de tu corazón - por Thelma López Lara

Al ritmo de tu corazón

—¿Qué me miras? —le pregunté a Sam. Él era el otro doctor con el que compartía la tienda de campaña, en una aldea de los Ashanti en Ghana. Los dos éramos del Cuerpo de Paz; mi compañero ya tenía un año de voluntariado en esa aldea. Y yo, a mis veinticuatro años, apenas me estaba incorporando.

—Nada Emily, solo que te noto preocupada y me gustaría saber el motivo _me respondió.

Me disponía a contestarle, cuando escuché un bullicio.

—¿Qué está pasando? _le pregunté.

—Las tribus Ashanti, tienen como costumbre, festejar con cantos, tambores, bailes y rituales; las buenas cosechas, curación de enfermos, nuevos embarazos y matrimonios.

—¡Ah!, eso no lo sabía, en quince días de estadía por estas tierras, no había tenido la oportunidad de presenciar esas festividades.

—Sam, retomando tu pregunta, lo que me preocupa es el aumento de la natalidad y las enfermedades de esta tribu, y no contamos con suficientes medicamentos.

¡Descansa Emily!, mañana haremos un listado de medidas de prevención, para minimizar el problema.

Esa noche fue imposible dormir, tenía cargo de conciencia. Salí de la tienda y caminé por la plaza, sentándome en una piedra cerca de una choza. El aire que respiraba, venía impregnado con olor a hierba fresca, eso me relajaba. Pasado un rato, sentí la presencia de alguien, su respiración muy cerca y unos pasos suaves. No le di importancia a lo sucedido, y continué con mi relajamiento.

Al día siguiente mi compañero y yo nos quedamos en la tienda hasta la noche, tomando algunas decisiones sobre la problemática de salud de la tribu. Después del trabajo, lo invité para que fuéramos a la plaza, pero como era tan dormilón, que prefirió quedarse en la cama.

Recuerdo que estaba sentada en la misma piedra de la plaza, cuando de pronto, escuché de nuevo esos pasos suaves y esa respiración muy cerca. Me levanté y dije con voz fuerte —¿Quién está ahí?, conteste.
—¿Quiere que hablemos? —le dije. Súbitamente, de un matorral salió Asamoah, él era el hermano mayor de una de las familias que yo había visitado en la primera semana. Se observaba asustado, bajó su cabeza y no me miraba. Le pregunté de nuevo —¿Qué haces aquí?, habla. Él poco a poco fue soltando las palabras. Lo que pude entender del dialecto twi, era que él deseaba ser doctor, para ayudar a su gente. Al estar cerca de él, podía sentir su nerviosismo y a la vez su calidez. Quedamos en que yo iba hablar con Sam, para valorar si lo incorporábamos como ayudante.

Mi compañero, aceptó la idea de que el joven nos ayudara. Con el pasar de los meses, era sorprendente ver como aprendía de enfermedades y medicamentos. Durante ese año, habíamos hecho una linda amistad. Su calidez y sensibilidad humana, hacía que me sintiera cada día más orgullosa de él.

Un día, Asamoah no pudo ir a las visitas médicas, estaba con mucha fiebre, eso me preocupó mucho. Lo llevé a la tienda para ponerle suero y administrarle algunos medicamentos; mientras Sam conseguía otros en la ciudad de Kumasi. En la noche, ya la fiebre había bajado y pudo alimentarse. Al tercer día, ya estaba mejor, tanto de salud como de ánimo. Me senté cerca de él, para agradecerle toda la ayuda que nos había brindado. Él tomó mis manos y me las besó, me miró fijamente, se me aproximó tanto, que podía sentía el ritmo de su corazón. Le dije —¿Qué haces?, pero ya sus labios casi rozaban con los míos. Sentía su agitación, era algo mágico, no podía resistirme. El ritmo de su corazón hacía que mi alma danzara cada vez más y más. Ese día nos entregamos en cuerpo y alma. Toda esa semana él se quedó en la tienda, mientras mi compañero llegaba de la ciudad.

Al mes, el joven tuvo otra recaída, esta vez nos preocupamos aún más, ya que la fiebre no bajaba, por más medicamentos que se le administrara. Un día después, era yo la que comencé con vómitos, fiebre y mareos. Sam preocupado por la situación, nos llevó al hospital de Kumasi. Pasamos todo una tarde, haciéndonos los exámenes requeridos. Al día siguiente, por la mañana, llegó el doctor de turno, para mostrarme los diagnósticos. Primero, me mostró el de Asamoah, él había adquirido una bacteria, pero ya estaba controlada. Luego, el doctor con una sonrisa de oreja a oreja, me entregó el mío y los tambores comenzaron a sonar.

