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Misofonía extremada - por J.Sfield

Web: http://tecleandoalamanecer.blogspot.com.es/

—¿Puedes cerrar bien el grifo? —dijo Carlos en voz lo suficientemente alta como para ser escuchado desde cualquier rincón. El monótono goteo de un grifo mal cerrado le estaba sacando de quicio—. ¡Que cierres el puto grifo! —insistió gritando, desgañitándose—. ¡Vieja inútil! ¡Ya no vales ni pa' eso!
Se levantó de súbito y la silla rodó tras él. En dos zancadas, llegó a la cocina y abrió la puerta de un manotazo. Fue hasta el fregadero, atenazó la llave con rabia y cerró el grifo.
—¿Pero dónde cojones…? —empezó a decir al ver que su madre no estaba. En su ira transitoria había olvidado que huyó espantada en el transcurso de otra de sus crisis, mientras cenaban.
La buena mujer, sufriendo la soledad de su hijo, hacía lo imposible por facilitarle la existencia en cuanto estaba a su alcance: le visitaba a diario, le hacía la colada, se encargaba de la compra, limpiaba… La noche anterior decidió quedarse a cenar con Carlos. Fue una mala decisión, el párkinson que padece provocó una escena horrible, el repiqueteo del cubierto contra el plato y su dentadura enfureció a su hijo de un modo inédito hasta ese momento. Carlos perdió la cabeza. Le gritó. Le insultó. Hasta le llegó a agredir lanzándole lo que tuvo a mano. A duras penas pudo escabullirse, la desdichada mujer.
Carlos no hacía más que darle vueltas a la ausencia de su madre. Le parecía extraño que, a media mañana, no hubiera aparecido todavía. Se acercó al ventanal que daba a la calle. Vio más movimiento que de costumbre. Sintió envidia. Hacía mucho tiempo que no salía del apartamento. Recordó que había dejado de ir al cine porque le irritaba la gente comiendo pipas o palomitas; a los restaurantes por el ruido al masticar, sorber y modo de respirar del resto de comensales; y el sonido que hacían los transeúntes al caminar, el compás que marcaban los tacones contra el pavimento, le condujo a la clausura.
Siguió rastreando la calle desde detrás de los cristales. No había vestigio alguno de su madre. Pudo observar la creciente aglomeración y el carácter festivo que respiraba la multitud. Un escalofrío le recorrió la espalda, acababa de recordar que estaban en Semana Santa. Se aseguró de que todo estuviera bien cerrado y comenzó a bajar las persianas frenéticamente, presa de un pánico irracional, envuelto en un sudor frío. El bullicio de las fiestas no le afectaba de manera especial, pero sabía que, más pronto que tarde, llegaría el retumbar de las procesiones y sus marchas. Percibía, aunque lejano, el jaleo popular, el jolgorio de la muchedumbre. Andaba en círculos por el salón, devorado por los nervios. Sabía que no lo soportaría. Necesitaba buscar una salida a su sufrimiento.
Se dio cabezazos contra la pared en un intento por perder la conciencia, el dolor que sentiría si no lo conseguía sería mucho peor que el de unos cuantos chichones al recobrar el conocimiento. No tuvo suerte. Tenía la cabeza magullada, pero no era nada en comparación a la mezcla de ira y terror que le martirizaba. No aguantaba más. Abrió un cajón y sacó un revólver. No lo pensó, apoyó el tembloroso cañón en la sien derecha y accionó el gatillo. El clic, tras meterse en su cabeza, rebotó y se propagó como un eco. Le dolió como si la bala ya se hubiese alojado en su interior, pero el dolor se debía al choque del percutor contra la recámara vacía.
—¡Mierda! —gritó. No había reparado en que estaba descargada.
Ya no tenía fuerzas para cargar la pistola y menos para soportar el chasquido del tambor y el martillo al armarla. La arrojó y la pantalla del televisor se hizo añicos. Cayó al suelo, mareado, sin fuerzas, pero plenamente consciente. El silencio de la multitud, previo al inicio de la marcha procesional, fue para Carlos como el resurgir del moribundo instantes antes del fin. La breve paz la interrumpió una llave penetrando en la cerradura y el casi imperceptible chirriar de la puerta de entrada. Utilizó la poca energía que conservaba para levantar la cabeza. Vio a su madre correr hacia él. La mujer le consiguió calzar unos enormes auriculares que inyectaron en Carlos un antídoto de ruido blanco justo cuando los tambores comenzaron a sonar.

