Cookie MonsterEsta web utiliza cookies. Si sigues navegando, entendemos que aceptas las condiciones de uso.

Do you speak english?

¿If you prefer, you can visit the Literautas site in english?

Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

<< Volver a la lista de textos

Cantes - por SBMontero

Web: http://www.sbmontero.es

Aquel cuarto le daba grima, aunque había estado tantas veces que sabía disimularlo, y el tacto del sillón le asqueaba, era frío, crujía y las piernas le colgaban a más de una cuarta del suelo.
—¿Sabes por qué estás aquí, Cantes? —Cantes, tampoco entendía por qué lo llamaba así, nadie lo hacía. Negó con la cabeza mientras se mordía el labio —¿Por qué has estado aquí antes?
—Porque… porque escribo… pero… pero ya no… no lo hago —se apresuró a puntualizar.
—No me mientas, Cantes —volvió a negar con la cabeza —. Verás, hoy Celador limpió tu zona, ¿Sabes qué encontró tras la cómoda? —negó de nuevo sin poder disimular cierta decepción, el hueco tras la cómoda era otro buen escondite que se esfumaba —¿Cuántas veces vamos a tener esta conversación? —Director se levantó —Esta vez he dado parte al Ministerio, cuarta infracción este trimestre, tu padre sufrirá las consecuencias… se le retirará un quinto líquido y un cuarto sólido —dio un respingo —. Veo que entiendes. La próxima vez el Ministerio no será tan indulgente. Vuelve a tu cuarto, hoy no comerás —el niño casi no esperó a que terminara la frase para salir de la habitación de estampida.
Celador salió de detrás de la mampara.
—Tiene ocho años e imita a su abuelo —dijo Director.
—¿Imita? Está cometiendo alta traición, ¿La imitación no es delito capital? —Director lo miró indignado.
—Tú no decides y si me cuestionas te encerraré en el sótano con los irrecuperables —Celador respiró hondo.
—Cierto, Director, tú decides, no yo.
—Haz tu trabajo, ¿De dónde saca papel y tinta? —Celador abandonó el despacho a toda prisa.
Volvió a sentarse. Su mano flotó sobre los folios escritos, pero no los tocó. Cerró la puerta con pestillo, se arrodilló y sacó un pequeño paquete de tela de debajo de una tablilla suelta del suelo, lo puso en la mesa con respeto. Recordaba a su padre, “Toda la magia del Universo”, le había dicho, “Aquí está toda la magia del Universo”, pensó mientras lo desenvolvía dejando al descubierto un libro de piel con adornos dorados. Pasó los dedos por el lomo labrado en el que se veía un extraño edificio con alas y, encima, el nombre de quien lo escribió. Su padre, aunque jamás se atrevió a enseñarlo a leer y escribir, se lo había dicho cuando era niño…
—“Cantes” —dijo con voz queda antes de apresurarse a esconderlo de nuevo.

El niño subió al dormitorio general. Cientos de literas de tres pisos. El año siguiente pasaría a dormir en la segunda litera, pero por ahora estaba en la primera, como todos los pequeños.
Se sentó en la cama y observó la cómoda, igual a todas las que había entre litera y litera, pero aquella era la suya. La habían movido y eso le hizo sentir como si le hubieran manoseado el alma, eso le entristecía.
A la hora de descanso el Mayor se encargó de que los que ocupaban las dos literas de abajo se cambiaran, fueran al baño y se acostaran. Una hora después el niño colocó la almohada bajo la sábana y se escabulló hacia el fondo del dormitorio. Se movía pegado a los pies de las literas hasta encontrar el trozo de madera suelto en la columna de la esquina. Se arrastró por el espacio entre las paredes hasta una trampilla que lo llevó bajo los baños, se agachó bajo un enjambre de tuberías oxidadas y tornillos que rezumaban porquería hasta el portón de metal del fondo.
Cuando entró respiró hondo cerrando los ojos. Para los demás el olor sería asqueroso, pero para él no había nada mejor en el mundo, olor a papel, mohoso, pero papel. Cajas de folios amontonadas hasta el techo.
Subió por la torre de cajas, se acuclilló en lo alto y sacó con cuidado cuatro folios amarillentos. Se giró y sacó de una tubería rota un plumín atado a un plástico observándolo con aire crítico, todavía aguantaba. Cogió un vaso viejo con un líquido oscuro que conseguía machacando unas piedras negras que había en el suelo del cuarto de las tuberías y mezclaba con agua.
Su abuelo cometió uno de los mayores crímenes contra la comunidad, le enseñó a leer y escribir. Si viera el libro de Director le explicaría que allí no decía “Cantes”, decía “Cervantes”.
Mojó el plumín en el líquido, observó los folios durante un momento, se agachó y escribió…

… Entonces los tambores comenzaron a sonar.