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7 comentarios

  1. Ire directo al grano: tienes una buena historia que esta muy bien narrada, de eso no hay duda. Solo quiero decir que los dialogos, en especial los del principio, me confundieron un poco pues en ocasiones no sabia quien estaba hablando. Tambien te recomendaria que cuidaras las comas pues hay muchas que pueden ser puntos sin ningun problema.
    Por demas, como ya te dije, tienes una muy buena historia que esta bien desarrollada y es intrigante.
    Felicitaciones y saludos.

    Escrito el 28 mayo 2015 a las 23:17
  2. 2. Dan dice:

    Pues como te ha comentado Ryan, la historia me parece muy interesante y el enfoque muy adecuado. La principal pega del relato es la forma. Tanto los guiones de los diálogos del principio como el uso de la puntuación (hay comas por el texto que no deberían estar o que podrían cambiarse por puntos en algunos casos) desmerecen un poco la historia.
    También he visto algún fallito de concordancia entre los sujetos y los predicados, hay que revisarlo.
    Dicho esto, me sumo a lo que ha dicho Ryan. No dejes que eso te desanime. Todos podemos aprender a cuidar la escritura y mejorar en eso. Lo difícil es dar con una historia que merezca la pena y en tu caso la tienes. ¡Enhorabuena!

    Escrito el 29 mayo 2015 a las 12:44
  3. 3. beba dice:

    Hola, Thelma:
    Habías pronosticado una de candombes, Rubén Rada incluido; pero cambiaste de idea.
    El manejo gramatical es correcto. Buen tema los Cuerpos de Paz y la medicina.Y me encantó la historia del muchacho que colabora con el equipo; bueno, medio pillín el susodicho.
    Me parece que los diálogos “técnicos” de los médicos, enlentecen tu relato; tampoco ayudan los cambios cronológicos; ni ese inopinado enamoramiento.
    Tal vez tendrías que robustecer más la presencia de los tambores; parecen como dos pinceladas “para la consigna”, pero no son relevantes.
    Bueno; no siempre sale perfecto; lima y destornillador para reacomodarlo.
    Saludos.

    Escrito el 29 mayo 2015 a las 18:21
  4. 4. beba dice:

    Uuuy, Thelma. Me confundí contigo y Margarita Graña; ella había hablado de candombes uruguayos; no sé por qué estaba tan segura. Habrás pensado Ja,ja,ja.

    Escrito el 31 mayo 2015 a las 03:27
  5. 5. José M Quintero dice:

    Hola Thelma.
    Estoy de acuerdo con todo lo que te han dicho es un buen relato solo hay que trabajarlo mas.
    Lo siento pero debo admitir que el final en realidad no lo termino de entender, espero que me puedas ayudar con eso.
    Yo tambien escribi sobre una tribu pero la mia es un poco mas sangrienta, te invito a leer sobre ella en el 43.
    Para resumir: es un buen trabajo, felicitaciones! 🙂

    Escrito el 31 mayo 2015 a las 18:39
  6. 6. José Torma dice:

    Que tal Thelma.

    Creo que te gano la prisa. Una revision final al texto te hubiera hecho darte cuenta de el asunto de los guiones de dialogo, las comas y algunos otros detalles que de repente distraen la atencion de la trama.

    Fuera de tecnicismos y dejando de lado la forma, a mi la historia me gusta. Creo que es muy sutil el asunto de los tambores, pero a mi me queda claro que la chica esta embarazada del pillin ese que nunca sabemos su edad jaja.

    Te sugiero lo revises bien y se que lograras reestructuralo a manera de que fluya como debe y que no nos distraigan pequeñeces de forma.

    Saludos y felicidades.

    Escrito el 5 junio 2015 a las 17:02
  7. 7. Leonardo Ossa dice:

    Hola Thelma, la ubicación en África y la misión médica, hace que uno se vaya imaginando el entorno con sus tambores.
    Mi sugerencia es la misma que te han hecho algunos compañeros, revisar el uso de las comas.
    ¡Saludos!

    Escrito el 12 junio 2015 a las 04:14

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