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14 comentarios

  1. 1. R. Andrés Navarro dice:

    Punto 1. ¿Qué le sucede a Carlos? ¿Tiene migrañas+ el oído de superman y es un poco trastorno de la personalidad?
    Punto 2. ¿Quién le ha puesto un revólver cerca?
    Punto 3. ¿Dónde estaba la madre escondida?
    Punto 4. ¡¿Quién le ha puesto un revóvler cerca?!

    Me ha gustado el relato, consigues que odie a Carlos con tanta intensidad como a los de Hermano Mayor o Supernanny(programas de televisión que, si no lo han sido, serían un pozo sin fondo de inspiración para tu próximo Carlos). Personalmente, me hubiera gustado más que le pusieras más rasgos esquizoides: rituales, delirios, pensamientos absurdos…
    En general está muy bien traído y bien escrito. No creo que nadie pensara en esto al leer el reto del mes.
    No dejes de escribir, y cuanto más locos estén los personajes, mejor.
    Mucho ánimo!

    Escrito el 28 mayo 2015 a las 19:38
  2. 2. Wuldoak dice:

    Buenas, éste es uno de los relatos que me tocó comentar, y uno de los que mas me han gustado de los que llevo leídos. Las preguntas que plantea R. Andrés Navarro las dejo para el autor, aunque como lector no me resisto a dejar mi interpretación. Yo creo que la madre salió simplemente para evitar ser agredida, en el episodio de misofonía (extrema) de su hijo, consiguiendo llegar en el último momento para salvarlo. El revolver me parece un instrumento bien utilizado para aumentar la tensión, que aumenta y no se resuelve hasta el último momento.

    Escrito el 28 mayo 2015 a las 19:52
  3. 3. J.Sfield dice:

    Muchas gracias R. Andrés y Wuldoak por vuestros comentarios. También quiero agradecer las palabras de mis otros dos comentaristas anónimos, sois muy generosos 🙂

    No me gusta tener que aclarar lo que escribo, significa que algo no he hecho bien, pero allá voy con las preguntas de R. Andrés:

    Carlos no tiene migrañas ni oído de supermán… padece misofonía, como dice el título del texto. Lo de calificarla como extremada tiene un sentido. La misofonía tiene varios niveles, si la hubiera definido como extrema sería como decir que es de nivel máximo; yo la he querido adjetivar como extremada, es decir, exagerada, porque va más allá. Que a Carlos le afecte el goteo de un grifo y la tamborrada de la marcha procesional podría ser más de padecer hiperacusia que misofonía.

    La madre de Carlos no estaba escondida, Carlos vive solo y la madre lo visita a diario. La noche anterior, Carlos sufrió una crisis y la madre huyó aterrorizada, tal como ha interpretado Wuldoak. Si esto no queda claro en el texto, pido disculpas 😀 la próxima vez intentaré ser más nítido.

    Lo del revólver era simplemante para dar más dramatismo.

    Escrito el 28 mayo 2015 a las 21:43
  4. 4. Osvaldo Mario Vela Sáenz dice:

    J. Sfield, te felicito por la narracion tan descritiva que posees. Despues de leer los pormenores que aclaras el escrito toma una dimension muy amplia. Dominas el conocimiento de la enfermedad sobre la cual escribes; o Médico o vecino de hospital psiquiátrico. jejeje. Felicidades; estupendo escrito.

    Escrito el 28 mayo 2015 a las 23:26
  5. A mi me dijeron una vez que si uno lee ya sea un cuento, novela, relato o ve una serie, película u obra y llegas a odiar al antagonista, es que el personaje esta bien descrito y representado. Contigo sucede lo mismo pues al igual que R. Andres, odio a Carlos. También debo agradecerte pues ademas de la buena historia con algún que otro toque cómico (intento de suicidio fallido por ejemplo) aprendí algo nuevo pues no sabia nada de la Misofonia. Y tengo sospecha de que mi padre la padece, para colmo.
    Felicitaciones y saludos.

    Escrito el 29 mayo 2015 a las 14:32
  6. 6. mondregas dice:

    Hola J. Sfield: Una historia intensa, realista, dura y muy bien escrita, que me ha golpeado fuerte, y estremeciéndome muy hondo. Me ha gustado mucho. Por si quieres leer mi relato, está en el nº 56

    Escrito el 29 mayo 2015 a las 18:09
  7. Que atmosfera tan bien creada! a mi el protagonista me causa pena, al fin y al cabo es portador de una enfermedad que si lo pensamos bien tiene que ser muy desagradable… que conste que no justifico la agresión a la madre.
    Muy bien escrito, engancha desde la primera frase.
    Felicidades!

    Escrito el 31 mayo 2015 a las 08:59
  8. 8. Mayca Nasan dice:

    Hola!

