Cookie MonsterEsta web utiliza cookies. Si sigues navegando, entendemos que aceptas las condiciones de uso.

Do you speak english?

¿If you prefer, you can visit the Literautas site in english?

Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

<< Volver a la lista de textos

Dos Mujeres - por tavi oyarce

Dos mujeres
Desde la adolescencia Melisa arrastraba aquella crisis. Sobrevenía cada vez que una situación la sobrepasaba. El corazón rugía, trepaba su pecho y como si fueran millares de tambores repicando, sus sienes parecían estallar. Ese día, el más crudo de aquel invierno que ella recordara, la crisis se manifestó al cruzar las calles de Santiago camino al hospital. Unas horas antes la noticia la había sumido en el desconcierto: Grisel no respondía al tratamiento y en opinión del médico tratante debía ser entregada a la familia. La voz impersonal de la enfermera no hizo otra cosa que ahondar la situación. En ese momento, el autobús que la transportaba a paso de tortuga hacía eterno el viaje. Llegar junto a Grisel era imprescindible de lo contrario, el dolor acabaría con su sano juicio.
En el hospital Grisel permanecía sentada en una silla de ruedas. Se veía vulnerable. El trámite de salida fue engorroso: ─es el protocolo, señora ─dijo la auxiliar refunfuñando ante los reclamos de Melisa. Por si no fuera suficiente debió estampar su huella digital en los expedientes para ratificar que ella era quien decía que era.
Cuando llegó la ambulancia la tarde tenía el color gris de la niebla. Los camilleros subieron a Grisel al furgón y emprendieron el regreso a casa. Se habían encendido los letreros luminosos y Melisa, mientras la ambulancia se abría paso bajo el ulular de las sirenas, creía volar por las avenidas de Santiago. Grisel iba en silencio, Melisa, atenta a la menor dificultad que se presentara. Los tambores habían cesado de oprimir su cabeza y tenía suficiente energía para cuidar de ella.
Melisa era una mujer optimista, pero esa noche ver a Grisel convertida en un guiñapo comenzó a conjurar contra Dios, su Dios, que deseaba arrebatársela. No concebía que a su hija, su muchachita vital la desahuciaran como un producto desechable; y ahora, impotente, ante la realidad abrumadora se sentía pequeña inmersa en un mundo incomprensible. Grisel había cursado la básica y con éxito relativo la media. Egresó de la facultad de filosofía y enfermó de cáncer, ni siquiera alcanzó a disfrutar la vida, todo fue repentino. Sus ojos se hundieron como si no quisieran observar lo que acontecía en rededor, su piel se marchitó y su cabello, ese cabello que el sol cubría de reflejos dorados, era solo un recuerdo.
─Agua, por favor ─clamó Grisel mientras Melisa permanecía concentrada en sus pensamientos.
Melisa acercó un vaso de agua, remojó sus labios y le dio de beber.
─¿Tienes frío? ─preguntó, Melisa.
Grisel la observó como si sus palabras se diluyeran en el trágico ambiente de la habitación. De improviso, balbuceó:
─Llévame al jardín, Melisa.
─Hace frío fuera. Puedes coger una gripe.
─Seis meses de encierro, mamá, ¿no crees que es suficiente? Qué podría acarrearme unos minutos junto a los naranjos, donde he pasado gran parte de mi vida.
Melisa la recordó entonces jugando entre los setos densos y compactos que ella misma había cultivado. La banca llena de libros donde inmersa en temas de filosofía, estudiaba hasta que la luz del día desaparecía.
─Mañana veremos, si no llueve, ─dijo finalmente Melisa y la abrazó. Fue un abrazo de dos mujeres desmoronadas en la adversidad.
Grisel se durmió.
Melisa permaneció un buen rato observando su respiración acompasada. Pensó en la pena de Grisel cuando viera su jardín abandonado al día siguiente. Todo en casa era un desastre, ella misma era un desastre, pero no lo podía remediar, cada minuto de los últimos meses los había dedicado a su hija.
Al amanecer Grisel tenía los brazos cruzados sobre el pecho y sus piernas, sus largas y cadavéricas piernas estaban extendidas sobre la colcha, como si el calor abrazara. Se levantó a cubrirlas. La palidez de su rostro hundido entre los pliegues de la almohada la sobrecogió. Con esfuerzo cruzó sus brazos bajo la cintura de Grisel para acomodarla, pero al contacto de su piel se contuvo, la estúpida esperanza desapareció y la crisis, como una víbora esperando su presa volvió a resurgir. No lo pensó dos veces y regresó a su camastro. Hundió su desesperación bajo las sábanas en el preciso momento que el corazón enloquecía y escalaba su pecho; hubiera renunciado a su vida para que la explosión no colisionara en su cabeza, pero era inevitable, en segundos los tambores comenzaron a sonar

¿Te ha gustado esta entrada? Recibe en tu correo los nuevos comentarios que se publiquen.

