Firence. - por Alejandra Foyo

El autor/a de este texto es menor de edad

Después de tanto tiempo por fin se había encontrado al heredero al trono. Tras el día en de que los rebeldes se volvieran contra su propia patria y atacaran al castillo quince años atrás con la intención de matar a todos los habitantes del castillo.
Demien recordó como había sido su vida después de que los rebeldes lo secuestraran en su ataque al castillo cuando él sólo tenía diez años de edad. Nunca había sabido por que habían decidido llevarlo con ellos, aunque se alegraba de que lo hicieran pues si no lo hubieran hecho no habría vivido todas las aventuras que vivió con ellos.
Él sabía que ellos eran rebeldes y que habían matado a toda su familia, pero había algo que lo unía a ellos. A pesar de que él era el príncipe heredero y ellos los rebeldes que querían eliminar la monarquía.
Gracias a la oportunidad que le dieron de vivir con ellos pudo descubrir cosas que nunca hubiera ni imaginado entre las paredes del castillo. Al principio había sido duro para él encontrarse sólo, sin su familia, rodeado por las personas que le habían arrebatado su vida. Pero al cumplir once años vio algo que nunca olvidaría: dentro de un callejón oscuro y sucio que había encontrado en uno de sus muchos intentos de huir del campamento de los rebeldes vio a una pequeña niña harapienta, delgada por la falta de alimento. Ella lo volteó a ver desde la esquina donde se apretujaba a la pared; en sus ojos vio la desesperación y el hambre que llevaba cargando mucho tiempo, quizá toda su vida. La niña debía de tener unos siete años.
"¿Qué haces aquí? Se supone que las personas importantes no vienen a estos lugares" habló la niña con voz ronca a falta de agua e inocencia aún presente.
"¿por qué me preguntas eso?" no comprendía porque la niña se hubiera referido a él como una 'persona importante' cuando estaba sucio y su ropa llena de parches.
"Ya te he dicho el porque".
Decidió cambiar el rumbo de su pregunta.
"¿Como sabes que soy alguien 'importante'?".
"Lo veo en tus ojos. Además todos son importantes a pesar de que la monarquía no lo acepte, que tu no lo aceptes".
No podía estar mas impresionado por las palabras de la niña. Al parecer esa pequeña criatura olvidada y desamparada podía ver mas lejos de la suciedad y trapos parcheados que lo cubrían; ella podía ver la verdad.
"¿Cómo te llamas?" preguntó con genuino interés.
"Firence".
"¿Dónde vives?".
"Aquí" se limitó a contestar mientras salía un poco de su pequeña guarida.
"¿Te gustaría venir conmigo? Podrías vivir en el campamento".
No sabía que le había hecho hacerle tal oferta, pero al ver el estado en el que la niña se encontraba y el lugar en el que vivía no quería ni pensar en que Firence tuviera que estar ahí por mas tiempo.
"Iré" contestó decidida "necesitarás a alguien junto a ti que te guíe, tu solo no vas a poder".
Demien no entendió a lo que se refería en esos momentos, pero después de ese día supo que sus palabras no habían sido en vano. Durante todo el camino que le había hecho llegar hasta ese día, el día de su esperada coronación, Firence le había ayudado con situaciones que nunca se imaginó estar envuelto, sin ella lo mas probable hubiera sido que nunca llegaría hasta ese palacio a anunciar su verdadera identidad y superar todas esa pruebas que los eruditos y sabios le hicieron pasar para probar su origen.
Volteó a su derecha y vio a una hermosa mujer de veintidós años que nada quedaba de esa pequeña niña harapienta del callejón en el exterior, en su interior él sabía que seguía siendo la mocosa que podía ver a través de él.
Entró en la gran sala donde l coronación tendría lugar y juntos entraron con la cabeza bien alta.
La ceremonia comenzó y al anunciar al nuevo rey los tambores comenzaron a sonar.