    Me ha gustado tu relato, está bien escrito, y mantienes la tensión continua y hasta el final, e incluso en algún momento he notado lo opresivo de ese encierro en el apartamento. Por otra parte, creo que el personaje principal está muy logrado: desde el inicio me estaba cayendo fatal, y ya hacia el final, he sentido pena por él, ya que sus reprobables actos estaban causados por su enfermedad. Pobre Carlos.

    En definitiva, muy bueno.

    Felicidades!

    Escrito el 31 mayo 2015 a las 19:04
  9. 9. José Torma dice:

    HOla J.Sfield.

    A mi me gustan los relatos que me amndan al diccionario. Esta vez desde antes de leer el relato tuve que buscar “misofonia” y un dia en el que aprendes algo es un dia NO perdido, asi que gracias por eso y ya voy creyendo que yo tengo eso cuando se refiere al ruido que hacen algunos al comer jaja

    Tu relato esta tan bien escrito que pasas de odiar a Carlos, a sentir pena por el (al menos yo). Sabe lo que tiene, sabe que no puede controlarlo… que puteria de vida debe de pasar.

    Para mi no tiene pega, lo disfrute, lo sufri y lo odie. Siempre digo que lo que escribimos tiene que hacer sentir algo a la gente, no dejarnos indiferentes y creo que este relato lo logra con creces.

    Saludos y felicidades. Gracias por tus palabras a mi texto.

    Escrito el 31 mayo 2015 a las 20:36
  10. 10. Mª Carme Bureu dice:

    Hola Sfield
    En tu relato reflejas las enfermedades, en este caso de dos personas. La pobre madre juega un papel silencioso y a la vez crucial para la protección del hijo.
    Te has desenvuelto bien en tu escritura, se lee con facilidad.
    Gracias por pasarte por mi relato y tu sugerencia, voy a tener que esmerarme más.
    Enhorabuena.
    Saludos.

    Escrito el 31 mayo 2015 a las 21:56
  11. 11. beba dice:

    Hola, Sfield:
    Felicitaciones por un cuento excelente. Has creado el ambiente y los personajes con trazos precisos y ricos.
    Y te manejas con un vocabulario rico y correcto, que no tiene fisuras.
    Saludos.

    Escrito el 31 mayo 2015 a las 22:44
  12. 12. Luis Ponce dice:

    Hola Sfield: es difícil escribir sobre temas que no todos conocemos. La misofonía es una enfermedad presente en muchos de los que nos rodean, tiene sus grados de intensidad y como en el caso de Carlos, puede convertirlo en un personaje digno de nuestro odio.
    Ahora y ahí viene lo importante, la actitud de la madre, es algo que nadie puede entender, porque las madres tienen una consideración especial con sus hijos, más aún con los que sufren enfermedades mentales incurables. Ella puede soportar el mal trato y la agresión, porque pude considerarse responsable de haber dado vida a este ser humano.
    Ella trata de protegerlo incluso de él mismo de su capacidad de autodestrucción. Cuando sale, no huye, va a buscar el antídoto de ruido blanco.
    Carlos pudo buscar otro tipo de vía para el suicidio, pero en este caso es importante que el arma cause ruido, por eso no se envenena o se lanza por la ventana. El ruido, más que la bala tiene que matarlo. Por eso es que aunque inservible, la pistola hace estallar la pantalla del televisor.
    Su madre llega a tiempo, para evitar que muera y poder seguir sufriendo de este padecimiento sin fin que significa la enfermedad de Carlos.
    Te felicito, tocas un tema delicado, pero que está a la vuelta de la esquina en la vida de cada uno.
    Gracias por tus comentarios en el mio.

    Escrito el 2 junio 2015 a las 17:24
  13. 13. Denise dice:

    Un relato vertiginoso y fácil de leer. El personaje de Carlos sí que tiene personalidad propia, la verdad es que me pareció muy odioso por el trato que le da a la pobre madre. Está muy bien construido.

    Y también aprendí que la misofonía es una enfermedad que existe en la realidad (mientras leía el relato pensé que era algo inventado; mirando los comentarios me di cuenta de mi error.)

    Escrito el 2 junio 2015 a las 19:24
  14. 14. grace05 dice:

    ¡Muy buen relato!!! En principio , odié a Carlos por el trato a su madre, pero después me dio mucha lástima, terrible enfermedad que lo terminó excluyendo de la vida social internándose en su casa. Por último me conmovió la actitud de su madre. El amor de madre lo supera todo hasta los malos tratos de un hijo….
    Una narración impecable con un vocabulario, claro sencillo que hace un placer su lectura.
    ¡Mis felicitaciones!!!
    Te invito a comentar 33

    Escrito el 5 junio 2015 a las 21:13

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