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LA VENGANZA DE AFRODITA - por AitorMB
Un día paseaba la diosa Perséfone por los huertos del Averno cuando de repente pensó en su madre, la diosa Deméter, y se puso muy triste. La tristeza dejó pronto paso a la rabia y la joven empezó a fantasear con la idea de vengarse de su marido, el dios de los muertos, por haberla raptado. Tantas cavilaciones fueron interrumpidas por su estómago furioso y entonces cogió una granada que colgaba de un árbol. La devoró con avidez y volvió a casa. No se dio cuenta sin embargo, que de los frutos habían caído unas pequeñas semillas, que se enterraron y que al germinar, dieron vida a Eris, la diosa de la venganza. Si los pensamientos de la diosa Perséfone hubieran sido pacíficos, sin duda, la diosa Eris hubiese sido diferente.
La diosa Eris nació con los cabellos blancos, la tez pálida y llena de verrugas, y cubierta con una capa negra. Ignorante de su aspecto, la diosa se sintió feliz, al principio. Jugó con los pájaros y danzó con las flores y al cabo de un rato, se moría de sed. En esto que encontró un pequeño arroyo y al agacharse para beber, se horrorizó al contemplar su reflejo sobre el agua. ¿Cómo podía ser tan horrenda? Alguien debía pagar por aquel crimen, su cuerpo se consumía con el deseo de venganza, aun así no sabía a quién culpar y decidió vengarse de toda la humanidad.
De esta manera fabricó unos bellísimos tambores, de madera de encino unida con varillas de oro, engarzada con rubíes y esmeraldas y con una piel de cabrito tan tersa que el pelo que osase posarse sobre ella, saldría despedida sin remedio. Claro, esto hubiera sucedido si se hubiera podido, porque dichos tambores estaban malditos. La diosa Eris dispuso que en el mismo instante en que los tambores empezasen a sonar, los hombres y las mujeres se volverían unos contra otros en una lucha fratricida que acabaría con toda la raza humana entera. Los dioses llorarían durante eones por la destrucción de su creación y su venganza se culminaría.
Justo acababa de fabricarlos, cuando pasó por allí la diosa Afrodita que inmediatamente sintió el deseo de poseer los tambores. Quería regalárselos a Alcinoo, su último amante y rey de Argos, y de quien se había enamorado perdidamente. Eris aceptó sin pedir nada a cambio, le ponían en bandeja de plata la ejecución de su plan. Sin embargo, antes de entregárselos sintió remordimientos por la ingenua diosa y le confesó que los tambores estaban malditos. A pesar de todo eran tan bellos, que Afrodita igual los quiso y después de darle las gracias, desapareció.
Afrodita se apareció al rey de Argos y le obsequió con los tambores pero también le contó que no debía tocarlos, pues de otra manera la humanidad se condenaría a la destrucción. Alcinoo se sintió muy agradecido, a la par que preocupado y los escondió en una mazmorra del palacio, custodiados por una serpiente venenosa.
Sucedió que tiempo después el rey de Argos terminó por aburrirse de la diosa, porqué además quería tener un heredero y tomó por esposa a una joven princesa meda, llamada Roxana. Meses después del matrimonio la joven no se quedaba encinta y se embarcó hacia la isla de Samos, en donde la diosa Hera, protectora de las familias, tenía su santuario. Afrodita que lo había visto todo y que quería vengarse de Alcinoo, corrió a contarle a Hera que había visto a su marido, el dios Zeus, con una doncella en las lejanas tierras de Hibernia.
Aprovechando su ausencia, se hizo pasar por Hera y cuando Roxana le preguntó que debía hacer para poder concebir un hijo, la diosa le dijo así: “Vuestro marido guarda en la mazmorra de su palacio unos preciosos tambores de oro y piedras preciosas. Tan pronto como lleguéis al palacio, tocarlos y os concederé la gracia de ser madre. Pero cuidaros de la serpiente que los custodia”.
Así obró la joven princesa, volvió a Argos feliz y buscó los tambores. Cuando la vio entrar, la serpiente se irguió dispuesta a atacarla pero Roxana había aprendido en su país a encantar estos reptiles y la serpiente cayó en un profundo sueño. Después la joven se agachó frente a los tambores, que brillaban en la oscuridad, y con una vara les dio un gran golpe a cada uno. Entonces, como accionados por la mano mágica de Eris, los tambores comenzaron a sonar.
Comentarios (5):
beba
28/05/2015 a las 21:31
Hola, Aitor:
Me encantó el relato, en el que los personajes mitológicos viven una historia que tú les has creado; digamos que es mitológicamente creíble.Muy bien estructurada, por otra parte.Llevas un ritmo apropiado al tipo de relato. Presentas imágenes muy bonitas.Describes personajes.Creas suspenso.
Excelente.
beba
30/05/2015 a las 15:34
Quedé en deuda contigo por las preguntas acerca de los esclavos en el Río de la Plata; los hubo, y muchos; pero había una tendencia más ¿cristiana? a unirlos a la familia, como criados o servicio doméstico.Entre gente de menos categoría social, hubo muchas familias mulatas; también se unieron a los indios, en las zonas rurales.
En cuanto a los descendientes, nuestro primer presidente, Bernardino Rivadavia, era de ascendencia negra.
Te mando un link de wikipedia con información.
https://www.google.com.ar/search?q=estad%C3%ADsticas+de+la+esclavitud+africana+en+argentina&ie=utf-8&oe=utf-8&gws_rd=cr&ei=EMhpVZK4DMSqNqTSgugI
Saludos.
ILLARGUIA
31/05/2015 a las 21:12
Me encantan esos tambores Aitor, esta nueva versión de la caja de Pandora, me parece que Robert Graves regresa de su viaje por el inframundo y te inspira tan bella historia. Aplausos para esos tambores mitológicos.
Dan
01/06/2015 a las 01:25
Buenas,
muy buen relato, la verdad. Con decirte que no me he atrevido a buscar en internet si los personajes que planteas y no me suenan son invención tuya o “existen” en realidad de lo creíble que me ha resultado todo. Tragedia griega al antiguo estilo, muy buena.
Como apunte, has utilizado dos infinitivos como imperativos, creo que las formas correctas serían “tocadlos” y “cuidaos”.
Por lo demás muy interesante el relato, anonadado me hallo. Fan de tus tambores =D
¡Nos leemos!
Un saludo.
Aitor
01/06/2015 a las 21:08
Muchas gracias, Beba, me ha parecido una información muy interesante.
Gracias, Illarguia, sí, los relatos de Robert Graves son una inspiración para acercar la mitología.
Muchas gracias por las correcciones, Dan. Parte de ellos son reales, los personajes humanos son inventados. Esos tambores dan miedo, hehe.