Cookie MonsterEsta web utiliza cookies. Si sigues navegando, entendemos que aceptas las condiciones de uso.

Do you speak english?

¿If you prefer, you can visit the Literautas site in english?

Apuntes, tutoriales, ejercicios, reflexiones y recursos sobre escritura o el arte de contar historias

<< Volver a la lista de textos

La pequeña semilla de la libertad - por Virginia Figueroa

Web: https://bocetosdemimente.wordpress.com/

Tinga apuraba sus pisadas en dirección contraria a sus raíces, escapando de un destino que no estaba dispuesta a aceptar y corriendo el riesgo de perderse en esa huida sin rumbo definido. No sabía hacia dónde debía ir, pero lo que tenía claro es que sus pies descalzos no podían dejar de avanzar hacia ese horizonte lejano, donde la libertad y la igualdad de la humanidad y, sobre todo de las mujeres, dejaban de ser utopía y parecían poder vestirse de realidad o, al menos, de probable posibilidad.
Llevaba semanas planeándolo pero no disponía de recursos suficientes y tampoco conocía a nadie que la apoyase en su decisión, por lo que sus intenciones estaban tan desamparadas como su propia vida. Una existencia que no tenía a penas valor en el poblado y que quedaba anulada por la voluntad de sus ascendientes desde su nacimiento. Se sentía como una marioneta en manos de un sistema dictatorial y machista. Todos sus ancestros de género femenino habían sucumbido a las órdenes de sumisión sin rechistar pero ella, a pesar de su escasa edad, discrepaba con ese trato a veces vejatorio y otras extremadamente infame. No podía permanecer tragando con situaciones que se le escapaban de una visión lógica y distinta que había desarrollado y decidió que sería la primera en rebelarse contra un mundo decorado de ridículas normas en exceso y de arraigadas costumbres basadas en absurdas creencias.

Recorría los senderos tan rauda como le permitía su acentuada fatiga. Casi no había dormido nada la noche anterior y ésta, tan plagada de estrellas como su espalda de lunares, se dejaba caer plomiza sobre su asustado rostro dotándola de cierto porte lúgubre. Las lágrimas que presidían sus mejillas a penas la dejaban percibir las irregularidades del terreno y temía tropezarse y hacerse daño. En ese caso le darían caza más pronto que tarde. Sabía que en pocas horas saltaría la alarma de su desaparición y entonces un grupo organizado de hombres fuertes saldría en su busca y captura. Además del castigo por desobediencia, le esperaba uno mayor por insumisión y fuga. Nadie podía abandonar el poblado, le repetía su conciencia una y otra vez para hacerla desistir y recapacitar. Pero su determinación y su coraje eclipsaban todos esos temores internos que acribillaban sus sesos en busca de la rendición y la cobardía con que intentaban aliarse. Tenía que intentarlo al menos. Su derrota era la victoria de un poder con el que no comulgaba y no podía consentirlo.
Al final del interminable sendero, cuando llevaba horas caminando, atisbó entre la prematura bruma matinal una especie de campamento base. No sabía qué se iba a encontrar allí, ni con quién pero decidió que cualquier cosa estaría mejor que lo que le esperaba si decidía regresar.
Se emocionó tanto ante la idea de un futuro mejor que sus piernas comenzaron a correr obviando el cansancio. Tanto corrió que no pudo enfocar un pozo excavado en la tierra y cuando quiso darse cuenta, su pequeña figura infantil de apenas once años estaba precipitándose a ese vacío negro e incierto como ese futuro que esperaba. La caída parecía infinita. A pesar del miedo se sintió libre por unos segundos. Notó cómo podía volar sin ataduras por un instante y sobre todo, saboreó esa sensación de liberación que jamás había experimentado. A pesar del pánico, Tinga se obligó a sonreír hasta que todo se apagó.

En el poblado lloraban su muerte. El jefe de la tribu proclamaba al cielo la desventura y gritaba a sus esbirros que trasladasen el cuerpo de la niña hasta una especie de tarima de madera. Allí procederían a incinerar sus restos y a invocar a los espíritus para que guiasen su alma. Su base estaba recubierta por montones de flores de colores, todas las que se habían encargado las mujeres de recolectar para la boda. Tinga ya nunca sería la tercera esposa de Nabor, el chamán del clan de los Túngaros. Ya no podría dejarse violar por ese amasijo de huesos que le sacaba más de veinte años, ni darle hijos cuando aún ni sus propios órganos reproductores habían empezado a madurar. Tinga yacía, ahora, rodeada por una primavera de pétalos muertos que no deseaba y buscando su invierno, se topó con la muerte y a su vez, sin querer, con su libertad. Lo que Tinga no supo nunca es que plantó una semilla en los corazones de otras niñas que comenzó a germinar a fuego lento. Mientras, a su alrededor, los tambores comenzaron a sonar.

¿Te ha gustado esta entrada? Recibe en tu correo los nuevos comentarios que se publiquen.

12 comentarios

  1. 1. Marta dice:

    Hola, Virginia. Tú texto me parece conmovedor. Tratas un tema muy sensible, la libertad de las mujeres en algunas partes del mundo. Curiosamente, otra compi del taller, también trata este tema, y ambas dais la “libertad” a las protagonistas de vuestros relatos a través de un pozo. Como el inconsciente es caprichoso, y una cosa lleva a la otra, me entraron unas ganas enormes de leer “Alicia en el país de las maravillas”, y de sensibilizarme más sobre la dignidad de las mujeres en el mundo. Ya ves, ¡vaya cosas más diferentes me inspiraste!. Gracias por compartir tu texto. Un saludo.
    Si quieres pasarte por el mío , es el 74.

