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El conocido - por Ichabod Kag

Web: http://beyond-kag.blogspot.mx/

Supe de su existencia gracias a un amigo, pero jamás lo había tenido ante mi presencia. Y aun así, sé que es la persona por la que he aguardado tantos años.
Obviamente, no me quedé solo con los datos que, a través de mi amigo, pudieran llegarme de este conocido. Eventualmente conseguí tanto su correo electrónico como su teléfono. También obtuve la ubicación de su hogar, aunque esto de poco me resultaba útil dado que este hombre vivía en otro país.
Así una mañana de viernes, tras pasar toda la semana dándome ánimos, marqué por primera vez su número. Al oír el primer tono, colgué. Me levanté, fui al baño y volví a marcar. En esta ocasión me obligué a esperar que se levantara la bocina al otro. Los tambores de mi corazón no dejaban de hacer ruido.
“Por el momento, no me encuentro en casa. Por favor, deje su mensaje”.
Era la contestadora, grabada con su voz. Ah, esa dulce voz. Aunque era monótona y fría, dirigida a nadie en particular, jamás podré olvidar aquél sonido. No dejé ningún mensaje, pero llamé dos veces más sólo para oír de nuevo el mensaje. Después de ese día, no marqué más.
Sin embargo, mandaba correo constantemente a su cuenta desde distintas direcciones que no eran la mía. Le informaba de mis desvelos durante los cuales escuchaba su voz acariciarme desde dentro y de los días en que no apartaba su rostro de mi mente. Unos días, era una persona gordita, con barba y hermosos ojos negros y tiernos; al siguiente, era un apuesto hombre, alto y atlético de ojos verdes. Nunca era la misma persona y eso me gustaba de él. Siempre activaba los tambores dentro de mí, llenándome de un ruido retumbante y delicioso.
Curiosamente, jamás me respondió.
“Puedo pasarte una foto suya si tanto quieres conocerlo” se ofreció mi amigo en cuanto supo de mi mal de amores.
“No, por favor” respondí lleno de horror y al borde de las lágrimas. No me imaginaba encontrarme con un rostro que no correspondiera con aquella voz.
“Está bien. Como gustes, loco. Pero, por si cambias de opinión, te diré que vendrá al país la próxima semana”.
No podía creerlo. Estuve tres días atrapado en el estupor. Cuando al fin desperté, me planteé una cuestión de suma importancia: ¿me atrevería a verlo de frente, en vez de en fotografía? Durante los días restantes los diversos rostros que me imaginaba no dejaron de acudir a mi mente; incluso me impedían dormir adecuadamente.
El día del encuentro, seguí furtivamente a mi amigo al aeropuerto. Y me senté en una sala de espera sin perderlo de vista. Cuando anunciaron la llegada del vuelo procedente de España, mi amigo se levantó y supe que el momento había llegado. Yo también me puse en pie y aguardé paciente, escrutando los rostros de los viajeros esperando hallar uno parecido a los que me imaginaba. Yo estaba listo y mis tambores del corazón también.
Finalmente, un hombre se acercó a mi amigo. Era él. Siempre supe que sólo tenía dos opciones cuando lo viera: correr a besarlo o estrangularlo con mis manos. Me decidí por una y me acerqué a ellos con paciencia, muy lentamente. No había ninguna prisa.
Cuando fijó sus ojos en mí, los tambores comenzaron a sonar.

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2 comentarios

  1. 1. beba dice:

    Muy bueno tu relato. Correctísimo lo gramatical. Ritmo adecuado a la tensión entre indecisión y expectativa. El argumento, tan subjetivo, muy bien trabajado.

    Escrito el 28 mayo 2015 a las 19:30
  2. 2. Dan dice:

    ¡Buenas!
    En cuanto a la forma del relato, muy correcta en general. Creo que ha habido sólo una expresión que me ha resultado extraña (de poco me resultaba útil, que me parece una mezcla de “de poco me servía” y “de poca utilidad me resultaba”; por donde yo vivo tu opción no se usa, lo sient 😉 )
    Bien repartida la información en los párrafos y buen ritmo.
    En cuanto al contenido, un tema bastante común (esa indecisión que todos hemos sentido cuando estábamos a punto de conocer a alguien) pero no por ello menos válido. Me parece que está muy bien llevado.
    Conclusión, buen relato. Entretenido de leer y emotivo (al menos en mi caso) al recordar ciertas vivencias similares.
    ¡Nos leemos!
    Un saludo

    Escrito el 1 junio 2015 a las 00:29

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