10 comentarios

  1. 1. Juana Medina dice:

    Ah, qué tristeza, mejor, qué dolor! Por qué por preocuparnos por los que más amamos, descuidamos lo que ellos más aman? ¿Por qué por protegerlos “del frío¨ les negamos lo que ansían en el último momento? Es desgarradoramente verdadera tu historia y está muy bien contada. También me parece perfecto que los personajes sean madre e hija.
    Mis felicitaciones entre pañuelos.

    Escrito el 28 mayo 2015 a las 21:19
  2. 2. José Torma dice:

    Hola Tavi, gracias por pasarte por mi relato.

    El tuyo es muy bello, el amor entre madre e hija en desgracia da tela. Lo unico que me chillo fue el modo de tu prosa. Con mucha repeticion de los nombres que me maree un poco. Como consejo te podria decir que re estructuraras el texto a manera de que con algun dialogo sutil nos digas que esta haciendo quien.

    Daludos y felicidades.

    Escrito el 28 mayo 2015 a las 23:40
  3. 3. beba dice:

    Hola, Tavi:
    Tu relato está muy bien escrito. Es expresivo y lleva un ritmo adecuado a la situación.
    Mucho dolor en estos tambores.
    adelante.

    Escrito el 29 mayo 2015 a las 01:16
  4. 4. Netogonzo dice:

    Hola Tavi, gracias por tus comentarios. El tuyo me ha dejado una sensacion de nostalgia muy grande, y desde mi punto de vista eso significa que esta narrado perfectamente, ya que las palabras que usaste y la forma en que narraste la historia trasmite, y lo hace desgarradoramente.

    Felicidades Tavi, seguire tus textos.

    Escrito el 29 mayo 2015 a las 02:39
  5. 5. Karen Katina dice:

    Muy bien contada esta historia, capaz de trasmitir y cuando algo que lees te hace sentir entonces no hay mas nada que decir. Felicitaciones.
    Gracias por pasar por mi relato.

    Escrito el 29 mayo 2015 a las 14:55
  6. Un texto muy emotivo, se te dan bien las emociones!
    Yo te recomendaría que espaciaras más los párrafos para hacer más clara la lectura.
    Felicidades, gran relato!

    Escrito el 29 mayo 2015 a las 18:13
  7. Hola Tavi. Primero que nada te agradezco tu comentario en mi relato. En cuanto a tu relato, has creado una muy realistica y desgarradora historia que lamentablemente es muy comun hoy en dia. Excelente relato. Te felicito.
    Saludos.

    Escrito el 29 mayo 2015 a las 18:32
  8. 8. Leonardo Ossa dice:

    Hola. De alguna manera he recordado cuando leía tu historia, la que leí en el libro de León Tolstói “La muerte de Iván Ilich”. Describes una situación dramática que muy seguramente hace referencia a alguna experiencia cercana. No he tenido el placer de visitar Santiago, pero leyendo tu narración, en algún momento, me vi en el interior de la ambulancia abriéndome paso por entre el tráfico capitalino con ayuda del ulular de la sirena.
    ¡Saludos!

    Escrito el 30 mayo 2015 a las 17:48
  9. 9. Tinta Negra dice:

    ¡Buenas Tavi Oyarce! Hay detalles en la historia como “Cuando llegó la ambulancia la tarde tenía el color gris de la niebla.” o “y su cabello, ese cabello que el sol cubría de reflejos dorados…”, “jugando entre los setos densos y compactos…”, “La palidez de su rostro hundido entre los pliegues de la almohada…” hacen que tu estilo gane en profundidad, en diferentes matices, que no solo la trama sea atractiva sino también hay pausas literarias que enriquecen el relato. Bonito estilo. Mucho dramatismo pero bien llevado. Para mejorar la forma estoy con la opinión de José Torma, lo único que me molestó en la lectura fue la repetición de los nombres propios. Por lo demás muy bien. ¡Te felicito!

    Escrito el 4 junio 2015 a las 09:02
  10. 10. Leonardo Ossa dice:

    Tavi Oyarce, gracias por haber pasado a comentar mi historia. Estaré atento a leer tu micro en la participación de este mes.
    ¡Saludos!

    Escrito el 25 junio 2015 a las 04:39

Deja un comentario:

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.