el sobre - por Igrubar

Carlos sufrió mucho cuando su padre se fue de casa, pasó mucho tiempo acusándolo de mentiroso y repitiéndose que jamás le querría.Todo eso ha quedado atrás, y hoy el odio hacia su padre se ha transformado, ni si quiera en desprecio, en indiferencia.
Los pensamientos de Carlos ahora tienen otro nombre, Marta. La mujer con la que lleva casi 6 años casado y que no hace mucho le ha confesado una infidelidad. No ha necesitado detalles, las lágrimas de culpabilidad se han mezclado con súplicas de perdón y todo ha acabado en silencio. Loco de impotencia ha dejado en casa a su traidora mujer y ha salido de ese piso lleno de recuerdos.
Su plan inicial era perderse por las calles donde su historia se podría mezclar con la de otros transeúntes en el humo de odio y ansiedad que se respira en la ciudad. Sin embargo, justo antes de dar el sentencial portazo, ha cambiado de opinión y ha subido a la azotea. Allí el aire es suyo, su cansada mente puede liberar toda la rabia y las preguntas más evidentes empiezan a aparecer. ¿Por qué? ¿Desde cuando? ¿Quién?…
Poco a poco empiezan a ser más personales ¿Le conozco?¿Cuándo empecé a darle asco? ¿Sintió esto mi madre cuando mi padre nos abandonó? ¿Será mío…
El resto de dudas se disipan, baja las escaleras a una velocidad peligrosa y encuentra a su esposa tirada en el sofá hundida en un mar de pañuelos de papel. Tres palabras "¿Es mi hijo?", tres más "No lo sé", sollozos.
Hoy ha vuelto a la azotea, esta vez lleva un sobre. Desde allí todo se ve con otros ojos. ¿Qué está haciendo? Mira el sobre cerrado de la clínica genética con expresión sombría. No está mirando el color marrón amarillento, ni el cierre, ni sus ángulos. Está mirando dentro, pero dentro de él mismo en sus recuerdos, en su infancia, en sus heridas.
Carlos sabía perfectamente lo que había en ese sobre, mucho antes de hacerse los análisis. El sobre estaba vacío. El tenía un hijo, y el era un buen padre.