¿Te ha gustado esta entrada? Recibe en tu correo los nuevos comentarios que se publiquen.

5 comentarios

  1. 1. R. Andrés Navarro dice:

    Muy interesante, lástima que no tengas más palabras para desarrollar un poco más. Se entrevé bastante el funcionamiento del mundo que has creado, pero tiene tanto juego que da pena. Me recuerda un poco en el estilo a Génesis de Bernard Becket (si no te lo has leído te lo recomiendo, es muy cortito y fácil de leer). Otra lástima que no llegues a poner el verdadero nombre del niño, porque eso nos diría mucho de él.
    Detallín sin importancia: “se le retiraráN un quinto líquido y un cuarto sólido” (a no ser que esté entendiendo mal la frase, que puede ser)
    Enhorabuena por el relato, me ha gustado mucho. Lo único es que no entiendo muy bien la frase en cuestión del reto. ¿Qué pintan los tambores con Cantes & Co?
    Mucho ánimo y no dejes de escribir

    Escrito el 28 mayo 2015 a las 20:16
  2. 2. SBMontero dice:

    Cierto, esa N sobra en el “retirará”, me di cuenta al día siguiente de enviar el texto, pero ya no podía hacer nada al respecto.

    En cuanto al final con los tambores:

    Lo cierto es que el final debería haber sido que el niño recordara cómo había terminado lo que había escrito en los folios que Celador le requisó y la continuación debería ser esa “… entonces los tambores comenzaron a sonar”, pero no cabía ni haciendo encaje de boliche.

    Veo que sí has pillado el tipo de mundo que intentaba pintar y prometo ampliarlo, porque no eres el primero que me lo dice y porque de verdad que me apetece. Digamos que me quedé con ganas, sí.

    Un saludo y muchas gracias por el comentario.

    Escrito el 28 mayo 2015 a las 20:56
  3. 3. beba dice:

    Hola.
    Me encantó tu historia. Original. Bien escrita. Buen ritmo. Fuerza expresiva.
    Sólo te señalo estos errores de puntuación:—Celador respiró hondo.—Director lo miró indignado.
    Como las dos oraciones son participación del narrador no llevan barras de diálogo.
    Saludos.

    Escrito el 29 mayo 2015 a las 01:02
  4. 4. SBMontero dice:

    beba, le agradezco mucho el comentario, pero no entiendo a qué se refiere con las barras de diálogo. Las barras de diálogo acompañan al diálogo y a lo que señala el diálogo, es decir:

    —Blablablabla —dijo James.
    —Blablablabla —James se volvió al oír la respuesta.

    … ergo…

    —Tiene ocho años e imita a su abuelo —dijo Director.
    —¿Imita? Está cometiendo alta traición, ¿La imitación no es delito capital? —Director lo miró indignado.

    … a no ser que las reglas de uso de las barras de diálogo hayan cambiado y para mi que no http://buscon.rae.es/dpd/srv/search?id=kyRrDVgsOD6Xup8Dpt

    Escrito el 29 mayo 2015 a las 01:16
  5. 5. beba dice:

    Hola:
    Totalmente de acuerdo con lo que citas de la RAE.
    Yo no interpreté como acotaciones al texto de cada personaje las dos entradas que te señalé.Tal vez porque empiezan con mayúsculas (bien: están dados como nombres propios en el relato), no me “sonaron” y las tomé como párrafo aparte; así te lo expresé en el comentario.
    No me sucede así en este párrafo que citas: —Tiene ocho años e imita a su abuelo —dijo Director.
    Mil disculpas.

    Escrito el 30 mayo 2015 a las 15:54

Deja un comentario:

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.