    Escrito el 28 mayo 2015 a las 16:46
  2. 2. Juana Medina dice:

    Hola Virginia. Doloroso y verdadero me parece tu relato de cabo a rabo. Sin concesiones, sin forzado final feliz. Lenguaje rico pero llano, sencillo, de muy agradable lectura.
    Enhorabuena.

    Escrito el 28 mayo 2015 a las 19:37
  3. 3. Wolfdux dice:

    En tu linea Vir. Un uso del lenguaje soberbio, una historia triste con un tema duro como trasfondo. Felicidades. Un placer leerte.

    Escrito el 29 mayo 2015 a las 09:28
  4. Tema difícil y que aun sigue sucediendo en algunas partes del mundo, ya sea porque siguen viviendo como sus antepasados o por que es una tiranía completa la que domina al pueblo.
    Excelente relato, triste y esperanzador a la vez, cargado de descripciones que encajan perfectamente con la historia. Espectacular relato.
    Saludos y felicitaciones.

    Escrito el 29 mayo 2015 a las 15:30
  5. 5. Roger/NHICAP dice:

    Hola Virginia,
    ¡Espléndido relato! El primer párrafo me parece genial: consigues acoger al expectante lector y, de inmediato, logras centrarlo en el fondo de la historia que va iir descubriendo a través de una narración sencilla, muy medida y completa, y elegante redacción.
    En el texto muestras sin estridencias , y por tanto trasmites muy bien, el fondo de un tema real que no es específico de comunidades muy atrasadas sino también ocurre en sociedades desarolladas, lo que es muy lamentable.
    El título es muy acertado.
    Un placer leerte. Enhorabuena y un abrazo

    Escrito el 30 mayo 2015 a las 13:38
  6. Un relato precioso y triste Virginia. Me recuerda al que leí ayer de Marazul, las dos habeis pensado en Africa al oir los tambores del taller!! 😉
    Como siempre tus textos desprenden mucha poesía.

    Un saludo, ¡nos leemos!

    Escrito el 31 mayo 2015 a las 16:37
  7. 7. Diego Manresa Bilbao dice:

    Muy bonito y muy triste Virginia, con mucho significado… Enhorabuena!!!!
    Nos leemos!

    Escrito el 31 mayo 2015 a las 19:12
  8. 8. marazul dice:

    Hola Virginia es curioso como las dos hemos pensado en el mismo tema: la falta de libertad de las mujeres en determinados lugares de Africa. Yo lo centro en la ablación, esa cruel barbaridad a la que son sometidas millones de niñas. Si lees mi relato verás que el fondo es el mismo(atención al pozo….y lo que para nosotras representa: la libertad). Sólo el estilo y la forma los diferencian. Tu estilo es muy potente y me agrada saber que tengo algo en común con una maestra como tú
    Un abrazo Virginia

    Escrito el 31 mayo 2015 a las 21:32
  9. Hola, Vir.
    Me ha gustado que, como Marazul, hayas decidido “denunciar” esas costumbres que obligan a niñas a decidir que es mejor morir intentando escapar que quedarse donde están.
    Un relato terrible y bien ambientado, he podido notar el cansancio de Tinga y, con la escena final, has retratado de maravilla la causa de su desesperación. Sin embargo, lo que más me ha gustado, ha sido ese convertirla en mártir por su causa, cómo su tragedia es el gérmen del cambio.
    Un abrazo.

    Escrito el 1 junio 2015 a las 17:41
  10. 10. José Torma dice:

    Hola Virginia.

    Casi no te encuentro en mi paseo por los relatos.

    Te dire algo, no me encanto. No por el contenido, que es una denuncia fuerte. Tampoco por el modo, que a mi ver esta impecablemente escrito.

    Mi problema es que el texto es muy poetico, entonces en mi mente chocaba lo bonito de las palabras con lo feo que me estaban describiendo.

    Aun asi los positivios son mas que mis niñerias.

    Un gusto leerte.

    Saludos y felicidades.

    Escrito el 4 junio 2015 a las 18:33
  11. 11. Anoide dice:

    Hola, Virginia. Te comento que me ha pasado un poco lo mismo que a Torma. La manera en que manejas el lenguaje es impresionante, de verdad, para quitarse el sombrero. Pero creo que no es la más adecuada para este tipo de relato porque hace que se vea pomposo y, como bien dice nuestro compi, choca con el tema que tratas.

    Dejando esto aparte, me ha gustado mucho el enfoque del tema y la manera que has encontrado de darle a Tinga su libertad, y de sembrar esa semilla en las otras niñas para que algún día puedan alcanzarla también. Muy triste, a la par que bonito.

    Un saludo.

    Escrito el 5 junio 2015 a las 14:08
  12. 12. grace05 dice:

    ¡Excelente relato!!!! Triste y conmovedor. La búsqueda de la libertad a costa de la propia vida. La narración es muy buena y el vocabulario poético que la acompaña es claro y fluido y denota que tienes un gran manejo del mismo.
    ¡Te felicito!!!
    Te invito a comentar 33

    Escrito el 6 junio 2015 a las 18:27

Deja un comentario:

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.